Aunque este fenómeno lo conocemos de sobra y lo hemos sufrido en nuestra propia piel en el invierno de 2018 con la visita de la llamada 'Bestia del Este', no es un hecho recurrente en el hemisferio donde están menos acostumbrados a él.
Sin embargo, 9 años después del último (2010 y 2002), la Antártida se prepara para alumbrar este fenómeno que va a tener consecuencias directas en la recta final del invierno en el hemisferio sur: una enorme descarga de frío antártico en latitudes no habituadas a temperaturas tan bajas.
Meteorólogos neozelandeses han confirmado que el fenómeno está en marcha tras sospechar desde hacía varios días que podía ocurrir. Ahora la pregunta es qué consecuencias va a tener y responder a los porqués de su extraña formación en el Polo Sur.
En apariencia es un término complejo pero su explicación es sencilla. No es más que un calentamiento repentino de la estratosfera (pasando de -90 grados a -50 a 50 kilómetros de altura) que ocasiona que todo el aire frío acumulado en esta capa de la atmósfera se desplace a otra latitud menos habituada a albergarlo.
Es cierto que en Europa y en América del Norte, también en Asia, estamos más acostumbrados a que determinados inviernos se produzca este fenómeno y genere olas de frío en cadena (o una sola, aunque de gran potencia). ¿Por qué sucede más en nuestro hemisferio? Es por simple configuración y disposición geográfica de los continentes.
Lo que ha venido ocurriendo días atrás en la Antártida es que el 'jet stream' (como en el Ártico), que es ese cinturón que impide que el frío extremo se escape de esta área geográfica, se ha debilitado y su lugar ha sido ocupado por aire mucho más cálido dando paso a una gran incursión de aire frío en latitudes medias, por ejemplo, la de Nueva Zelanda o Australia.
De hecho, en las últimas semanas hemos visto nevadas en áreas de ambos países que no están tan habituadas a este tiempo tan invernal.
Las causas no están del todo claras, aunque meteorólogos neozelandeses que han seguido la pista al fenómeno creen que la principal razón de que esté teniendo lugar un calentamiento súbito estratosférico puede ser el fenómeno de El Niño o de La Niña.
Tampoco este argumento es demasiado sólido porque, por ejemplo, el último El Niño ha pasado prácticamente inadvertido frente a La Niña, que sí ha sido más intensa y regó de lluvias y grandes nevadas todo el oeste de EEUU, poniendo punto y final a una grave sequía.
Otra de las razones puede estar en el julio tan extremadamente cálido que hemos sufrido en casi todo el planeta. Cabe recordar que ha batido todos los récords históricos desde que existen registros.
Los enormes desajustes de temperaturas, ya no sólo en el invierno austral sino en otras regiones del planeta, pueden haber acabado afectando a la temperatura de la estratosfera antártica desalojando parte del frío extremo sobre latitudes más bajas.
El impacto para nosotros es nulo, como es de imaginar, ya que se produce en nuestras antípodas.
Sin embargo, a más de 10.000 kilómetros tenemos que citar, al menos, dos consecuencias de calado.
La primera de ellas es el agujero de la capa de ozono. Este bascula en función de la temperatura antártica aumentando su extensión o reduciéndola. En este caso, cuando ocurre (como en 2002 y 2010) un calentamiento estratosférico, el agujero tiende a hacerse más pequeño, tanto es así que el récord de tamaño mínimo se alcanzó hace 17 años, fecha de la que data el último fenómeno.
Asimismo, como se desestabiliza el 'jet stream' o cinturón de frío, también lo hace el propio agujero de la capa de ozono, que al margen de que aumente o disminuya, se desplaza geográficamente de forma temporal.
A falta de terminar de perfilar cuáles serán las áreas más afectadas, agencias meteorológicas como la chilena o la neozelandesa prevén que entre el lunes 2 y el martes 3 de septiembre, esa incursión de aire frío antártico alcance ciertas regiones del sur de Chile, Argentina y Uruguay dejando temperaturas excepcionalmente bajas y nevadas poco frecuentes más allá de aquellos lugares próximos a la Antártida.
Pero, este calentamiento no solo se traduce en nevadas sino en lluvias abundantes que podrían afectar a otros puntos del continente americano, como Brasil, lo cual sería una muy buena noticia para paliar los incendios que asolan las regiones amazónicas. Tan solo por recordar, fue lo que ocurrió también en España en el calentamiento estratosférico del Ártico de 2018.