El músico Paul Barton disfruta tocando el piano para los animales en Tailandia desde hace 24 años. En esta ocasión, se ha trasladado con su instrumento a la ciudad de Lopburi, famosa por sus salvajes habitantes, los monos. Los macacos acostumbran a robar a la gente, tirar del pelo, subirse en los coches… Por ello, este británico asentado en Bangkok decidió probar con 'Para Elisa', de Beethoven, para calmarlos. Así reaccionan al concierto.
Paul Barton triunfaba con sus conciertos en Reino Unido, pero se cansó y empezó una vida en Tailandia. Conoció a su pareja y se casó, montó un estudio donde imparte clases de piano y, un día, probó a adentrarse en una reserva de elefantes ciegos con su Feurich. La reacción de los animales le animó a seguir haciéndolo y hoy, más de 20 años después, esta sigue siendo su mayor motivación para seguir con la música.
Pero sus espectadores no son solo los elefantes. "Ha sido una magnífica oportunidad poder ver cómo la música los calmaba”, decía refiriéndose a la reacción de los macacos. Aunque no todo era tranquilidad. Algunos intentaban llevarse la partitura, la mordían, o le hincaban el diente al piano de cola.
En esta ciudad en el centro de Tailandia, los vecinos conviven con unos 6.000 monos, que fueron expulsados de su hábitat y reubicados alrededor del templo Phra Prang Sam Yot (más conocido por templo de los monos). Con el tiempo, estos macacos se han multiplicado y se han adaptado a la vida en la provincia, entre coches y humanos que vienen y van. Roban todas las mazorcas de maíz que pueden y beben con habilidad de los bricks de zumo.