El ingeniero que quiere usar la inteligencia artificial para ahorrar agua en los campos de cultivo
Su idea es colocar sensores conectados a internet para saber cuándo es necesario regar los cultivos
Los creadores consiguieron la implicación de Microsoft para desarrollar el prototipo
Hablamos con Santiago Rodrigo, uno de los impulsores de Fluviq
Esta historia comienza en un pequeño pueblo de Toledo, Miguel Esteban, de donde procede el ingeniero informático Santiago Rodrigo. Con tan solo 22 años y experiencia laboral en empresas como Amazon y BMW, se propuso usar la tecnología para fomentar el uso responsable del agua en los cultivos españoles.
Santiago Rodrigo comenta que su familia ha trabajado durante muchas generaciones en el campo, y él se sorprendía de que se regara “a ojo” en pleno siglo XXI: “Va mi abuelo y dice, ‘el campo está seco, vamos a regar esta semana’”. Por estos motivos, comenzó una startup con la idea de ofrecer más información a agricultores y optimizar así la gestión de los recursos hídricos, lo que será cada vez más imprescindible si continúa la escasez de agua que afecta a gran parte del campo español.
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La idea de ‘conectar’ el campo a la IA
Con unos sensores que se clavan en la tierra, se mide la humedad y los nutrientes a diferentes profundidades. De esta forma, gracias a los datos de los cultivos y las imágenes por satélite procesados con algoritmos de IA, se informa al agricultor de cuándo es necesario aportar más agua. “Este producto no consiste en decirle lo que tiene que hacer, pero sí dar la información y la tranquilidad de que no hace falta más agua, de que por pasarte una semana más sin regar no vas a cargarte la cosecha de todo el año”, matiza Santiago Rodrigo.
Con respecto a la conectividad móvil, necesaria para que el invento funcione, el ingeniero confirma que “en España tenemos bastante suerte porque está bastante extendida”, pero sí que puede ser un reto a la hora de expandirse en otras latitudes.
Un proyecto que se acabó de gestar en Shanghái
Este proyecto, que comenzó como un hobby, es el que le acabó llevándolos a él y a su cofundador, Daniel Hurtado, a Shanghái: “Allí nos acogieron en el campus Sino-Hispánico de la Universidad de Tongji, donde hay una aceleradora de startups”. Todo de un día para otro y con la incertidumbre de no saber ni siquiera si tendrían un lugar en el que dormir: “Cuando llegamos a la residencia de estudiantes, nos habían dicho que preguntáramos si había sitio donde quedarnos, pero nadie hablaba inglés y no nos dejaban pasar más allá de la puerta”, comenta Rodrigo entre risas.
Una vez instalados, comenzó la parte más difícil: desarrollar un prototipo viable con el que poder comenzar a probar su idea. Estar en China fue para ellos una gran suerte, ya que allí “envías un diseño y puedes tener un prototipo en dos o tres días, algo que en España tardaría mínimo una semana y media o más”.
Allí se pasaron semanas trabajando en el proyecto, hasta que se quedaron encallados con el hardware del dispositivo. En ese momento, se interpuso el programa AI-IoT Co-Innovation Labs de Microsoft en su camino. “Nosotros teníamos un prototipo que no acababa de funcionar y sus ingenieros en dos días nos dijeron ‘ah, pues mira es que el pin estaba al revés’”, comenta Rodrigo. A partir de ahí, ya solo quedaba probarlo primero en macetas y luego en las viñas de La Mancha.
“Es mucho más prioritario, por ejemplo, en el sur de España, con los cultivos de mango y aguacate, que son frutas tropicales y consumen 4 o 5 veces más de agua por hectárea”, explica Rodrigo en relación con la expansión futura: “Es fundamental planificar los recursos hídricos en este en estos tipos de cultivo”.
Preguntado por el consejo que da a otros jóvenes que estén pensando en emprender y experimentar, Rodrigo recomienda “no tener miedo y lanzarse a la aventura”. Precisamente, al ser jóvenes “siempre habrá tiempo de volver a un trabajo corporativo”.
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