Golpe maestro: cómo Pfizer ganó la carrera de las vacunas

  • AstraZeneca llevaba la delantera a principios del verano, pero sufrió un incidente que retrasó el final de sus ensayos.

  • Moderna iba tres semanas por delante de Pfizer, pero el Gobierno le obligó a revisar sus ensayos

  • Pfizer ganó la carrera y supo elevar su capacidad de producción frente a las limitaciones de sus rivales

Cuando termine 2021, Pfizer y BioNTech habrán fabricado 3.000 millones de dosis de su vacuna contra la covid, según sus propias previsiones. Acaparan el 80% del mercado europeo, el 74% del norteamericano y se comercializa en más de 150 países.

Un triunfo comercial incontestable en la carrera de las vacunas el conseguido por esta compañía farmacéutica de Estados Unidos, la tercera en volumen del mundo, cuyo medicamento más conocido hasta 2020 era la Viagra contra la disfunción eréctil.

Más triunfo, si cabe, porque la vacuna que se conoce en la calle como 'la de Pfizer' -¿alguien usa el nombre registrado: Comirnaty?- ni siquiera es un diseño propio, sino de BioNTech, una biotecnológica alemana. Si no con la fama, al menos la 'lana': los alemanes se pueden consolar con el dinero. Comparten a medias ingresos conjuntos que en 2021 rondarán los 30.000 millones de euros.

“Ha sido el mayor golpe de marketing de la historia farmacéutica de Estados Unidos”, señalaba el Financial Times en un artículo en el que alertaba también sobre el excesivo poder que había acumulado Pfizer con su vacuna contra el covid. ¿Cómo ha conseguido Pfizer ganar la carrera cuando en los primeros meses ni siquiera figuraba entre las favoritas?

AstraZeneca lleva la delantera

A principios del verano, eran los investigadores de la Universidad de Oxford aliados con la farmacéutica británica de origen sueco, AstraZeneca (AZ), quienes presumían de llevar la delantera. A diferencia de Pfizer y Moderna, no utilizaba ARN mensajero sino un adenovirus de chimpancé, inocuo para los humanos, como vehículo para introducir la información genética que debía estimular el sistema inmune. Era una vacuna que ya habían probado en anteriores prototipos de vacuna.

Tendrían su vacuna lista para septiembre, aseguraban los de Oxford. El mundo les creyó y empezó a reservar dosis a mansalva. El primer gran precontrato y el más grande de la Comisión Europea fue con AstraZeneca por 200 millones de dosis el 14 de agosto de 2020. Era la vacuna por la que apostaba el mundo.

Europa no contaba con Pfizer

En ese tiempo, Bruselas no contaba con Pfizer/BioNTech. A finales de agosto anunciaba negociaciones y preacuerdos de compra con cinco farmacéuticas. Ninguna era Pfizer, pese a que el diseño de su vacuna procedía de una biotecnológica alemana que había recibido una potente subvención de Berlín y estaba radicada en Maguncia, a menos de cuatro horas de Bruselas.

La comisión no firmó el primer contrato por 200 millones de dosis con Pfizer/BioNTech hasta tres días después de que el 9 de noviembre asombrarán al mundo con los resultados de su vacuna de ARN. la primera de fabricación occidental.

Nadie lo esperaba. Desde el verano había calado la idea de que el 'caballo' de Oxford/AstraZeneca llevaba la delantera en la carrera, seguido de Moderna y después el resto: Pfizer/BioNTech, Curevac, Janssen... Pero entonces pasó algo. Nada inusual en un ensayo de vacunas. Pero en una competición tan apretada como la de las primeras vacunas contra el covid, resultó determinante para que Pfizer sacara un cuerpo de ventaja en la línea de meta.

La pifia de AstraZeneca

Dos voluntarios del ensayo de AstraZeneca sufrieron daños neurológicos. Los ensayos de última fase se paralizaron durante semanas hasta determinar las causas. Fue el primero de la catarata de errores de comunicación de AstraZeneca. Por cierto, a los supervisores de la agencia de medicamentos de Estados Unidos (FDA) no les gustó nada que AZ les hubieran ocultado algunos datos de ese ensayo.

El Gobierno de Washington retrasa a Moderna

Moderna contaba con empezar su fase III la primera semana de julio, tres semanas antes que el de Pfizer. Pero a principios de junio, recibieron un toque de Moncef Slaoui, jefe de la operación Warp Speed, el multimillonario programa de apoyo al desarrollo de las vacunas del Gobierno de Estados Unidos. Debían rediseñar su ensayo III para recoger muchos más datos de interés para el estudio general de la enfermedad.

La ayuda tenía un precio

Moderna había recibido casi 1.000 millones de dólares del Gobierno federal y el compromiso de comprarle millones de dosis. En total, una inyección pública de 2.500 millones de dólares. Los nuevos requisitos retrasaron la puesta en marcha del ensayo y recortaron la ventaja sobre su competidor.

A Pfizer no se le requirió el mismo nivel minucioso de información porque decidió prescindir del dinero del Gobierno para reducir más interferencias burocráticas de las necesarias. Aunque Washington sí le garantizó la compra de 100 millones de dosis por 1.950 millones de dólares. Su socio, BioNTech recibió 375 millones de euros del Gobierno alemán.

27 de julio, última vuelta de la carrera

Pfizer/BioNTech y Moderna comenzaron su ensayo de fase III el mismo 27 de julio. 43.000 voluntarios y 30.000 respectivamente recibirían un par de dosis para comprobar su seguridad y eficacia. Un mes después el Gobierno federal volvió a intervenir. Exigió que en ambos ensayos se incluyeran más voluntarios de minorías étnicas. A Moderna le llevó más tiempo reclutarlos que a Pfizer.

Quien da primero, da dos veces

Pfizer anunció sus resultados definitivos el 9 de noviembre, una semana antes que Moderna. Ambas superaron el 90% de eficacia, pero Pfizer había dado el golpe inicial al anunciar al mundo el primer rayo de esperanza en meses de pandemia. Quien da primero, da dos veces, dicen. En las próximas semanas y meses, vendría el golpe definitivo.

Las vacunas de ARN han derrotado a las de adenovirus, al menos en los países más ricos.

Pfizer arrasa en la comercialización

La ventaja de Pfizer se agrandó en la fase de comercialización. Su capacidad de fabricación y la fiabilidad en las entregas ha estado muy por encima de Moderna y AstraZeneca.

Esta última, la quinta farmacéutica del mundo, encadenó un problema tras otro -información confusa sobre su eficacia, escasos datos de eficacia en mayores, retraso en las entregas comprometidas, efectos secundarios raros- hasta el punto de que la UE decidió dejar de comprarle dosis. En EEUU ni siquiera se ha autorizado aún y el Reino Unido, su principal patrocinador, no tiene previsto recurrir a AZ para las dosis de refuerzo.

Y todo a pesar de que la vacuna de AZ era mucho más fácil de distribuir porque no requería una compleja cadena de frío como la de Pfizer y además también es mucho más barata, unos dos euros frente a los 15 de Pfizer. AstraZeneca sí se ha convertido, no obstante, en la vacuna occidental más distribuida en el mundo menos desarrollado, más de dos mil millones de dosis en 170 países, desde Asia a Latinoamérica.

La vacuna de Janssen, también basada en adenovirus, no ha corrido mejor suerte en los países occidentales. La agencia de medicamentos de Estados Unidos acaba de darle la puntilla al recomendarla sólo para los alérgicos a las de ARN. Las vacunas de ARN han derrotado a las de adenovirus, al menos en los países más ricos.

Pfizer llegó a montar su propia fábrica de hielo seco para evitarse problemas de suministro que afectaran a la distribución de su vacuna.

El secreto de Pfizer: control de la producción

El secreto de Pfizer fue su control extremo de todo el proceso de producción para reducir la dependencia de los suministradores externos, según desvela el Financial Times.

Un ejemplo: cuando se encontró con problemas para dar con los refrigerados que deben mantener su vacuna a menos 70 grados bajo cero durante los envíos, decidió diseñarlos y para evitarse las deficiencias de suministro de hielo seco para los contendores, montó su propia fábrica.

Ha aumentado su capacidad de producción en 1.000 millones de dosis sobre lo previsto a comienzos de 2021. Y si, al principio, el proceso de fabricación de una dosis le llevaba 110 diez días, ahora tarda sólo 31. Un éxito científico y comercial sin precedentes al que ahora sumará las dosis de refuerzo. Un éxito que no libra a esta gran farmacéutica de algunas críticas por no haber hecho lo suficiente para que su vacuna llegue a un precio razonable a todo el mundo.

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