El 29 de junio, nueve días después de la desaparición del Titan, los equipos de rescate norteamericanos localizaban a casi 4.000 metros de profundidad varias piezas del sumergible junto a restos humanos. El barco Horizon Artic, de bandera canadiense, llevaba esos fragmentos hasta San Juan de Terranova. Allí, los técnicos fueron desembarcando esos trozos del batiscafo. Entre todos ellos, nos vamos a fijar en uno que entonces pasó desapercibido: el semicasquete esférico que formaba la proa del Titan. Se trata de una pieza semiesférica, de color gris, equipada con un ojo de buey que permitía a los ocupantes del sumergible observar el exterior.
Y hay un detalle que puede ser muy relevante de cara a la investigación. Esa parte de la proa está intacta. Pero, ¿por qué está completa, sin deformaciones ni fracturas después de la catastrófica implosión? Según el ingeniero español y experto en submarinos José Luis Martín, la imagen de esa pieza "tiene toda la información para comprender la tragedia del Titan".
"Que esa pieza esté intacta, sin grietas y sin fisuras, es la clave de todo. Su estado indica que salió despedida de la parte cilíndrica a una velocidad supersónica", asegura Martín, que pone un ejemplo "casero" para entender lo que pasó. "Vamos a imaginarnos una botella de plástico. La cogemos, sin agua, y la ponemos en una superficie en posición horizontal. Y vamos a desenroscar el tapón casi hasta el final. Ahora la apretamos a gran velocidad. El tapón sale disparado como una flecha, ¿verdad? Pues eso es lo que pasó con el Titán", explica el experto en submarinos. "El tapón en este caso sería la pieza que formaba la proa y que fue encontrada en buen estado. El resto de la botella sería lo que quedó del sumergible".
Esta dato, según Martín, confirma la secuencia de los hechos que él defiende como "la única hipótesis plausible" de lo que ocurrió. "El brusco aumento de presión, que fue instantáneo, deformó el casco y lo comprimió. Al comprimirlo, perdió su forma de cilindro, y entonces se produjo la caída. La caída fue instantánea, el casco no soportó ese aumento instantáneo de la presión y colapsó. El semicasquete esférico salió disparado a una velocidad increíble y por eso ha quedado intacto". Esa imagen, que muestra la pieza intacta que conforma la proa, daría validez -según Martín- a su secuencia de los hechos.
Este relato de los hechos lo ha realizado el ingeniero español José Luis Martín tomando en cuenta estos cálculos hechos por él mismo y que se pueden consultar aquí.
Para Martín la principal conclusión sobre lo ocurrido es muy clara: "El sumergible Titan tuvo el peor diseño de construcción posible debido al nefasto sistema de acceso al submarino por estructura abisagrada y atornillada".
Además, apunta a la poca experiencia del piloto como posible origen de los problemas eléctricos. "¿Qué conocimientos tenía Stockton Rush de oceanografía y de corrientes marinas?, ¿dónde está su título náutico? Desde luego si los tenía, no supo o no quiso interpretarlos y por supuesto ponerlos en práctica. Para llegar al Titanic tenía antes que atravesar la Corriente del Golfo, que tenía una velocidad de corriente igual a la velocidad del Titan. Entonces, para que no le arrastrara la corriente y poder maniobrar en condiciones de seguridad tuvo que forzar las baterías del submarino. Las forzó tanto, que causó un fallo en el sistema eléctrico de control", asegura Martín. "Estoy convencido de que eso es lo que pasó. Y eso desencadenó lo que ya entonces fue inevitable, la implosión del sumergible".
Hace unos días, el ingeniero ya había realizado para NIUS unos cálculos que determinaban que la "caída libre" del Titan duró entre 48 y 71 segundos. Es el tiempo que pasó desde que el Titan se desestabilizó hasta que implosionó en las aguas del Atlántico Norte. El sumergible descendió en posición vertical, "como si fuera una piedra y sin ningún control", durante unos 900 metros. Según el experto en submarinos, los pasajeros cayeron y "se agolparon unos encima de otros". "Tuvo que ser como una película de terror", explicaba Martín en una entrevista a NIUS.
El ingeniero logró estos datos teniendo en cuenta el peso del sumergible, el empuje, la masa, la aceleración, la velocidad de caída de un cuerpo libre y el coeficiente de fricción que ejerce el agua contra un cuerpo que cae. Los cálculos se pueden consultar aquí, en este informe que realizó José Luis Martín para NIUS.
Ya ha pasado casi un mes desde la desaparición del Titán y dos semanas desde que se localizaron los restos del batiscafo del OcenaGate. Las dos investigaciones oficiales, y paralelas, continúan. Por un lado, la canadiense y por otro la americana.
Los investigadores se enfrentan todavía a muchas preguntas que no han podido ser respondidas hasta el momento.
¿Por qué OceanGate, la compañía del Titan, recibió el visto bueno a embarcar turistas en un sumergible que no tenía certificación y estaba en fase experimental?, ¿por qué Stockton Rush, cofundador y director ejecutivo de OceanGate, no hizo caso a las serias preocupaciones que le llegaron en materia de seguridad?, ¿qué causó el fallo eléctrico que acabó provocando la implosión?, ¿las autoridades de qué país son responsables de que el Titan lograra realizar las inmersiones? o ¿qué supone el desastre del Titan para el futuro de las inmersiones submarinas turísticas?