Desde el año 2022, la doctora Sara García Alonso es mundialmente conocida por ser la primera mujer española en entrar en la reserva de astronautas de la ESA (La Agencia Espacial Europea). Tras conocer que ella es una de las 12 personas que se mantendrán en la retaguardia para las futuras misiones al espacio - como la nueva visita a la Luna - esta leonesa se ha sometido a un durísimo entrenamiento (igual o mayor que el de las pruebas para entrar en la ESA), con el fin de acostumbrarse a situaciones extremas y, de esta forma, evitar las reacciones de pánico.
Por ejemplo, trabajar dentro de una piscina de 10 metros de profundidad para familiarizarse con la ausencia de gravedad o aprender a sobrevivir en la nieve, por si su nave experimentara algún fallo en la reentrada y aterrizara en algún lugar hostil del planeta. Con todos los deberes hechos, Sara García ha colgado el traje de astronauta y guardado el manual de supervivencia para dedicarse durante unos meses a su vocación inicial: la ciencia. Por lo que ha pasado de los escenarios más terribles a volver a su 'tranquilo' despacho en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España, donde también desarrolla una importantísima misión: la lucha contra el cáncer.
"Dejo el traje de vuelo y me pongo la bata de investigadora. Tras dos meses en el Centro Europeo de Astronautas, regreso al laboratorio, mi entorno durante los últimos 10 años. Seguir investigando contra el cáncer es mi máxima prioridad. La ciencia salva vidas", ha dicho en sus redes sociales, sin que ello signifique en absoluto que rechace la plaza de la ESA que con tanto esfuerzo ganó. Hasta que vuelva al entrenamiento en el segundo semestre de 2025, Sara ha vuelto a dedicarse a su verdadera vocación, si bien todo lo relacionado con la ciencia y la resolución de problemas parece formar parte de su ADN leonés.
Ella es muy consciente de lo necesaria que es la investigación sobre patologías mortales para las que el mundo, aprovechando los impensables avances tecnológicos conseguidos, debería encontrar una cura. En su caso, Sara estudia el adenocarcinoma de pulmón y el adenocarcinoma de páncreas, pero muchos otros cánceres poco trabajados, como el sarcoma de Ewing, también necesitan trabajadores especializados y, sobre todo, financiación. Bien lo sabe Emilia Huelva, hermana de la fallecida Elena Huelva, quien hoy mismo le ha dedicado una emotiva carta, en el segundo aniversario de su muerte.
Gracias a los fondos de la beca que lleva su nombre y a la venta masiva del Baby Pelón se pudo poner en marcha en España el estudio Inter Ewing 1, que añade un fármaco a la quimioterapia que trata el sarcoma y mide las necesidades reales de añadir radiación, cuando para el grupo GEIS había sido monetariamente imposible unirse a esta carrera.
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