Las personas suelen dar consejos a amigos, que después ellos no cumplen en su vida real. En esto se ha basado un equipo de la Universidad de Barcelona, el IDIBAPS y Virtual Bodywoork, para observar los efectos de hablar con uno mismo como si se tratara de otra persona a través de la realidad virtual.
El estudio concluye que una conversación con un yo en el cuerpo de Sigmund Freud contribuye a mejorar el estado de ánimo, más que hablar sobre nuestros problemas en una conversación virtual con un guion preestablecido. Cuando las personas adaptan un cuerpo distinto en la realidad virtual, los comportamiento, actitud y percepción de las cosas cambia.
“En otros estudios hemos demostrado que es posible hacer que la gente hable con ella misma como si fuera otra persona, cambiando el cuerpo a diferentes avatares, y así hemos visto que el estado de ánimo de los participantes mejoraba”, ha explicado el director del informe, Mel Slater.
Los investigadores compararon un grupo de personas que hablaban consigo mismas en la realidad virtual y otro que hablaba con Freud. En el segundo caso, el participante primero le relataba lo ocurrido al hombre desde su avatar y, posteriormente, se sumergía en Freud para responder al problema. Siempre era él, pero con diferente perspectiva dentro de la realidad virtual.
Una semana después del experimento, más del 80% de los participantes del grupo que había cambiado de cuerpo notó un cambio respecto a sus problemas en comparación con los participantes del grupo de control. “Vimos que los que habían cambiado de cuerpo habían recibido más información y un mejor conocimiento y control del problema, así como nuevas ideas sobre él, en comparación con el grupo control”, asegura Slater.
"Ahora que la realidad virtual está disponible como un producto de buena calidad y con un coste inferior al de un teléfono inteligente, algunos doctores podrían utilizar este método, por ejemplo, para poner deberes a los pacientes y que lleven a cabo esta actividad en casa”, sugiere el investigador.