Salir de trabajar y meter la mano en el bolso o el bolsillo en busca de tu teléfono inteligente. Subir al metro y enganchar los auriculares a tu dispositivo móvil o ponerte a mirar su pantalla frente a una inmensa mayoría que hace lo mismo en el vagón, ya sea para leer, jugar o ver un videoclip. Son situaciones tan cotidianas que lo que ahora nos parecía raro sería lo contrario: encontrar a quien rehúsa de estos dispositivos.
Su potencial a lo largo de los años se ha ido desarrollando hasta tal punto que los 'smartphones' se han convertido en un objeto casi indispensable en nuestras vidas. Como un pequeño ordenador de dimensiones reducidas que nos ayuda a conectar con el mundo exterior, con nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo, sin importar lo lejos que estén.
A priori, un avance extraordinario lleno de numerosas ventajas. Sin embargo, esa sensación de estar permanente conectados en ocasiones nos hace olvidar justamente lo contrario: la necesidad de desconectar.
En eso es en lo que inciden los partidarios de volver a lo antiguo, a esos viejos teléfonos de tapa que servían esencialmente para realizar llamadas y para mandar, de cuando en cuando, algún que otro SMS. A esos dispositivos donde la comunicación se alejaba de la frivolidad que a menudo inunda las redes sociales. A esos móviles donde la comunicación no hacía su hegemonía en la mensajería instantánea y los emoticonos.
Con este pensamiento, son ya varios rostros conocidos del mundo empresarial e incluso de Hollywood quienes se afanan en probar que se puede vivir sin los teléfonos inteligentes.
Entre ellos, tal y como recoge BBC, Danny Groner, empresario de Silicon Valley, gerente de la agencia de fotos Shutterstock que está valorada en más de 1.000 millones de euros, y uno de los orgullosos americanos que no pertenece a los dos tercios de estadounidenses con un 'smartphone'.
"Me paso 13 o 14 horas al día frente a una pantalla. Eso es suficiente. No tienen que ser 17 horas", explica Groner, quien expresa su miedo a "quemarse demasiado" si después de salir de su jornada tiene que también estar pendiente de los correos que le llegan a su dispositivo o simplemente prestarle una atención que podría emplear en otra cosa.
No obstante, pese a admitir que considera que su renunciar a estos móviles le ha hecho ser mejor y más eficiente como trabajador, reconoce: "si todo el mundo fuera como yo no se terminaría ningún trabajo", señalando la necesidad que suponen para llevar a cabo ciertos proyectos en los que un continuo 'feedback' es necesario.
En cualquier caso, son varios los especialistas, –como la profesora de psicología de la Universidad de Harvard, Holly Parker–, los que afirman que "la gente no tiene por qué elegir entre trabajar también en casa o no hacerlo", y por ello, considera que efectivamente un empleado rendirá mejor si éste tiene tiempo suficiente para descansar y –desconectar– de su rutina profesional.
Otros, sin embargo, en una postura más moderada, entienden que la decisión de volver a lo antiguo, de dar un paso atrás, puede suponer una señal que indica que estamos asumiendo el control y no entregándonos meramente a la necesidad que quiere imponernos la tecnología, pero a la vez subrayan que la solución idónea sería, simplemente, saber cuándo es hora de alejarse de tu móvil y olvidarte de él por unas horas.