Islas de basura, una realidad del tamaño de casi tres veces la superficie de España

Violeta S. Martín 02/06/2016 11:13

Formadas en su gran mayoría por los resíduos plásticos que van a parar al mar y arrastran las corrientes oceánicas, en la actualidad hay registradas cinco islas de basura, dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico. Fue en 1997 cuando el navegante británico Charles Moore descubrió la más grande. La 'sopa tóxica' del oceáno Pacífico, situada entre Hawai y California, al occidente de EEUU, ha llegado a ser denominada como el 'octavo continente'. Una formación que acumula hasta cuatro millones de toneladas de basuras y que se calcula que cuenta con una superficie de 1,5 millones de km² o, lo que es lo mismo, tres veces el tamaño de España. Aunque de menor tamaño, las cuatro restantes le siguen a la cola. Se dice que la que se encuentra en el océano Índico puede llegar a contar con una extensión de hasta 5.000 km², según señalan algunos informes, y debido a las fuertes corrientes de ese océano está migrando constantemente de un lado a otro, moviéndose de África hacia Australia. Esta mancha de basura se formó también por la acumulación por ejemplo, de desechos de madera como vigas, postes telefónicos y otros restos de construcciones que se desprendieron durante el terremoto y tsunami de Japón en 2011.

8 millones de toneladas de basura cada año en los océanos

Aunque estas 'islas de basura' están compuestas de todo tipo de residuos que acaban en el mar, cerca del 90% de los desechos son plástico según afirma la revista National Geographic. Cada año llegan a los mares y océanos 8 millones de toneladas de basura. "El 80% provienen de la tierra, de residuos abandonados, del mal tratamiento de las aguas, de partículas que no pasan por el filtro de depuradoras de agua (como las microesferas usadas en cosméticos, fibras de tejido textil que se van desgranando en el proceso de lavado...). El otro 20% proviene de actividades humanas en el mar como son los residuos de barcos de todo tipo y restos de aparejos de pesca abandonados", explica Elvira Jiménez Navarro, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.

Todos ellos, residuos que se fragmentan en pequeños trozos por la acción propia del oleaje y la luz solar y se acumulan por las corrientes oceánicas favoreciendo la formación de esta 'sopa de basura'. Una denominación que prefieren utilizar en Greenpeace para este fenómeno "ya que la mayoría de la basura se encuentra flotando en la columna de agua, sólo el 15% lo hace en la superficie y son, en su mayoría, fragmentos pequeños de plástico, no una capa contínua de grandes residuos". Desechos plásticos, partículas radioactivas y prácticamente cualquier otro resto flotante de origen humano y desechos que ensucian los océanos que, como los miles de millones de organismos marinos unicelulares conocidos como fitoplancton, tardan sólo diez años en desplazarse de una región de los océanos a casi cualquier otro lugar en el mundo, según los recientes estudios llevados a cabo investigadores de Princeton.

Estas partículas de basura, en su mayoría plásticos, tienen un gran impacto medioambiental por su toxicidad y todos los elementos que liberan al agua marina. "Se incorporan a la cadena alimentaria al ser confundidos por alimento por muchas especies marinas y provocan la muerte de algunas de ellas por acumulación en sus estómagos o porque quedan atrapadas en los residuos de mayor tamaño", afirman en la organización ecologista.

¿Cómo lo solucionamos?

Estas islas de basura se encuentran en continuo movimiento y en distintas concentraciones por lo que sería muy costoso "filtrar" toda esta cantidad de masa de agua 'infectada'. "Actualmente no hay tecnología disponible para recoger toda la basura que hay en los océanos", Elvira Jiménez de Greenpeace. "Hacerlo, además, tendría un impacto ambiental importante dado que también ser recogería vida marina de tamaño microscópico que es fundamental para la red alimentaria de los océanos", añade.

Por lo que la única solución posible a día de hoy pasa por no agravar el problema al que se enfrentan nuestros oceános. Para ello habría que reducir al máximo la entrada de estos residuos en los océanos. "Desde el consumo individual, en el que deberíamos reducir el consumo de envases, evitar el sobreenvasado y reciclar adecuadamente evitando abandonarlos en cualquier lugar. También demandar a las autoridades que implanten sistemas de residuos adecuados, que incentiven la devolución de los envases para evitar su abandono, por ejemplo el sistema de retorno de envases, que los sistemas de tratamientos de aguas sean los adecuados y que se realicen campañas de sensibilización", explican en la organización. Por otro lado, las grandes corporaciones que producen artículos o consumibles con este tipo de envases deberían asegurarse de que los residuos se tratan de forma adecuada, optar por materiales alternativos cuando sea posible y fomentar la investigación para el uso de nuevos materiales.

El gran problema: el consumo de plástico

Sin duda, una cosa está clara. El gran causante de este vertedero en los océanos es el abundante consumo de plástico. Un material que, además de poder tener distintas composiciones químicas y por tanto distinta toxicidad y procesos de degradación, puede flotar más en el agua y permanecer así más tiempo en el ambiente. Un residuo que genera un importante impacto económico en las zonas costeras ya que afectan negativamente al turismo y supone un coste elevado en la limpieza de playas.

Pese a este problema real, su consumo en la sociedad actual no para de crecer. En las últimas décadas su uso ha aumentado de forma alarmante hasta convertirse en un material sin el que parece imposible poder mantener nuestro estilo de vida ya que está presente en todo tipo de artículos, ya sean duraderos o no. Según los datos aportados por Greenpeace "en 1980 se produjeron 60 millones de toneladas de plástico, en 2010 esta cifra ya superaba los 270 millones de toneladas y se estima que en 2020 esta cifra se pueda duplicar".