Estimulación magnética para tratar la depresión: "Cada vez viene gente más joven, que es reacia a la utilización de fármacos"
La estimulación magnética transcraneal (EMT) es una técnica "no invasiva y con mínimos efectos secundarios" que lleva años utilizándose en otros países
El hospital público Gregorio Marañón fue pionero en España: "No es magia, es ciencia", explica Julio Prieto, jefe del servicio de Neurofisiología Clínica
Se utiliza cada vez más para tratar la depresión crónica, el TOC, el dolor neuropático, la neurorrehabilitación tras un ictus o ciertas adicciones
Estimular el cerebro con campos magnéticos, "modular" las conexiones neuronales para mejorar la salud del paciente. Eso es la estimulación magnética transcraneal (EMT), una técnica terapéutica no invasiva -y esto es importante- que puede sonar novedosa, pero ya no lo es. En España se utiliza desde hace una década. En EE.UU. y otros países europeos, como Francia, llevan mucho más tiempo aplicándola. Por sus buenos resultados y sus casi inexistentes efectos secundarios.
“Suena a ciencia ficción, pero no lo es”, advertía uno de los pioneros en esta técnica, el neurólogo de Harvard Álvaro Pascual Leone, que ha estado en Madrid varias veces explicando sus avances. “No es magia, es ciencia”, insiste Julio Prieto, jefe de servicio de Neurofisiología Clínica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, una de las personas que empezó con esto en España, hace ya tiempo. “Yo empecé a utilizar equipos de estimulación magnética cuando era residente. Tenía 28 años. Y voy a cumplir 60”.
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El Gregorio Marañón fue el primer hospital público que incorporó un estimulador magnético en España. Entonces, hace 30 años, se utilizaban sólo para diagnóstico. Como tratamiento, Prieto y su equipo llevan utilizándolo unos 10 años. ¿Para qué? Para tratar la depresión crónica, por ejemplo, que es donde más se utiliza.
“Es muy eficaz en la depresión crónica resistente, esas depresiones que llevan años y que no han respondido a fármacos. Entre el 50% y el 70% de los pacientes mejoran después de la estimulación magnética transcraneal, con escasísimos efectos secundarios”, asegura Prieto. Pero cada vez se utiliza más, también, en otras patologías.
Mejorar los síntomas de patologías psiquiátricas o neurológicas
“Hay indicaciones tanto psiquiátricas como neurológicas”, explica el médico. En el ámbito psiquiátrico, además de la depresión, está autorizada también para TOC (trastorno obsesivo compulsivo), esquizofrenia (“aunque con peores resultados”) y en algunas adicciones.
En el ámbito neurológico, “da muy buenos resultados en dolor neuropático, en neurorrehabilitación de secuelas motoras del ictus y en rehabilitación de las afasias (trastornos del lenguaje). Prieto y su equipo la utilizan en todas estas patologías excepto en las adicciones, un campo donde esta técnica es experimental todavía.
Los pacientes les llegan derivados desde unidades de rehabilitación, desde neurología, neurocirugía o psiquiatría. Y no necesariamente son pacientes del Gregorio Marañón. En Madrid, hay otros dos hospitales públicos que ofrecen esta vía terapéutica: el 12 de Octubre y el Clínico. En Cataluña, Valencia y algunas otras CCAA también hay hospitales públicos que la utilizan. Y son varios los centros privados que la aplican en España desde hace años, pero con un coste elevadísimo: entre 2.000 y 4.000 euros el tratamiento.
Porque hablamos de un tratamiento que se prolonga varias semanas, y que se centra en los síntomas, no en el diagnóstico. Lo cual ya supone “un cambio de paradigma”, según Pascual Leone. Porque el objetivo no es ponerle una etiqueta lo que le pasa al paciente, sino inducir cambios que le ayuden en su día a día: “intervenir para mejorar su calidad de vida”. ¿Cómo? “Aumentando o reduciendo la actividad neuronal en distintos puntos”, explicaba en su día el neurólogo de Harvard.
Objetivo: modular redes neuronales, reeducarlas
Prieto nos explica cómo funciona esta técnica, que es indolora y apenas tiene efectos secundarios. “El equipo (generador de estímulos) lanza una descarga eléctrica de alta potencia a una bovina a la que va conectado, que se pone sobre la cabeza del paciente. Por ella pasan unos 4000 voltios. Esa descarga eléctrica se produce en cuestión de microsegundos, en muy poco tiempo, y genera en la bovina un campo magnético que puede atravesar la piel y el cráneo de manera indolora”. Esto es importante, y Prieto insiste en ello. “El campo magnético no es doloroso”.
Una vez que esa descarga atraviesa el cráneo, “nos permite alcanzar el tejido cerebral, y ahí ese campo magnético se vuelve a convertir en un campo eléctrico, que estimula en una zona muy restringida, la que está justo debajo de la bovina”. La zona varía según la patología.
Según las frecuencias que se utilicen y cómo sea ese estímulo, “las neuronas que están justo debajo se inhiben o se excitan”. Ese es el efecto que se produce localmente. Pero no queda ahí. “Lo que hacemos es seleccionar una puerta de entrada. Si yo estimulo un área de la corteza cerebral, desde ahí van a salir múltiples vías y ese efecto local va a producirse también a distancia, dependiendo de las vías que estemos estimulando”. La idea de estos “estimuladores repetitivos”, que es como se denominan, es inducir cambios: “modular, reeducar esas vías para que funcionen de otra manera”.
Tratamiento diario y ambulatorio, durante semanas
El tratamiento es “muy demandante de tiempo”, advierte Prieto. Porque es diario, con sesiones de entre 30-40 minutos, y ambulatorio, hay que acudir al hospital para ello, aunque no requiere ingreso. Lo habitual es recibir 15-20 sesiones. "Estamos hablando de 3 o 4 semanas continuadas de tratamiento, como mínimo". Depende del paciente.
"En depresión nos movemos de 4 a 6 semanas. En otras patologías, como dolor neuropático, es menos tiempo". Prieto está tratando a entre 6 y 8 pacientes a diario, en su consulta. No muchos más, porque no da tiempo: en la práctica, cada cita se prolonga casi una hora.
Hablamos de una técnica terapéutica como cualquier otra, por tanto. O incluso mejor, en algunos casos, porque apenas tiene efectos secundarios. “Son mínimos”, asegura Prieto. El más frecuente es una cefalea leve, pero cuando ocurre se da sólo en las primeras sesiones.
De momento, esta estimulación cerebral no invasiva es complementaria a la farmacología, pero ¿podría ser sustitutiva en algún momento?
Prieto cree que “es probable”, pero reconoce que los fármacos “tienen una enorme ventaja, que es la comodidad para el paciente. Se toma la pastilla en su casa, es muy fácil, y en un porcentaje muy alto de pacientes va muy bien”. Esto, en cambio, requiere ir al hospital durante un tiempo.
Menos efectos secundarios y más personalizado que los fármacos
“Pero también es cierto que los fármacos tienen muchos más efectos secundarios, y cada vez hay más población que no quiere utilizarlos”, advierte Prieto. “Sobre todo, en el caso de la depresión, en que los fármacos afectan a la libido, mucha gente joven intenta buscar otras opciones no farmacológicas”. Quizá por ello, explica, en los últimos años “se ha ido incorporando un grupo de población cada vez más joven. Gente de unos 30 años que es reacia a la utilización de fármacos”.
Prieto explica que los beneficios de esta técnica se entienden bien al comparar los resultados de la estimulación magnética transcraneal con los de los fármacos que se están utilizando, por ejemplo, para tratar la depresión. “Los resultados (beneficios) son casi los mismos, pero con distintos efectos secundarios: los de la estimulación magnética son dos líneas, los del fármaco son tres hojas”. Sólo eso ya debería bastar para tenerlo en cuenta como opción terapéutica.
Y otra cosa que es clave: hablamos de un tratamiento individualizado. Para cada persona en concreto, con unos síntomas concretos y unos circuitos neuronales concretos. “Eso es crítico, hay que calcular el umbral para ese paciente, localizar bien el sitio y estimular en ese sitio”. El fármaco, en cambio, actúa en todo, “en el cerebro o en cualquier otro lado: donde esté ese neurotransmisor”.
“Con estas técnicas tenemos la oportunidad de personalizar la intervención según los síntomas que tenga cada persona”, explicaba a NIUS Pascual Leone. Porque, aunque la patología sea la misma, no todos la sufren de la misma forma. Y no sólo eso, sino que los mismos síntomas pueden generar distintas discapacidades en distintas personas, según sean sus vidas, sus circunstancias concretas. Por eso es clave “que el enfermo te diga cuáles son los síntomas que le discapacitan más”.
Nada que ver con el electroshock
Prieto cree que esta técnica se enfrenta a dos problemas. Primero, lo que denomina “la mística”. Es decir, que “parece un poco extraño que te pongan una cosa en la cabeza y que mejores de la depresión”. Pero el hecho es que mejoras. Y lo haces porque tus circuitos neuronales comienzan a funcionar de otra forma.
Con la depresión, por ejemplo, hay evidencia científica de sobra, asegura. “Se sabe que con la EMT eres capaz de conseguir el establecimiento de nuevas sinapsis y puedes modificar los niveles de neurotransmisor, a nivel cerebral, que es la base de la depresión. Está demostrado que aumenta los niveles de dopamina y que se reorganizan las redes neuronales. No es magia, es ciencia”, insiste el experto. Y matiza. “Hay que hacerlo seriamente”, por parte de personas cualificadas para ello.
El segundo problema que le ve es que “es muy fácil confundirlo con el electroshock”, eso que hemos visto tanto en películas toda la vida. “No tiene nada que ver”, advierte Prieto. “Los pacientes vienen por su propio pie, se les estimula y se van por su propio pie, tranquilamente. Es una terapia muy inocua”.
Prieto asegura que cada vez son más quienes prueban esta terapia, que está en auge. “En España teníamos un sorprendente retraso en la utilización de estas técnicas, era algo muy llamativo. Casi no se utilizaban. No sé por qué”, confiesa. Ahora, parece que está cogiendo velocidad. Y él lo tiene claro: “Es un área de trabajo con mucho futuro”.