"Científicos liderados por Izpisua crean embriones híbridos de humano y mono", "Embriones sintéticos en frascos: el extraordinario nuevo avance de la ciencia", o "Científicos chinos logran crear en macacos estructuras similares a embriones". Son solo tres ejemplos, tres titulares, que en los últimos meses les hemos contado sobre los avances embrionarios. Descubrimientos que sacuden al mundo de la ciencia y que ponen sobre la mesa el debate ético que salpica este tipo de noticias. Pero no solo eso. También plantean dudas lingüísticas con repercusiones más allá de las meramente gramaticales: ¿podemos seguir hablando de embriones tal y como lo hacíamos hasta ahora? o los cambios son tan importantes que podrían modificar la definición de dicha palabra... Y si procedemos a ese cambio, ¿tendría consecuencias legales y jurídicas?
Pues un grupo de investigadores ya está trabajando en ello y defiende que hay que cambiar la definición de embrión. Hasta el momento, el consenso era total y se consideraba embrión al "ser vivo en las primeras etapas de su desarrollo, desde la fecundación hasta que el organismo adquiere las características morfológicas de la especia" (definición de la RAE). Por tanto, el embrión (según la biología) se forma cuando el esperma fecunda al óvulo. Pero los avances de la medicina regenerativa lo han cambiado todo y ya no se necesitan óvulos ni espermatozoides para generarlos. Se han creado modelos embrionarios o embriones sintéticos, desarrollados a partir de células de macacos o de ratones. También de células humanas (a través de la piel o de la sangre). Son tan parecidos a los naturales que, ¿habría que llamarlos igual y por tanto darles la misma protección jurídica?
El biólogo Nicolas Rivron, del Instituto Molecular de Viena, encabeza a un grupo de investigadores que sugiere una nueva definición de embriones, que incluiría a los nuevos modelos embrionarios que tengan el potencial para convertirse en un feto. Lo ha hecho en un artículo publicado en la revista científica Cell esta misma semana. Berna Sozen, investigadora de células madre de la Universidad de Yale, también pide una redefinición "no solo para reflejar mejor nuestro conocimiento actual, sino también para allanar el camino para debates más precisos e inclusivos dentro de la comunidad científica".
“Los avances científicos están reduciendo las brechas biológicas y, por lo tanto, éticas y legales entre los modelos embrionarios y los embriones”, explicaba Rivron en el artículo. "En el futuro, los modelos de embriones pueden pasar por un 'punto de inflexión' después del cual, en nuestra opinión, la mayoría de las distinciones éticas con un embrión desaparecerían".
Pero eso es algo que todavía no ocurre. Alfonso Martínez Arias, biólogo de la Universidad Pompeu Fabra y coautor del estudio publicado en Cell, asegura (en declaraciones recogidas en la revista Nature) que por el momento ningún país del mundo incluye en su definición de embrión a los nuevos modelos embrionarios. Él defiende que habría que cambiarlo y definir un embrión como “un grupo de células humanas sustentadas por elementos que cumplen funciones extraembrionarias y uterinas que, combinados, tienen el potencial de formar un feto... Independientemente de cómo hayan llegado a existir”.
Llegados a este punto, vamos a profundizar algo más en los modelos embrionarios. Hay que tener muy claro qué son y en qué se diferencian de los embriones.
Los modelos de embriones son grupos de células madre embrionarias que pueden comenzar a diferenciarse y organizarse de manera que se asemejen al desarrollo de un embrión temprano. Se han logrado a partir de células de ratón, macacos y también humanas.
Dichos modelos de embriones, no podrían convertirse en fetos incluso si fueran implantados en un útero (un procedimiento que sería ilegal para los humanos en muchos países). La Sociedad Internacional para la Investigación de Células Madre (ISSCR) recomienda que se utilicen en investigación solo después de una cuidadosa revisión por parte de comités científicos y éticos.
Algunos investigadores están utilizando estos modelos de embriones para estudiar el desarrollo embrionario sin las restricciones éticas y legales que se aplican a los embriones reales. Lo cuenta en este artículo la revista científica Nature. La investigación podría ayudar a comprender las causas de los abortos espontáneos. Es cierto que actualmente, muchos países siguen la recomendación de la ISSCR de que ningún embrión humano puede ser cultivado fuera del cuerpo más allá de los 14 días posteriores a la fertilización. Pero la investigación desarrollada en modelos animales puede abrir la puerta al conocimiento de lo que ocurre en esas primeras fases del desarrollo humano, una etapa de la vida sobre la que todavía se desconocen muchos detalles. "Esperamos que en el futuro este conocimiento beneficie a la sociedad al apoyar el desarrollo de medicamentos para combatir la infertilidad y conducir a la mejor comprensión de las malformaciones y enfermedades congénitas", asegura Nicolas Rivron.