Nuestro planeta, en general, está blindado ante posibles visitantes del espacio, y los meteoritos tienden a desintegrarse cuando impactan en la atmósfera terrestre. Pero los astrónomos andan algo inquietos desde que se conoce el dato: las posibilidades de que el asteroide 2006 QV89 el 9 de septiembre son mucho más altas de lo habitual.
Pongamos un ejemplo: es más probable que este meteorito colisione contra la Tierra a que te mate un rayo o que te toque la lotería. La Agencia Espacial Europea no le quita ojo porque la probabilidad de que el asteroide impacte contra nuestro planeta es de 1 entre 7.299, lo cual lo hace mucho más posible que los accidentes mencionados.
Sus dimensiones –mide 40 metros de diámetro– quedan lejos de ser alarmantes si lo comparamos con el que acabó con los dinosaurios hace más de 60 millones de años, que medía unos 10 kilómetros.
En caso de caer sobre nuestras cabezas podría ser bastante destructivo, pero no sería el fin de la Tierra. Hace algo más de 100 años un meteorito del mismo tamaño ya impactó en Siberia. Se cargó unos 80 millones de árboles, pero después de aquello la humanidad siguió en pie.
Aunque antes nos caería el asteroide descubierto en 2006 por la organización Catalina Sky Survey a que un tiburón se nos lleve un pie haciendo surf, es más probable que se desvíe en su viaje por el espacio y esquive nuestro planeta. Eso sí, el objeto se acercará de nuevo varias veces en los próximos años: en 2032, 2045 y en 2062.