Durante este año de pandemia, niños y adolescentes han pasado más horas que nunca frente a las pantallas. Han sido 18 meses con pantallas para todo, para comprar, para estudiar, para jugar, y para relacionarnos y ahora la duda es como cambiar o adaptar ese hábito en este comienzo de curso y vuelta a la normalidad. Les hablamos de algunas claves básicas, pero también hemos conocido el trabajo que realiza el Servicio de Atención en Adicciones Tecnológicas.
“Con los más pequeños que hagan alguna cartulina, un dibujo, que esté en algún sitio accesible de la casa y lo vean. Días entre semana no y fin de semana sí. Y con los adolescentes ellos tienen que saber qué no nos gusta de su relación con las pantallas y qué si nos gusta. Y luego plantear nuevas normas y que tengan que ver con cómo son nuestros hijos, su edad, su carácter, sus aficciones…”, aconseja María Zabala, experta y autora de ‘Ser Padres en la era difital’.
Un libro plantea nuevas formas de construir la relación familiar con la tecnología porque el foco no está tanto en la tecnología como en las personas. Así, “para alguien que no esté bien será más fácil desescalar y para alguien que realmente siga sintiendo que necesita todo ese fenómeno de compañía permanente pues les resultará más difícil”.
Para ellos, precisamente, se creó el Servicio Atención Adicciones Tecnológicas de la Comunidad de Madrid hace 4 años. “A partir del confinamiento hemos notado un aumento de familias pidiendo ayuda”, señala Devi Uranga, coordinadora del Servicio Atención Adicciones Tecnológicas.
Hay señales que ayudan a detectar la adicción, como el tiempo frente a la pantalla y sobre todo que estén presentes. “A partir de la segunda hora empezaríamos en horas de riesgo ya. También sería importante ver si se están sustituyendo las relaciones sociales por el uso de las tecnologías, las responsabilidades si es están desatendiendo (la alimentación, la higiene, el domir bien…). Si detectan un malestar, que busquen apoyo, que busquen ayuda, que busquen orientación…”, indica Uranga.
Para crear una relación familiar saludable con las tecnologías, apunta Zabala, hay que estar atentos y presentes y “acompañar mejor a nuestros hijos tengan o no tengan móvil. Qué es lo que les pasa, cómo están”.