La investigación del profesor John Guillebaud demostró también la falta de análisis y atención que se presta al dolor menstrual a nivel médico. Un claro ejemplo lo contó un periodista de The Atlantic, que vivió una calvario al lado de su mujer.
Rachel, la paciente, tuvo que esperar dos horas en la sala de espera -pese a que la media era de 28 minutos-. Pasado ese tiempo, no fue evaluada correctamente y los médicos le pusieron un tratamiento renal. Sin embargo, lo que tenía era un quiste en su ovario que creció hasta tal punto que le causó una torsión en la trompa de Falopio. La ignoraron tanto que tardó 14 horas en entrar en quirófano.
Otro caso del menosprecio hacia el dolor menstrual es el de la inglesa Kirstie Wilson que, según informa Cultura Colectiva, falleció de un cáncer cervical con tan sólo 21 años por la falta de un diagnóstico adecuado: achacaron sus dolores al crecimiento de aftas.