El incendio que arrasa Portugal en los últimos seis días, afecta a una zona montañosa de difícil acceso en el Algarve. Sigue avanzando sin control después de que las fuertes rachas de viento hayan reactivado las llamas, lo que ha puesto en alerta la población y ha obligado al Gobierno portugués a calmar los ánimos. Muchos ciudadanos tienen aún presentes el terrible incendio que vivieron durante el año pasado, y que acabó con la vida 64 personas.
Las localidades y aldeas más cercanas han sido desalojadas, y ya alcanza los municipios de Odemira, Silves y Portimão. A su paso, el fuego sigue destruyendo todo lo que encuentra en su avance: casas, cultivos e infraestructuras. Además, ha dejado a más de 40 kilómetros sin electricidad, debido a la destrucción del tendido eléctrico. Incluso, temen que las llamas lleguen a un almacén lleno de materiales combustibles que se encuentra cerca de las villas afectadas.
La falta de humedad, los termómetros rondando los 35ºC y las rachas de viento no ayudan a controlar las lenguas de fuego. El panorama es desolador, los cielos se han cubierto de intensa humareda gris, dejando imágenes que tiene poco que ver con las típicas del Algarve. Un grupo de bañistas no daba credito por el color del cielo.
Solo en los primeros días ha calcinado más de 15.000 hectáreas. Hasta el momento, las autoridades portuguesas afirman que la extinción y control del incendio se prolongara unos días más, lo que aún alerta y enfada más a los ciudadanos, que critican severamente a las autoridades y servicios de extinción.
Afirman que eran conocedorres del alto riesgo de incendio en la zona por las altas temperaturas registradas durante la semana pasada, y no han actuado activado un plan mejor de prevención y control de la zona.
El Gobierno ha lanzado un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos y apoya la labor de los más de 2000 bomberos y 400 equipos de extinción que se encuentran en la zona. Nuestro país ha aportado tres aviones de ayuda.
Los medios de comunicación, obligados a abandonar la zona, recorren la zona y se encuentran con bosques que parecen desiertos grises, casas completamente quemadas y coches de los que solo quedas la estructura. Una multitud de ciudadanos llora la perdida de sus enseres, y en los casos más dramáticos de animales que tuvieron que dejar atrás en la huida.