Cinco años del terremoto de Fukushima, el mayor jamás registrado en Japón

Marcos Fernández* | Meteoralia 09/03/2016 11:16

(Un mujer tras el terremoto y tsunami en Japón aquel marzo de 2011. | Reuters)

Sin embargo, el del 11 de marzo de 2011 fue distinto a todos los anteriores y marcó un antes y un después en la historia del país nipón, el más preparado del mundo para afrontar este tipo de fenómenos naturales.

A día de hoy, un terremoto no puede predecirse con exactitud. Conocemos datos, que nos dan pistas que nos conducen a intuir cuándo tendrá lugar un movimiento sísmico, pero ignoramos la magnitud, el lugar exacto y el alcance. Así ocurrió aquella mañana cuando el terremoto de 8,9 en la escala de Richter sacudió la costa este del archipiélago japonés sorprendiendo a todos.

Hasta el momento es el seísmo más intenso registrado en este país en los 145 años que se realizan mediciones. El movimiento sísmico tuvo lugar al este de la ciudad de Sendai, en la isla de Honshu, a 125 km de la costa y a diez kilómetros de profundidad. Se sintió en todo el litoral este, pero también en la capital, Tokio, donde los edificios más altos se agitaron con violencia.

Los trenes balas, los servicios de metro y otros transportes quedaron paralizados a más de 300 kilómetros del epicentro del terremoto. Simultáneamente se lanzó una alerta de tsumani en las costas japonesas y a miles de kilómetros, en la costa oeste de EEUU e, incluso, en las de Chile y Perú. Este no tardó en llegar.

La enorme pared de agua llegó a la costa japonesa y literalmente lo arrasó todo. Muchos recordaron entonces el maremoto del 26 de diciembre de 2004 en el Océano Índico. Una ola de 10 metros engulló barcos de pesca, puertos marítimos, carreteras, vías de tren de alta velocidad, cultivos, casas, pueblos y miles de personas.

(La enorme ola que se adentró dos kilómetros mar adentro. | Reuteres)

A día de hoy se desconoce la cifra exacta entre víctimas mortales y desaparecidos, pero basta saber que el agua se adentró más de dos kilómetros tierra adentro para hacernos una idea de hasta qué punto el terremoto del 11 de marzo de 2011 fue una tragedia, que se repitió en forma de réplicas. Una de ella de 7,3 grados.

Una semana de continuos terremotos bastaron para dejar atrás, en la memoria, el terremoto de Kobe de 1996 con 6.400 víctimas mortales o el de 1923 en el Gran Kanto, dentro del área de Tokio, con una magnitud de 8,3 y en el que perecieron más de 200.000 personas. No era el único. Antes y después, Japón registra anualmente un 20% de terremotos que superan una magnitud de 6 en la escala de Richter.

El archipiélago japonés se encuentra en la zona con mayor actividad sísmica de todo el planeta, conocida como el Anillo de Fuego. Allí se registra el 90% de los terremotos que anualmente sacuden el planeta.

El horror de Fukushima

Uno de los sucesos que agravó aún más la situación posterior al terremoto del 11 de marzo de 2011 fue la situación de emergencia que se decretó en las centrales nucleares, siempre bajo el riesgo auténtico de que un potente seísmo desencadenara una pesadilla. Esta al final tuvo lugar hace cinco años y dio nombre al terremoto: Fukushima.

La central nuclear, como otras en el país, quedaron afectadas de lleno por el envite del terremoto y el posterior maremoto dejando al descubierto el enorme riesgo que corre Japón ligando su rutina a este tipo de energía.

El terremoto reabrió el debate de una transición energética y constató una catástrofe nuclear superior a la de Chernobyl. En los primeros controles se detectó una fuga que disparó el nivel de radioactividad 1.000 veces por encima de los valores normales. Se produjo un histórico apagón nuclear para revisar una a una las centrales y extremar las medidas de seguridad en Fukushima ante el riesgo de que las réplicas empeoraran la situación de emergencia.

La fuga de Fukushima no pudo controlarse y se liberó radioactividad obligando a cercar un área perimetral extensa donde a día de hoy los accesos siguen cortadas. El tiempo, como en Chernobyl, se detuvo aquí el 11 de marzo de 2011. Miles de familias supervivientes abandonaros sus casas, sus trabajos, sus vidas.

Hasta 58.000 personas de Fukushima, Miyagi e Izate siguen sin poder volver a sus casas. El pueblo de Nahara, el Chernobyl japonés, a 17 kilómetros de la central nuclear, es el vivo ejemplo del pueblo fantasma donde todo permanece tal cual lo dejó el terremoto hace 5 años. A pesar de que en septiembre de 2015 se permitió volver a sus vecinos, tan solo lo han hecho poco más de 400 de un total de 8.000.

La población tiene miedo, no a los terremotos, que se han repetido a lo largo de estos cinco años sino a las consecuencias del desastre nuclear. En la prefectura de Fukushima se han disparado los casos de cáncer, entre ellos, el de tiroides en la población infantil. Desde 2011, se estudian los casos y se actualiza un registro con el objetivo de arrojar luz a aquellas familias que perdieron sus casas y cuya salud ahora sigue en entredicho.

Anillo de Fuego

Una de las señales más evidentes de que nuestro planeta está vivo y en constante cambio lo encontramos en acontecimientos como los terremotos y las erupciones volcánicas. Forman parte del día a día. En ocasiones, en el caso de los movimientos sísmicos, son imperceptibles para los seres humanos o tienen lugar en áreas despobladas o en alta mar.

Una de estas áreas es el Anillo de Fuego, al que pertenece Japón. Se extiende a lo largo de 40.000 kilómetros bordeando todos los países cuyas costas se asoman al Pacífico. Y es que este océano descansa sobre varias placas tectónicas en constante fricción. La tensión que esta situación genera, antes o después, termina liberándose en forma de terremotos.

A esta gran región pertenecen no solo Japón sino también, por ejemplo, Alaska o California, en EEUU, que espera desde hace décadas el 'Big One' en la falla de San Andrés, las costas de Chile o Indonesia, áreas en las que las placas de la corteza terrestre muestran una mayor actividad que en otras partes del planeta. En consecuencia, el riesgo de sufrir terremotos, se multiplica.

Grandes terremotos

El terremoto de Fukushima solo ha sido superado en la historia por cuatro movimientos sísmicos más violentos y devastadores:

22 de mayo de 1960 en China: terremoto de 9,5 en el que mueren 1.600 personas. Desencadena un tsunami que afecta a Japón y al archipiélago estadounidense de Hawai. En ambos casos con víctimas mortales.

28 de marzo de 1964 en Alaska: terremoto de 9,2. El seísmo y el tsunami mataron a 128 personas.

22 de mayo de 1960 en Sumatra: terremoto de 9,1, que causa 227.000 muertos.

4 de noviembre de 1952 en Kamchatka (Rusia): el terremoto de 9 grados no deja víctimas mortales, afortunadamente, ya que se desencadena en una zona poco habitada y salvaje.

Por detrás de Fukushima quedan otros grandes terremotos. En la memoria de muchos seguro que aún permanece el de Chile del 27 de febrero de 2010 con una magnitud de 8,8 en un país también acostumbrado a lidiar con los movimientos sísmicos de forma periódica.

El 31 de enero de 1906, Ecuador registra un terremoto de magnitud similar al anterior. De 8,7 fue el de Alaska del 4 de febrero de 1965 o el de Sumatra del 28 de marzo de 2005.

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*Marcos Fernández (@marcosfdezfdez) es periodista especializado en Meteorología.