El ámbar es la resina fósil de las coníferas, árboles o arbustos evolutivamente muy antiguos. Gracias a esta pegajosa sustancia, los restos de animales o plantas que quedaron atrapados en ella hace millones de años, se conservan aún hoy en perfecto estado.
"Ver algo tan completo es asombroso. Es simplemente impresionante", explicó a New Scientist, Ryan McKellar, miembro del Royal Saskatchewan Museum de Regina, en Canadá. "Es la visión más completa y detallada que jamás hemos tenido", añadió el investigador.
Gracias a estudios similares el grupo de investigadores han podido determinar que el ADN del pájaro es inutilizable, ya que la carne se ha degradado en carbono. Aun así, “es una impresión muy detallada del animal”, asegura McKellar.
Las plumas del pájaro no son de colores llamativos, sino que debajo del ámbar se puede vislumbrar unas plumas marrones. Según el grupo investigador, perteneciente al Royal Saskatchewan Museum de Regina, en Canadá, esta especie eran conocidos como ‘enantiornites’ y vivieron con los antepasados de las aves que conocemos hoy en día y compartió hábitat con los dinosaurios hace 66 millones de años.
Las crías de esta especie solo tendrían plumas en sus alas y en su cola, lo que las ayudaría a volar, mientras que carecerían de plumas en el resto de su cuerpo, al contrario de las actuales crías de aves.
McKellar explicó que se cree que éstas aves salían del cascaron en el suelo y que trepaban por los árboles, lo que les hacía muy propensos a quedar atrapados en la savia.