No son los pesticidas: lo que está matando a los peces de África son las heces de los hipopótamos
La Reserva Nacional Maasai Mara de Kenia es el hogar de más de 4.000 hipopótamos
Cada día, en un tramo de solo 100 km de río, liberan más de 8000 kg de desechos
En la época de lluvias, las heces discurren por el río y agotan el oxigeno del agua
En el río Mara, que fluye entre Kenia y Tanzania, los peces mueren de manera masiva puntualmente. Cada vez que el cauce sube unos centímetros, la orilla se llena de buitres, cocodrilos y hienas que devoran los restos de pescado que aparecen varados. Durante un tiempo se culpó a los pesticidas de los agricultores, pero un estudio ha revela qué es lo que está pasando realmente: las heces de los hipopótamos consumen todo el oxígeno.
La Reserva Nacional Maasai Mara de Kenia es el hogar de más de 4.000 hipopótamos que pasan la noche comiendo y se meten en el agua durante las horas más calurosas del día. Durante las eternas horas que pasan frescos en remojo, aprovechan para revolcarse y excretar sus desechos: “Alrededor de 8.500 kilogramos de desechos en un tramo de río de solo 100 kilómetros de largo”, según los investigadores Chris Dutton y Amanda Subalusky, que publican sus resultados en la revista ‘Nature’.
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Aguas demasiado tóxicas para los peces
Sus desechos son materia orgánica con alto contenido de carbono, el suministro perfecto para un montón de bacterias que se disponen a descomponerla en el agua. Pero al hacerlo, estas bacterias no solo devoran el carbono de las heces, también consumen el oxígeno del río.
Durante la estación seca, el río Mara es estrecho y poco profundo, y el estiércol de los hipopótamos lo invade todo. Al llegar las lluvias, sus charcos se inundan y el lodo del fondo pasa a discurrir río abajo en lo que se denominan “flujos de descarga”.
La reducción de oxígeno en el agua hace que es vuelva “anóxica” (sin oxígeno), y de ese estado se derivan subproductos microbianos, como el sulfuro de hidrógeno o el amoníaco, así como metano. Un cóctel que hace imposible la supervivencia de los peces, que mueren asfixiados.