Durante casi 20 años, los expertos han estudiado los roles neuronales de las proteínas llamadas importinas, las cuales se encuentran en todas las células y transportan moléculas al núcleo. El trabajo previo del laboratorio se centró en el sistema nervioso periférico, si bien en el nuevo intentaron comprobar si alguna de las importinas también desempeñaba un papel en el sistema nervioso central, es decir, en el cerebro y en la médula espinal.
Para ello, los investigadores sometieron a cinco grupos de ratones, diseñados genéticamente para carecer de genes de la subfamilia alfa de las importinas, a una batería de pruebas de comportamiento y encontraron que un grupo, los que carecían de importina alfa-5, no mostraban ansiedad en situaciones de estrés.
Luego, los investigadores comprobaron cómo estos ratones "más tranquilos" diferían de los regulares en términos de expresión génica en ciertas regiones del cerebro involucradas en el control de la ansiedad. Los análisis computacionales apuntaron a MeCP2, un gen regulador conocido que afecta los comportamientos de ansiedad.
En este sentido, en ratones que carecían de importina alfa-5, el MeCP2 no pudo entrar en los núcleos de las neuronas que controlan la ansiedad, reduciendo así la señalización de S1P y disminuyendo la ansiedad.
Después de realizar experimentos adicionales para confirmar que efectivamente habían descubierto un nuevo mecanismo de regulación de la ansiedad en el cerebro, los investigadores buscaron moléculas que pudieran modificar este mecanismo.
Así, se dieron cuenta de que ya existen medicamentos que modulan la señalización S1P como, por ejemplo, el fingolimod, se usa para tratar la esclerosis múltiple. Cuando los investigadores probaron los efectos del fingolimod en ratones normales, estos ratones mostraron una ansiedad reducida, de manera similar a los ratones genéticamente modificados que carecen del gen de la alfa-5 importina.
Además, los investigadores encontraron un informe anterior de un ensayo clínico de fingolimod, según el cual el fármaco tuvo un efecto calmante en pacientes con esclerosis múltiple. "Nuestros hallazgos han abierto una nueva dirección para la investigación de los mecanismos de la ansiedad. Si entendemos exactamente cómo el circuito que hemos descubierto controla la ansiedad, esto puede ayudar a desarrollar nuevos medicamentos, o dirigir el uso de los existentes, para aliviar sus síntomas", han zanjado los expertos.
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