¿No te parece que últimamente escuchas muchas noticias de Marte? Es normal. Arabia Saudí y China han mandado su primer satélite al planeta rojo y el rover Perseverance de la Nasa despegará en cuestión de horas. Es decir, tres misiones de golpe con el mismo destino un año y medio después de Insight y ocho años después de Curiosity. ¿Casualidad? Pues no, no es coincidencia, es por los ciclos de Marte.
Un año en Marte dura dos terrestres, o para ser exactos, 26 meses. Su órbita a veces le lleva al lado opuesto de la Tierra y se deja ver más brillante en el cielo nocturno jugando con la luz que recibe del Sol. Es cuestión de perspectiva. Ese sería el punto de su órbita que interesa más desde la superficie, porque facilita la observación del planeta, que se muestra claramente como un lunar rojo lejano. Eso sí, solo se produce esa ‘alineación’ con el Sol cada quince o diecisiete años, y la última fue en julio de 2018. Paciencia.
En cambio para los astronautas hay otra zona de su órbita más interesante. Cuando Marte pasa por su punto más próximo a la Tierra, las naves aprovechan para realizar lo que llaman su órbita de transferencia de Hohmann, una maniobra que les lleva de la órbita de nuestro planeta a la del planeta vecino. Esta oportunidad sí se da cada poco más de dos años.
Este julio se cumplen 26 meses desde mayo de 2018, cuando la Nasa vio su última oportunidad de oro para lanzarse rumbo a Marte a bordo del Insight. Lo hizo el 5 de mayo de aquel año desde la Base Aérea Vandenberg, en California (EEUU), y esta vez lo hará el día 30 de julio desde la base de Cabo Cañaveral, Florida. Si esperamos ver otra misión a Marte para recopilar más muestras que desvelen si hubo o no vida en el pasado en el planeta rojo, seguramente no sea hasta septiembre-octubre de 2022.