La lava del volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma ya ha llegado al mar. Lo ha hecho por un acantilado de la costa de Tazacorte, en la playa de Los Guirres.
La lava ha llegado al mar en el décimo día de vertido, poco después de las once de la noche en Canarias. Lo ha hecho un poco más al norte de donde se esperaba, en una zona de acantilados de unos cien metros de altura.
El hecho de que la lava haya entrado en contacto con el mar provoca que haya que tener en cuenta algunas precauciones y podría tener algunas consecuencias.
Lo que sucede cuando el magma caliente entra en contacto con el agua del mar es un enfriamiento paulatino del fluido caliente, lo que provoca la emisión de una mezcla de vapor de agua y gases propios de los materiales fundidos a la superficie, para terminar sedimentando y formando parte del fondo marino. Si hay mucha cantidad de lava, estos sedimentos pueden emerger a la superficie y agrandar la extensión de la superficie de tierra firme. Lo que llevaría a una extensión de unos cuantos metros cuadrados de la isla de La Palma.
Cuando la lava hace contacto con el mar se produce una gran evaporación del agua salada, produciendo inmensas nubes de vapor de agua. Pero, mezclados con ese vapor de agua se produce también una emanación de otros gases tóxicos, como el ácido carbónico, ácido clorhídrico, ácido sulúrico o CO2.
Por eso, es extremadamente peligroso estar cerca cuando se produce este contacto entre la lava y el agua. Este fenómeno se conoce como "laze" (mezcla entre las palabras lava y haze, niebla en inglés) y es muy peligroso.
Además, las primeras capas de lava en enfriarse producen grandes explosiones por la diferencia de temperatura que pueden lanzar los gases tóxicos, además de cristales de lava, a varios kilómetros. Estas nubes pueden producir irritación en los ojos y otras complicaciones derivadas de su toxicidad.
Otra de las consecuencias de la llegada de la lava al mar es que puede provocar una subida inusual de la temperatura del agua en la zona. Esto puede provocar la generación de algas y nuevos nutrientes en el mar. Se puede decir que los volcanes, tanto submarinos como los que arrojan su magma a las aguas del mar, fertilizan el océano.
Este fenómeno pudo contemplarse tras la erupción del volcán Kilawea en la isla de Hawai en el verano de 2018. Tras la llegada de cientos de toneladas de magma al mar, este elevó la temperatura de las aguas más profundas (a unos 300 metros de profundidad), que son unas aguas ricas en nitratos. Al elevar su temperatura, este agua se elevó hacia la superficie, llevando con ella todos los nutrientes. Así, inmediatamente después de la erupción, las aguas de la zona se cubrieron de una capa de fitoplacton que proliferó gracias a los nutrientes en superficie. Esta capa llegó a extenderse hasta 150 kilómetros mar adentro. Las algas permanecieron en la superficie mas de dos meses. Era la primera vez que se documentaba este fenómeno.
Este fue un efecto beneficioso pero puede que, en un primer momento, la lava también acabe con la vida de algunas especies submarinas en la costa.