Uno de los mitos más comunes está directamente relacionado con la religión cristiana. Independientemente de creencias particulares, la figura de los Reyes Magos siempre ha estado muy presente en nuestra cultura popular. Aunque solo sea un día al año. Y la leyenda no podría producirse de no ser por la famosa estrella de Oriente que guió a "sus majestades" durante miles de kilómetros hasta llegar a Belén y conocer al Niño Jesús.
Otra creencia, aún más ancestral, viene de la Antigua Grecia. El cielo se veía con un espacio cargado de magia y misterio: la casa de aquellos dioses que tanto veneraban hace siglos. Y las estrellas eran tomadas como señales divinas. Muchos lo veían como un gesto de buena suerte al alejar las almas de los vivos de las tinieblas. Otros, los más optimistas, creían que (en cuestión de segundos) el firmamento se abría para escuchar sus súplicas y quizá, llegar a ser cumplidas.
Los nacimientos han sido otra de las razones por las que los astros han sido analizados por los profesionales de la astrología. "Una estrella fugaz, un alma", pensaban. Porque, aunque parezca imposible, durante una época se creía que cada vez que se avistaba una en el cielo, un nuevo niño nacía en algún lugar del mundo.
Ahora tenemos los espejos rotos, los gatos negros o el color amarillo. Pero mucho antes ya existían las estrellas fugaces como signo de mal fario. Cuando alguien era víctima de alguna desgracia, uno de las culpables siempre acababa siendo el cielo. Para ciertas culturas, alzar la vista en noche de lluvia de estrellas suponía firmar su propia sentencia de muerte. Porque sí, las luces en el firmamento también pueden traer cosas negativas. Si te las quieres creer, claro.
- ¿Cómo son las auroras de cerca? Nuestra meteoróloga nos trae este 'show' de luces
- Consulta el tiempo en tu localidad