Signal, la aplicación de mensajería más segura que está arrasando en medio mundo
El servicio es similar a WhatsApp o iMessage pero está cifrado de extremo a extremo
Es propiedad de una fundación sin fines de lucro, en lugar de una corporación
Signal es la aplicación de mensajería del momento. Se trata de un servicio cifrado de extremo a extremo, similar a WhatsApp o iMessage, pero que es propiedad y está gestionado por una fundación sin ánimo de lucro en lugar de una corporación, y ofrece protecciones de seguridad más amplias. Durante las recientes protestas en EEUU contra el racismo, las decargas de Signal aumentaron un 50% en comparación con los seis meses anteriores, según la revista 'Time'. Y en Hong Kong subieron un 1.000% entre marzo y agosto, coincidiendo con la imposición por parte de China de una controvertida ley de seguridad nacional.
"Estamos viendo que mucha gente que asiste a sus primeras acciones o protestas este año, y una de las primeras cosas que les digo que hagan es que descarguen Signal”, dice Jacky Brooks, un activista con sede en Chicago que lidera la seguridad y la protección de Kairos, un grupo que capacita a los afromaericanos para utilizar las herramientas digitales para organizarse para el cambio social. “Signal y otras tecnologías de encriptación de extremo a extremo se han convertido en herramientas vitales para proteger a los organizadores y activistas”.
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La base de usuarios de Signal es todavía una fracción de la de su principal competidor, WhatsApp’s, que tiene unos 2.000 millones de usuarios y es propiedad de Facebook. Pero entre los manifestantes, disidentes y periodistas de investigación Signal es la nueva referencia por la poca información que guarda sobre sus usuarios. En el fondo, ambas aplicaciones utilizan la criptografía para asegurarse de que los mensajes, imágenes y vídeos que llevan sólo pueden ser vistos por el remitente y el destinatario, y no por los gobiernos, espías, ni siquiera los diseñadores de la propia aplicación.
Pero en Signal, a diferencia de WhatsApp, los metadatos de sus mensajes están cifrados, lo que significa que ni siquiera las autoridades con una orden judicial pueden obtener su libreta de direcciones, ni ver con quién está hablando y cuándo, ni ver sus mensajes. WhatsApp declara en su sitio web que no almacena registros de quién está enviando mensajes a quién, “en el curso normal de la prestación de nuestro servicio”. Sin embargo, tiene la capacidad técnica para hacerlo.
Signal, por el contrario, no puede cumplir con la aplicación de la ley aunque quisiera. En 2016, un gran jurado de Virginia citó a Signal para obtener datos sobre un usuario, pero como encripta prácticamente todos sus metadatos, la única información que Signal pudo proporcionar en respuesta fue la fecha y la hora en que el usuario descargó la aplicación, y cuándo la había utilizado por última vez. “Signal trabaja muy, muy duro para proteger a sus usuarios limitando la cantidad de metadatos disponibles en caso de una citación”, dice Harlo Holmes, director de seguridad digital de la sala de redacción de la Fundación para la Libertad de Prensa.
EL periodista Billy Perrigo explica que el sistema de valores de Signal se alinea perfectamente con la creencia, popular en los primeros días de Silicon Valley, de que la encriptación es la única clave para la libertad individual en un mundo en el que las autoridades usarán la tecnología para promover sus objetivos inevitablemente autoritarios. Conocida como criptoanarquismo, esta filosofía surgió a finales de los años 80 entre los informáticos libertarios e influyó en el pensamiento de muchos programadores, incluido Moxie Marlinspike, el enigmático creador de Signal.
En 2010 Marlinspike lanzó dos aplicaciones, una para mensajes de texto y otra para llamadas telefónicas basadas en el protocolo. En 2014 las fusionó y nació Signal. La aplicación se mantuvo a flote gracias a los casi 3 millones de dólares de financiación del Open Technology Fund, una organización sin ánimo de lucro financiada por el Congreso que financia proyectos destinados a contrarrestar la censura y la vigilancia. De acuerdo con las mejores prácticas de seguridad, el Protocolo Signal es de código abierto, lo que significa que está disponible públicamente para que los analistas de todo el mundo lo auditen y sugieran mejoras.
Legislación contra la encriptación
Sin embargo, el futuro podría deparar algunas nubarrones en el despejado horizonte de Signal. El Departamento de Justicia estadounidense quiere enmendar el artículo 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, que actualmente permite a las empresas tecnológicas evitar la responsabilidad legal por las cosas que los usuarios dicen en su plataforma.
“Mientras que una fuerte encriptación proporciona enormes beneficios a la sociedad y es indudablemente necesaria para la seguridad y privacidad de los estadounidenses, la tecnología de encriptación de extremo a extremo está siendo abusada por depredadores de niños, terroristas, traficantes de drogas e incluso hackers para perpetrar sus crímenes y evitar ser detectados”, dijo el Fiscal General William Barr el 23 de junio. “La encriptación a prueba de garantías permite a estos criminales operar con impunidad. Esto es peligroso e inaceptable”.
Aún así, a pesar del riesgo existencial que una ley que socave la encriptación supondría para Signal, Brian Acto Acton, presidente ejecutivo de Signal Foundation, dice que ve la posibilidad como una amenaza de rango “bajo medio”. “Me sorprendería mucho que el público americano aprobara una ley como esta que resistiera el paso del tiempo”, dice. Si eso ocurriera, añade, Signal trataría de encontrar formas de evitar la ley, posiblemente incluyendo la salida de los Estados Unidos. Eso podría significar tener que reincorporarse en algún lugar".