Conoce a Arsénico, el peculiar artista eco que consigue sacar la belleza de las botellas que nadie quiere
eltiempohoy.es
29/03/201810:14 h.Tiene una imaginación desbordante y desbordada, imparable y con conciencia medioambiental. Crea bichos y flores con garrafas de lejía, máscaras con botes de detergente, lámparas con botellas de agua, accesorios con restos de muñecos… Además, realiza talleres para implicar a los jóvenes en la reutilización y el reciclaje. Hoy te presentamos a Arsenio Rodríguez Sánchez, el pescador de botellas.
Es un tipo apuesto y bien vestido, así que cuando la gente le ve sumergido en los contenedores, "no sabe si es que no anda muy fino de la cabeza o del bolsillo", nos explica, pero quienes le conocen le llaman el pescador de botellas. Se identifica mucho con este nombre porque lleva años recogiendo las que tiramos los demás para crear jardines, personajes, instalaciones, máscaras, accesorios y un millón de cosas más.
"Estoy horrorizado con la falta de conciencia ecológica, con el mar de plástico que estamos creando entre todos, con la poca implicación de las administraciones, con la falta de escrúpulos a la hora de desechar sin pensar en la necesidad de reutilizar y reciclar antes de tirar", nos dice. Por todas estas razones, y tras años de experimentar con diversos materiales, está decidido a mostrar la belleza que encierran los cientos de botellas de plástico y de cristal que a diario tiramos al contenedor.
Se recuerda desde muy pequeño trabajando con las manos, y aunque no tiene conciencia de que esto del reciclado le venga por educación o por formación, está convencido de que algo le viene de familia: "Mi tío Fede lleva toda la vida haciendo sopas de letras y tomándose un finito cada día y resulta que guarda todos los bolígrafos que ha gastado y todos los tapones de las botellas que se ha bebido, mi primo Pablo hace instrumentos sostenibles y mi primo Ricardo hace creaciones reutilizando todo lo que encuentra en el campo, así que debe ser que lo llevamos en la sangre", dice.
Hablamos sobre sus inicios. Me cuenta que desde niño le gustaba recoger cacharros de la calle, pero su gran inspiración le vino del rastro de Madrid. Arsenio es de Benalup-Casas Viejas y lleva muchos años instalado en Cádiz, pero en los años 80 estuvo viviendo en la plaza de Cascorro: "Yo no me saltaba un domingo de rastro por nada del mundo y me hice con una colección de prendas auténticas de los 60 y 70, que años más tarde fueron el inicio de mi negocio de ropa de segunda mano".
Lo mejor me lo cuenta después “el primer año de estar viviendo allí, en Tirso de Molina me encontré un contenedor lleno de ropa de Cornejo (la famosa sastrería especializada en ropa para cine y teatro), eran prendas como de 1800 y me lo llevé todo a la buhardilla. Como en esa época nadie te miraba por nada, nos tiramos tres años mis amigos Cesar y Polaca y yo, por supuesto, vestidos de época. Teníamos unos modelitos maravillosos y además los fines de semana le vendíamos esa misma ropa a todo el que quería pagar por ella”.
Hace memoria de los materiales con los que ha trabajado y no me llegan los dedos para contar: “desde los doce o trece años, que empecé con la pasta de papel para modelar, han pasado por mis manos plástico, metal, ropa, cristal, raíces, semillas, restos de cuero de Ubrique, vendas, instrumental de medicina nuclear… Y es que en todos estos años ha realizado proyectos que van desde performances en la calle hasta intervenciones en museos, disfraces de carnaval (las Diógenes), jardines de plástico sobre jardines vivos, máscaras, muñecos, instalaciones, decoración de interiores, complementos... un paseo por su cuenta de instagram te dará una idea de su trabajo.
En cuanto a la metodología de trabajo, depende del proyecto que tenga entre manos, aunque nunca dibuja. Hay trabajos que empieza sabiendo a dónde quiere llegar, en cambio otros evolucionan por sí mismos. Me dice que no cuenta con un equipo de trabajo ni con maquinaria especializada, "me bastan mi cabeza, mis manos, unas tijeras, alicates y tenazas".
Recuerda con especial entusiasmo su trabajo con restos de muñecas, que culminó en la exposición ‘Carne de muñeca. El arte del Residuo’. La Junta de Andalucía la incluyó, junto con otros artistas, en un vídeo sobre los residuos como materia susceptible de convertirse en obra de arte. Una producción audiovisual realizada en el marco de Recapacicla, Programa de Educación Ambiental sobre residuos y reciclaje impulsado por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, Ecoembes y Ecovidrio.
Me cuenta que, al principio, cuando iba a los contenedores, pasaba un poco de miedo “¡a ver si me voy a encontrar un feto o algo raro… se escuchan tantas cosas!” y hasta en el arte de pescar se ha profesionalizado “al principio iba con un paraguas, pero sólo podía coger lo que se podía enganchar, ahora voy mucho más preparado, tengo un artilugio con el que puedo sacar hasta botellas sin asa y cerradas con tapón”.
Y es que toda ayuda es poca, su nuevo proyecto es una instalación que estará formada por más de 20.000 botellas de cristal. Cuando le pregunto de qué se trata, me dice que este es un proyecto especial, no tengo una idea preconcebida como en otras ocasiones, va evolucionando sola, porque en esta instalación lo más importante son las luces y sombras que se crean, la manera en que atraviesa el vidrio, cómo cambia la instalación a lo largo del día y según el tiempo que haga. Lleva meses trabajando en ella y aún queda tiempo para que esté terminada.
Y saca otra anécdota a relucir “en Carnaval, salía de una fiesta de disfraces a las 6:30 de la mañana y me encuentro en la Plaza de San Antonio un mar de botellas en el suelo. Con la ayuda de cuatro colegas, al día siguiente tenía en mi casa más de 300 botellas y no sólo de coca-cola, que son muy fáciles de conseguir, ¡de Sprite, que eso no lo bebe nadie!”.
La necesidad de concienciar a la sociedad sobre la importancia de la reutilización y el reciclaje es la razón por la que se ha implicado en la exposición-taller “R que R, recicla y reutiliza”. Se trata de una propuesta didáctica de la Diputación de Cádiz que además de mostrar el trabajo que realiza Arsenio Rodríguez, se complementa con talleres participativos en los que trata de hacer reflexionar a los más jóvenes sobre la sensibilización con el medio ambiente, la capacidad creativa, la imaginación, la sostenibilidad y la toma de conciencia sobre el reciclaje responsable.
Toda una lección de arte y de pensamiento, hecha a mano y con el corazón.