Àngels Fitó (Barcelona, 1970) tomó posesión de su cargo como rectora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) el pasado 13 de abril, y su mandato se prolongará, en principio, hasta 2030. Ella es una de las 19 mujeres que está al frente de una universidad española (nueve en la pública y 10 en la privada) de las 76 (50 públicas y 26 privadas) que forman parte de Conferencia de Rectores de la Universidad Española (CRUE).
Doctora en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y profesora sénior de la UOC, desde 2019 era vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de esta universidad.
La UOC se convirtió en la primera universidad online del mundo en 1995. Con 87.500 alumnos matriculados, este curso ofrece 28 grados, 53 másteres universitarios, 68 másteres y posgrados propios, y 8 doctorados, entre otras formaciones.
Pregunta. ¿Por qué sorprende todavía que una mujer llegue al puesto máximo de una universidad?
Respuesta. Yo creo que es fruto de esta tijera de género que se produce en el ámbito académico. Los requisitos para ser rector incluyen una serie de aspectos relacionados con la investigación, donde hay una menor presencia de mujeres, precisamente, porque su contribución a lo largo del tiempo al ámbito académico se ha invisibilizado. Llegar a ser rectora es el final de la cadena, donde existe un sesgo que yo espero que con los años vaya remitiendo.
P. ¿Cuáles son sus planes más inmediatos para esta institución?
R. Ahora estamos en plena revisión de la estructura organizativa para poder, después, desplegar todo el mandato. Este pasa por consolidar el modelo académico, el organizativo y el financiero. Para ello contamos con tres grandes palancas: la investigación, las alianzas y la tecnología.
P. ¿Tiene algún plan personal para la UOC?
R. La verdad es que no tengo ninguna prioridad personal más allá de llevar la institución lo más lejos posible.
P. Uno de los grandes retos de la universidad online es la personalización, teniendo en cuenta que el alumnado es cada vez más heterogéneo, muchos vienen incluso del mundo laboral, de otros países. ¿Cómo debe afrontarse?
R. Efectivamente, el gran reto de una universidad como la UOC, con casi 90.000 estudiantes y más de 105.000 alumni, es dar una atención personalizada. Para ello disponemos de dos grandes herramientas. Primero, la tecnología, que nos tiene que ayudar a discriminar, a personalizar y a dar flexibilidad a los itinerarios. Pero, también todo el modelo de acompañamiento por parte de expertos pedagógicos, académicos y profesionales, que creo que nos hace únicos, y que permite dar apoyo humano a aquella parte de la personalización que lo que requiere es una respuesta humana.
P. Alguien puede pensar que ese acompañamiento al estudiante en una universidad online es más difícil porque no hay un cara a cara físico entre un profesor y un alumno.
R. En nuestro caso, yo siempre digo que el acompañamiento que recibe el estudiante es individual. El alumno tiene la posibilidad de tener acceso a la persona que lo acompaña desde el punto de vista más pedagógico y a la persona que lo acompaña desde el punto de vista más disciplinar. En nuestro modelo educativo es el acompañamiento individual y personalizado lo que nos hace distintos de otras propuestas de formación online.
P. Ha mencionado usted la flexibilidad en los estudios. ¿A qué se refiere?
R. Lo que tenemos comprobado es que normalmente los estudiantes no siguen estos itinerarios lineales que en un principio tenemos planificados. No todos los alumnos hacen primero el grado, luego el máster y luego el doctorado, ni todos se mueven en la misma disciplina. Muchos hacen trayectorias de lo más diversas, saltando de ámbitos disciplinares y moviéndose por todo el ámbito educativo. Más del 30% de nuestros estudiantes vienen de la FP, pero también tenemos alumnos de grado que se pasan a la FP y que se mueven entre la formación oficial y no oficial en función de sus necesidades. Por eso tenemos que conseguir que la formación sea lo más fluida, facilitar que el estudiante se pueda mover lo más libremente por este panorama formativo.
P. ¿Tendría que haber todavía más colaboración entre la Universidad y la FP?
R. Sí, es fundamental que haya una conexión lo más perfecta posible entre la FP y las universidades. Hay que entender que la FP depende del ámbito de Educación y las universidades del Ministerio de Universidades y esto no garantiza que esta conexión sea siempre fluida. Lo que se precisa es hacer efectivas estas pasarelas para que los estudiantes se puedan mover. Lo que nos dice la investigación es que la gente quiere escoger, pero quiere que alguien lo acompañe en el proceso de decisión. Y ahí es donde estamos, intentando promover la flexibilidad, pero dando el mayor acompañamiento posible.
P. La inteligencia artificial (IA) es una excelente herramienta para una universidad como la que usted dirige, pero también un reto a la hora de evaluar a los alumnos, ya que estos pueden utilizar, por ejemplo, ChatGPT para hacer sus trabajos e incluso sus exámenes. ¿Tenéis pensado cómo luchar ante estos fraudes?
R. Efectivamente, la IA es una oportunidad en el ámbito de la educación. Para una universidad con tantos estudiantes como la nuestra, la IA nos debe permitir personalizar todavía más. ChatGPT es una herramienta que incrementa la capacidad de producir que tenemos las personas, ya que hace algo que hacíamos nosotros como seres humanos de otra manera. Por tanto, puede multiplicar la productividad de nuestras horas de trabajo. Lo que tenemos que hacer es integrarla en los procesos de aprendizaje para garantizar que la utilizamos correctamente. Esto pasa por hacer procesos de evaluación que integren la inteligencia artificial y por pedir a los alumnos que hagan cosas que la IA no puede. Pasado este boom, hemos visto que la IA no es infalible: ofrece respuestas equivocadas a preguntas correctas e incorpora determinados sesgos. Tenemos que garantizar que las personas utilizan la IA de manera correcta. Y la evaluación no es más que un reflejo de la intención de dar utilidad a la IA de manera correcta.
P. ¿Cómo deberían ser, entonces, los exámenes para poder evaluarlos correctamente?
R. Hay una parte de construir argumentos o justificaciones en ls que la IA no afina mucho: lo que tiene que ver con la creatividad o la gestión de equipos o de las emociones, la personalización, el hacer frente a situaciones imprevistas. Todos estos son ámbitos en los que la IA no se mueve bien. Lo que hace es tratar grandes datos y encontrar patrones comunes, pero todo lo que se aparte de esto debe ser objeto de formación y evaluación.
P. ¿Qué le parece la última reforma universitaria acometida por este Gobierno?
R. Creo que la LOSU es un paso adelante, seguramente no todo lo ambiciosa que podría haber sido, aunque teniendo en cuenta que parte de un consenso interesante. La intencionalidad es clara: reducir la precariedad en las plantillas del profesorado, hacer una apuesta por la internacionalización, por la ciencia abierta, por los temas de género. Creo, en cambio, que podría haber hecho una apuesta más ambiciosa por la autonomía universitaria. Además, la ley debería estar acompañada por una financiación necesaria para hacerla creíble. Por otra parte, plantea una transformación a nivel de profesorado, con distintas categorías, que no es abordable en el plazo que en un principio estaba previsto.
P. España es el segundo país después de China donde más investigadores firman estudios como si fueran investigadores de otros centros, como la Universidad Rey Saúd, en Riad, (Arabaia Saudí) pese a tener un contrato de funcionario a tiempo completo con una universidad española. ¿Qué opinión tiene de todo esto?
R. Tenemos que diferenciar la ciencia de lo que es todo el sistema de investigadores y de planificación y gestión de la ciencia. Lo digo porque corremos el riesgo de perder legitimidad como instituciones que promueven la generación y el intercambio de conocimiento. Esto, en un momento en el que las fake news proliferan, sería un riesgo a nivel de sociedad. Hay que tener máxima y absoluta confianza en la ciencia para resolver los grandes retos que tenemos como país y sociedad. Quiero pensar que son casos aislados, fruto de un sistema un poco arcaico en el reconocimiento de las carreras académicas. No quisiera que estos hechos pusieran en riesgo la visión y confianza que tenemos que tener en la ciencia en sí misma.
P. ¿Debería llevarse una investigación y depurarse responsabilidades?
R. Evidentemente, para que sigamos confiando en la ciencia, es evidente que la transparencia es fundamental. Y el riesgo de no hacerlo es considerable si lo que ponemos en tela de juicio es la capacidad de la academia de generar conocimiento científico creíble y útil.