Sin embargo, esta situación por excepcional que no sea tiene precedentes. España es un país de sequías cíclicas, algunas más severas que la actual. Teniendo en cuenta la que estamos padeciendo, estas son las cinco peores sequías que han dejado nuestro país seco y agrietado.
Sequía de 1944-1946
La sequía terminó de completar un panorama desolador en una España devastada por la guerra y la pobreza de la posguerra. De hecho, hasta la fecha ha sido la sequía más grave que nos ha sacudido. En ciudades como Zaragoza, por donde atraviesa el caudaloso río Ebro, apenas quedó rastro de él.
En Madrid desapareció literalmente el río Manzanares y quedan documentos gráficos para la historia donde los niños juegan y corren tranquilamente por el cauce seco. Los cortes de agua en la capital se producían todos los días desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la mañana del día siguiente.
Para hacernos una idea de la situación de extrema sequía, valga este dato de AEMET que señala que el porcentaje de precipitación de aquel entonces es el más bajo registrado en el período que abarca de 1940 a 2003. De hecho, fruto de aquella sequía fue la política franquista de construir embalses por doquier para prevenir de cara a futuro.
Sequía de 1979-1983
España vivió varias décadas húmedas con ciertos altibajos hasta que en torno al año 83 regresó el fantasma de la sequía, que afectó notablemente al este de la Península dejando algunos ríos sin una gota de agua
El Júcar es uno de los ejemplos de estiaje de aquel momento. Los embalses de la cuenca descendieron hasta retener tan solo 116 hm3 de agua. Buena parte de la población del este peninsular vio restringida el agua no solo para regadío sino también para el consumo humano.
Y no fue el único sector afectado. Se vivieron situaciones extremas en provincias como Toledo, Badajoz, Sevilla, Cádiz o Tarragona donde se abastecía a la población con camiones cisterna.
Lo peor de esta sequía no fue tanto la intensidad (que también) sino la persistencia en el tiempo, ya que durante cuatro años sobrevoló la mayor parte del sur y este de la Península causando un claro impacto económico.
Sequía de 1991 a 1995
Es con alta probabilidad la que casi todos los españoles recordamos. Similar a la anterior en cuanto a duración, llevó a tomar medidas extraordinarias en bastantes capitales de provincia, entre ellas, Madrid.
Según el Center for Research of Epidemiology on the Disasters (CRED) generó pérdidas de 10 billones de dólares, puesto que afectó en extensión a toda España sin excepción.
Por ejemplo, en el área de Bilbao y Vitoria, los cortes de agua afectaron a más de un millón de personas. Mientras, en ciudades como Sevilla, se llegó a restringir el consumo de agua hasta 10 horas al día y con escasa calidad. Los sevillanos llegaron a gastar hasta 6 millones de euros en la compra necesaria de agua embotellada.
El periodo que comprende entre septiembre de 1991 y el mismo mes de 1993 fue el más seco de toda la sequía y obligó a restricciones en el riego a ciudades como Madrid así como a ejecutar obras de emergencia para asegurar el abastecimiento.
Sequía actual
La alerta saltó en el inicio del mes de septiembre coincidiendo con el final del año hidrológico (30 de septiembre) cuando la media de los embalses cayó por debajo del 40% situando en un contexto de emergencia a la mayor parte de las cuencas.
La sequía no es nueva, ya que se veía venir desde el otoño anterior con un déficit de precipitaciones muy importante en zonas habitualmente húmedas, como Galicia y el Cantábrico.
Hemos encadenado cuatro estaciones, e iniciado una quinta, sin apenas lluvias o muy irregularmente distribuidas con temperaturas más altas de lo normal. En este contexto, el problema de la sequía no hace sino agravarse.
Para hacernos una idea, ahora mismo nos encontramos en los niveles de la época de 1992-1995 cuando las reservas cayeron al 26,5%. Y las previsiones no son esperanzadoras ya que, por ejemplo, Galicia afronta el año más seco de su historia con lluvias “un 40% por debajo de la media”.
La primera gran sequía
Aunque no fue hasta finales del SXIX en que se pudieron comenzar a medir de forma rigurosa los índices de pluviosidad, cabe destacar esta primera gran sequía porque han quedado diversos testimonios en la prensa española de la época.
Y es que el periodo de 1749 a 1753 se sucedieron episodios de sequía por todo el país, que según documentos de la época, llegaron a secar, entre otros, el río Tormes.
Lo más curioso es que, como ahora, se cebó con la mitad septentrional, normalmente más húmeda y más expuesta a borrascas y frentes. Mientras, que en el Mediterráneo esta escasez de precipitación no fue tan marcada.
De hecho, se sucedieron los contrastes, ya que al tiempo que se secaron ríos en el norte, en el año 1752 se produjeron riadas en el Guadalquivir destacando un contraste anómalo y poco frecuente en el régimen de precipitaciones.