En la atmósfera del planeta K2-18ba, que se encuentra a 111 millones de años luz, los científicos planetarios de la Universidad de Montreal han detectado vapor de agua, y posiblemente nubes de agua líquida.
Según afirma el autor principal del hallazgo, Björn Benneke, profesor del Institute for Research on Exoplanets "Esto representa el paso más grande que se ha dado hasta nuestro objetivo final de encontrar vida en otros planetas, de demostrar que no estamos solos. Gracias a nuestras observaciones y nuestro modelo climático de este planeta, hemos demostrado que su vapor de agua puede condensarse en agua líquida. Esta es la primera vez”
El exoplaneta es aproximadamente nueve veces más masivo que nuestra Tierra y se encuentra en la zona habitable de la estrella que orbita. Esta estrella de tipo M es más pequeña y más fría que nuestro Sol, pero debido a la proximidad de K2-18b a su estrella, el planeta recibe casi la misma cantidad total de energía de su estrella que nuestra Tierra recibe del Sol.
Las similitudes entre el exoplaneta K2-18b y la Tierra sugieren a los astrónomos que el exoplaneta puede tener un ciclo de agua que posiblemente permita que el agua se condense en nubes y que caiga la lluvia de agua líquida. Esta detección fue posible al combinar ocho observaciones de tránsito, el momento en que un exoplaneta pasa frente a su estrella, tomadas por el telescopio espacial Hubble.
La Universidad de Montreal no es ajena al sistema K2-18 ubicado a 111 años luz de distancia. La existencia de K2-18b fue confirmada por primera vez por el profesor Benneke y su equipo en un documento de 2016 utilizando datos del telescopio espacial Spitzer. La masa y el radio del planeta fueron determinados por el ex estudiante de doctorado Ryan Cloutier de la Universidad de Montreal y la Universidad de Toronto.
Los científicos creen actualmente que la gruesa envoltura gaseosa de K2-18b probablemente impide la vida tal como la conocemos en la superficie del planeta. Sin embargo, el estudio muestra que incluso estos planetas de masa relativamente baja, que por lo tanto son más difíciles de estudiar, pueden explorarse utilizando instrumentos astronómicos desarrollados en los últimos años.
Al estudiar estos planetas que se encuentran en la zona habitable de su estrella y tienen las condiciones adecuadas para el agua líquida, los astrónomos están un paso más cerca de detectar directamente signos de vida más allá de nuestro Sistema Solar, informa la Universidad de Montreal.