El primer resto, una falange, fue hallado en 2007 y data de hace unos 67.000 años de antigüedad. A partir de dicho descubrimiento, han ido saliendo a la luz nuevos restos óseos, los cuales son muy parecidos a los del diminuto Homo Floresiensis, aunque no iguales.
Sin embargo, el estudio, publicado en la revista Nature, refleja que, pese a las coincidencias con otras especies, si se juntan todas las partes oseas no hay nada idéntico. Por lo tanto, una nueva especie.
Una de las incógnitas que todavía no se ha resuelto es cómo llegaron hasta la Cueva Callao. Y es que la isla Luzón ha estado rodeada por el mar desde hace millones de años. Aun se desconoce si esta especie sabía nadar o ya estuvo desde un principio en la insula.