El atardecer del fénix: cuando el último rayo de Sol luce como un ave
El color del ave fénix responde a los efectos que tiene la incidencia de los rayos solares en la atmósfera
Un atardecer es de por sí un espectáculo de la naturaleza, pero un atardecer con la silueta de un ave fénix entre nubes es además, como mínimo, atípico. El cielo de Brasil protagonizó por primera vez un fenómeno inédito en que las las nubes se fueron agrupando para formar el aspecto de un pájaro volando en medio de un cielo anaranjado que no pasó desapercibido para aquellos que pudieron presenciarlo. Ningún experto lo ha confirmado hasta el momento, pero todo apunta a que este acontecimiento carece de manipulación por parte de este aficionado que dejó una de las imágenes más imponentes que nos ha regalado el cielo.
La ciudad de Soledade, Rio Grande Do Sul, en Brasil, se preparaba como de costumbre para disfrutar de la puesta de Sol, pero esta vez, de una manera muy especial. La celebración de Halloween se presentaba como un motivo para salir a la calle y disfrutar del día. Y los que lo hicieron, jamás se imaginaron que algo así podría ocurrir. A medida que el sol se escondía, las nubes iban moviéndose poco a poco hasta alcanzar la forma de un pájaro naranja volando en medio de un cielo oscuro.
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¿Por qué ha adquirido este color?
Aunque parezca un acontecimiento surrealista, este fenómeno tiene una explicación científica. Para entenderlo, es necesario ser consciente de que los colores del cielo son el resultado de una conjunción entre la composición de la luz, la atmósfera y nuestra fisiología. La clave de la gama cromática que suele presentar el cielo se basa en el tamaño de las ondas solares, más largas o cortas, y su reflejo en la atmósfera terrestre.
Según la longitud de la onda percibimos la luz del sol en un tono u otro, como si fuera una escala del arcoíris. Las ondas más cortas las percibimos de color violeta, azul o verde, y las más largas las vemos como rojas o naranjas. Lo que ha sucedido en esta imagen es que lo que suele ocurrir durante el amanecer y el ocaso.
Se pierden las ondas azules
En ese momento, los rayos solares tienen que atravesar un tramo mayor de la atmósfera, por lo que pierden ese azul. En otras palabras, se puede decir que cuando el cielo se tiñe de rojo es porque el sol está más cerca del horizonte y las ondas cortas ya no alcanzan nuestra visión, por lo que dan paso a las ondas luminosas más largas (naranjas y rojas).
El resto del cielo daba paso a la noche mientras que el ave fénix seguía captando los últimos rayos del sol. En cuanto a su forma, poco podemos aclarar. Posiblemente, una casualidad que regaló la conjunción de las nubes.