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A medida que las horas de luz van a menos y el frío va a más, se hace oficial que nos encaminamos a los meses más fríos del año, lo cual implica una cosa: toca cambiar la hora. ¿Era atrasar o adelantar? Bien, en este caso, lo que tendrás que hacer es regalarle una hora al reloj, concretamente, a las 3 de la mañana del domingo volverán a ser las 2 (hora peninsular). Por suerte, el cambio al horario de invierno siempre cae en la madrugada del último domingo de octubre, por lo que adaptarse se hace más fácil con un día por delante antes de engarcharse a la rutina. Aun así, te dejamos unos consejos para que no se te haga cuesta arriba que nunca están de más.
Con el salto al horario de invierno, el cuerpo se trastoca porque se 'pierde' un poco. Si a partir del domingo te sientes más cansado, o por el contrario te cuesta dormir, o si te duele la cabeza, te cuesta concentrarte, estás de mal humor o tienes malestar, no te preocupes. Lo que tienes no es grave, es algo así como una astenia otoñal que resurge con el cambio de hora porque, aunque tú sepas que es una tontería, a tu cuerpo le lleva algo más de tiempo descubrirlo. Especialmente en personas mayores, niños y aquellas que de por sí tengan algún trastorno del sueño, por ejemplo.
Si los lunes ya son de base complicados, quizá el próximo te cuesta incluso más tras el cambio de hora. Por ello, échale un ojo a los siguientes consejos. No tardarás nada y quizá te ayuden:
Si ninguna de estas recomendaciones te ha convencido, quizá prefieras descargar alguna aplicación que te eche un cable con el cambio al horario de invierno.