El nombre que han puesto a esta posición es 'mecanismo gravitacional de estancia pasiva'. Pero descubrirlo no ha sido cosa de un día. Hace unos años, la pose se asociaba a un estado de fatiga o cansancio. El hecho de que continuamente cambien la pata que está apoyada en el suelo aportaba bastante sentido a esta teoría. Más adelante, los estudiosos sustituyeron esta tesis por otra muy distinta: creían que se trataba de un sistema de aclimatamiento corporal. Pero nada de eso.
Recientemente, un estudio encabezado por Young-Hui Chang, del Instituto de Tecnología de Georgia y Lena H Ting, parece haber dado en el clavo. Y lo más llamativo de todo es que el experimento se ha realizado con flamencos muertos. Estos últimos demostraron poder seguir manteniéndose erguidos con una sola pata sin ayuda humana. Cuando se les intentaba poner de pie con ambas extremidades, aguantar un segundo recto era imposible. Esto confirma, por tanto, la impresionante capacidad estable de esta postura pasiva.
"Si miras al ave de frente, cuando está parada en una pata, el pie está directamente bajo el cuerpo. Esto quiere decir que el ángulo de la pata está hacia adentro. Esa es la pose que tienes que asumir para activar este mecanismo", ha explicado el propio Chang a la BBC. En este paso tan importante para la investigación de los flamencos tiene mucho que ver la postura de las articulaciones: "Si se bloquean, quedarían fijas (y no se podrían mover en ninguna dirección). Lo que que descubrimos es que quedan fijas en una dirección, pero flexibles en la otra. Es parecido al tope que se usa para que no se cierre una puerta".
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