Harta de la dependencia de Europa de los microchips asiáticos, Bruselas ha anunciado que movilizará 43.000 millones de euros para su fabricación en el viejo continente.
La idea es duplicar la capacidad de producción en Europa y que, en solo ocho años, es decir, en el 2030, el 20% de los microchips de todo el mundo salgan de la Unión. El objetivo es claro: ser autónomos y dejar de depender tanto de China, Taiwán o Corea del Sur.
Los chips son necesarios para la fabricación de objetos tan cotidianos como los coches, móviles o electrodomésticos. De ahí la importancia de contar con una creación propia y no depender de terceros. Además, con la pandemia, la demanda de los microchips ha aumentado muchísimo, tanto que muchas fábricas han notado esta gran dependencia, al comprobar que el mercado asiático no cubría todas las necesidades, lo cual, directamente, ha hecho que se ralentizase la cadena de producción.
Entre los objetivos estratégicos de este proyecto europeo, también se encuentra el formar mano de obra cualificada y atraer talento versado en estas tecnologías de comunicación.
En el caso de España, nuestro país cuenta en este Proyecto Importante de Interés Común Europeo (IPCEI) de microelectrónica y tecnologías de con 11 empresas participantes directas y 10 participantes indirectas y también ha incluido acompañamiento financiero para la producción de chips en España de vehículos eléctricos.