El verano pasado, España fue el origen de una variante del SARS-CoV-2 que acabó haciéndose dominante y generando una segunda ola en gran parte de Europa. De ello ha pasado un año, y muchos pensarán: es agua pasada. Lo es. Pero lo ocurrido nos deja unas cuantas lecciones a aprender de cara a este verano, al que llegamos con un arma que entonces no teníamos –las vacunas- pero también con muchas más variantes del virus dispuestas a dar la batalla en cuanto nos despistemos.
En concreto, preocupa la variante Delta –antes conocida como india-, que ya es la dominante en Reino Unido y, además, es un 50% más transmisible, según un estudio que acaba de conocerse del gobierno de India. La variante española del verano pasado no era más transmisible y, sin embargo, fue capaz de propagarse con tanta rapidez que acabó dominando media Europa en sólo unos meses. ¿Cómo lo logró? ¿Qué factores favorecieron su propagación?
Es lo que han estudiado investigadores de Suiza, España y EE.UU, que han estado rastreando el camino que siguió la variante a través del análisis filogenético de sus secuencias. Entre ellos, los españoles Iñaki Comas y Fernando González Candelas, los mayores expertos en secuenciación de nuestro país.
Su estudio se ha publicado este lunes en la revista Nature, el mismo día en que España ha abierto sus fronteras a viajeros internacionales vacunados. Y puede ser de gran ayuda para responder a otra pregunta: ¿Podría repetirse la historia este verano? El propio Comas avisa de que sus hallazgos son “una advertencia sobre lo que puede suceder en el verano de 2021”. Ojo a los viajes, porque su impacto fue clave en la rápida propagación de la variante española (denominada EU1) el año pasado.
Las conclusiones del estudio son claras, y apuntan en una dirección muy concreta: “No encontramos evidencia de un aumento de la transmisibilidad, sino que demostramos cómo el aumento de la incidencia en España, la reanudación de los viajes y la falta de detección y contención eficaces pueden explicar el éxito de la variante. A pesar de las restricciones de viaje, estimamos que la EU1 fue introducida cientos de veces en países europeos por turistas".
Los investigadores han comprobado que la variante se dispersó por Europa, inicialmente, a través de los viajes hacia y desde España, a raíz de la apertura de fronteras en la zona Schengen el 15 de junio de 2020. Los viajes alcanzaron su punto máximo durante julio y agosto. “El número de casos confirmados de SARS-CoV-2 en España aumentó de 10 casos por 100.000 habitantes por semana a principios de julio hasta los 100 a finales de agosto, mientras que el número de casos se mantuvo bajo en la mayor parte de Europa durante este tiempo”, leemos en el estudio.
Lo que vino después, sin embargo, fue un aumento descontrolado de la variante en varios países. “Para finales de septiembre de 2020, había más EU1 fuera de España que dentro. Ya no se trataba de España, la variante se transmitía descontroladamente por otros países”, explica la autora principal del estudio, la investigadora suiza Emma Hodcroft, en su cuenta de Twitter. Porque “se mantuvieron los viajes, mientras los casos subían en España. No se hicieron pruebas al regreso y las cuarentenas no funcionaron bien. No se cortaron las cadenas de transmisión”.
Pero además, la variante “no se propagó por igual”. “A finales de 2020, en España, Irlanda y Reino Unido suponía el 60% de las secuencias. En Noruega o Francia no llegaba siquiera al 20%”. Los investigadores rastrearon los movimientos del virus y de las personas durante el verano, y crearon un modelo que combina los casos de covid con datos de cuándo y dónde los turistas europeos visitaron España. Con ello, simularon cómo pudo propagarse la variante.
¿Y qué vieron? Entre otras cosas, que no todos los turistas habían estado en las mismas zonas de España: los franceses, en el norte; los británicos, en el sur y las islas. Zonas de España donde la incidencia de covid era muy distinta el verano pasado. “Lo que sugiere nuestro modelo es que las actividades relacionadas con los viajes están asociadas con más casos de los esperados: es probable que la demografía, el comportamiento humano y la variación en la incidencia desempeñen un papel” en la rápida transmisión de la variante.
Confiesa Hodcroft que, cuando detectaron la variante, su “principal preocupación era que fuese más transmisible”. Pero los trabajos en el laboratorio confirmaron que no lo era. Tenía una mutación en la proteína de la espícula, pero no afectaba a su transmisibilidad. Entonces fue cuando se plantearon la pregunta: “¿Cómo pudo propagarse tan rápido y con tanto éxito? ¿Pudieron jugar algún papel los viajes?”. Y la respuesta, ya lo hemos visto, fue afirmativa.
“EU1 no necesitaba ser más transmisible para extenderse rápidamente por Europa, sino que aprovechó la flexibilización de las restricciones y el aumento de viajes”, explica. “Es un buen recordatorio de que no todos los aumentos en las frecuencias de las variantes se deben a cambios en el virus”. Explica la investigadora que esta variante, en concreto, nunca fue una “variante de preocupación” como las que vinieron después. Ella la califica como una “viajera oportunista”.
En su expansión jugó un papel importante el “entorno favorable” que encontró esta nueva variante: el comportamiento humano y el levantamiento de las restricciones a los viajes. “Nuestros resultados demuestran cómo una variante puede convertirse rápidamente en dominante, incluso en ausencia de una ventaja de transmisión sustancial, en entornos epidemiológicos favorables”, advierten los investigadores.
Esto es importante ahora, incluso más que antes. "A medida que identificamos nuevas variantes, la pregunta crítica es hasta qué punto los cambios virales están influyendo en la transmisión y el aumento de casos, y cuánto pueden estar influyendo los cambios en las restricciones, el comportamiento de las personas, las introducciones de las variantes... ¡EU1 nos recuerda lo importante que es no subestimar esto último!”, insiste Hodcroft en Twitter.
Y más este verano, con el complejo panorama de variantes en que nos hallamos. Ahora mismo hay circulando nada menos que cuatro variantes de preocupación: Alpha, Beta, Gamma y Delta (o lo que es lo mismo, la británica, la sudafricana, la brasileña y la india). Aunque otro de los autores principales del estudio, Richard Neher, de la Universidad de Basilea, cree que “este año, los países son más conscientes del impacto potencial de los viajes, y estamos viendo que las pruebas se utilizan ya de manera más generalizada".
El estudio hace hincapié en otra cosa: la importancia de “la vigilancia genómica”. Porque aseguran que “es fundamental para comprender cómo los viajes pueden afectar la transmisión del SARS-CoV-2 y, por lo tanto, para informar las estrategias de contención futuras a medida que se reanudan”.
Los investigadores advierten que “a largo plazo, las restricciones de viaje y los cierres de fronteras no son sostenibles ni deseables”. Por ello, es necesario “identificar mejores formas de reducir el riesgo de introducir variantes, y garantizar que las que se introduzcan no se propaguen extensamente”. En ese sentido, concluyen que sólo una buena vigilancia genómica y la secuenciación coordinada “ayudará a los países a mantener esos bajos niveles de transmisión del SARS-CoV-2 que tanto ha costado alcanzar”.