La realidad supera a la ficción cuando se trata del reino animal. La última muestra de ello es la mosca de la fruta genéticamente modificada por un equipo de la Universidad de California (Berkeley, EEUU), que ha dejado de ser presa fácil para ranas y pájaros, su mayor depredador. El que aún cae en la trampa rápidamente se da cuenta de su error: su veneno provoca el vómito. Pero, ¿para qué esta mutación tan peculiar?
Al leer esta noticia una pregunta se hace evidente: ¿Qué le pasaría a un humano que se lleva a la boca esta mosca? Si tan sólo ingiere una, además de quedarse con hambre, seguramente su veneno no surta efecto, pero en una cantidad suficientemente grande, el resultado sería el mismo que al tomar jarabe de ipecacuana, una sustancia extraída de una planta utilizada para inducir náuseas. Así lo han asegurado los científicos que han participado en el estudio, publicado el miércoles en la revista 'Nature'.
El equipo de investigadores diseñó genéticamente estas moscas utilizando la técnica de edición genética CRISPR-Cas9 para que pudieran comer algodoncillo tóxico si morir. Se trata de la misma estrategia que utiliza la mariposa monarca para evitar a sus depredadores, que 'secuestra' el veneno de este algodoncillo al consumirlo y es capaz de ingerir plantas que de otra manera le matarían.
Los científicos han logrado así recrear por primera vez en un organismo multicelular un conjunto de mutaciones evolutivas que conducen a una adaptación totalmente nueva de su dieta y una innovación para disuadir a los depredadores.
Las moscas con la triple mutación genética demostraron ser 1.000 veces menos sensibles a la toxina del algodoncillo que la mosca de la fruta silvestre.
El objetivo del trabajo era establecer qué cambios genéticos en el genoma de las mariposas monarcas eran necesarios para permitirles comer algodoncillo sin intoxicarse. Lo que sorprendió a los investigadores es que, con tan sólo tres sustituciones de un solo nucleótido en un gen, la mosca de la fruta tenía la misma resistencia a las toxinas que las mariposas.
Pero no todo es idílico, porque el precio que pagan estas 'supermoscas' por escapar de su depredador está aún por descubrir. A cambio de seguir con vida su sistema nervioso podría encontrarse con dificultades para recuperarse, claro que toda consecuencia parece una nimiedad al lado de morir.