La Organización Mundial de la Salud alertó hace años sobre los efectos del cambio climático en las cosechas y, pese a que sus advertencias se centraban en la escasez en las regiones tropicales, son muchos los países alejados de esa franja geográfica que empiezan a notar sus consecuencias en los campos de cultivo. España es uno de esos estados en los que los efectos del calentamiento global está teniendo una incidencia en el cultivo y recolección de alimentos.
El aumento de las temperaturas, la escasez de lluvias o las precipitaciones en forma de granizo provocan una merma en la productividad como el que se está dejado notar en los cereales de Cataluña y las campañas de manzana y pera del Bierzo, solo por poner algunos de los muchos ejemplos que pululan por nuestra geografía. Asimismo, un equipo de investigadores andaluces ha alertado sobre los daños colaterales en la calidad y producción de la aceituna, de la que somos el primer exportador mundial, si el termómetro subiendo al ritmo que lo hace en los últimos tiempos.
Degradación de los suelos
El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) es taxativo: El crecimiento de la población y los cambios de consumo han modificado sustancialmente el uso de la tierra y el agua dulce, pero el cambio climático también está teniendo un efecto directo en la degradación de los suelos y, por lo tanto, en la productividad de estos, que también se ven afectados por los cada vez más frecuentes eventos climáticos extremos.
Modificaciones en las técnicas de cosecha
Los expertos solicitan la adopción urgente de políticas que aseguren el suministro de alimentos de cara al futuro más inmediato, así como afrontar modificaciones en las técnicas de cosecha que permitan una sostenibilidad de la tierra y eviten la erosión y la pérdida de nutrientes. Como siempre, los primeros y más afectados serán los países más pobres, pero tampoco están exentos de esa degradación aquellos estados que hasta ahora no han sufrido falta de abastecimiento como el nuestro.
Efectos en los campos españoles
El aumento de temperatura tienen su reflejo en los campos de cultivo patrios. Esta misma semana saltaba la noticia del adelanto de la recogida de las paseras de uva de Montilla-Moriles tres semanas antes de lo habitual los municipios de la denominación de origen cordobesa, donde, además, están sufriendo una larga sequía que está afectando al pasto de ganado y a la campaña de cereal y a los viñedos. Asimismo, si no llueve en septiembre, se perderá un 25% de la producción del olivar.
A principios de agosto, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) confirmaba que la cosecha de cereales en Cataluña había descendido un 33% debido al agostamiento, las lluvias torrenciales y al excesivo calor. Mientras, en Ponferrada la campaña de recogida de pera conferencia se ha adelantado y se prevé que sea muy inferior en cantidad al año pasado, un 70% menos. Peor perspectiva le espera a la manzana de reineta, según apuntaba José Ángel Bodelón, presidente Asociación Berciana de Agricultores (ABA) a la Cadena Ser hace unos días.
El olivar, en riesgo
Uno de nuestros producto estrella, la aceituna, está seriamente amenazado. En una nota divulgativa de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, con fecha de enero de este año, ya se advertía sobre el impacto del cambio climático en su cultivo. La fenología, la erosión, las plagas y enfermedades son agentes que tienen una incidencia importante en su producción, pero sobre todo la transpiración, el estrés hídrico, la temperatura y el estrés térmico.
"El factor más determinante de la producción de aceituna y aceite es la cantidad de agua transpirada por el árbol. Cuando el árbol no dispone del agua necesaria se produce un estrés hídrico que genera un cierre de los estomas del árbol, y por tanto una reducción de la transpiración. Esta menor transpiración generará una menor producción de aceituna y aceite", señalaba el informe. Asimismo, los eventos de temperatura elevada durante la floración tienen un impacto muy negativo en la producción, añaden, y también “cuando los requerimientos de frío no son alcanzados porque generan floraciones escalonadas o incluso el fallo total de la floración”.
A estas conclusiones hay que sumar el estudio, llevado a cabo por un grupo de expertos del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, en colaboración con el Centro de Ciencias Agroforestales de la Universidad de Sevilla, el Ifapa (Venta del Llano) de Jaén y el Centro Tecnológico del Olivar y el Aceite (Citoliva), en el que se constata que un aumento en cuatro grados en dos variedades de aceituna causaría una reducción en la cantidad de fruto, así como en la maduración y reducción de la pulpa, y por lo tanto en la obtención del aceite que se vería afectada.