Un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine ha alertado que, en los Estados Unidos de América, los casos clínicos de infecciones por el hongo Candida auris han aumentado de forma drástica entre los años 2019 y 2021. La propagación del hongo también fue desmesurada en 2022. Los autores del estudio barajan la posibilidad de que la causa esté en que la pandemia saturó tanto los hospitales que se pudo descuidar la labor de desinfección de algunos gérmenes.
Muchas, aunque no todas, de las levaduras pertenecientes al género de hongos Candida son microorganismos comensales (es decir, en general mantienen una relación simbiótica, no dañina para su huésped), comúnmente relacionados con infecciones superficiales o candidémicas.
Varias especies como por ejemplo Candida albicans, Candida glabrata (nomenclatura actualizada Nakaseomyces glabrataa), Candida tropicalis, Candida parapsilosis, Candida dubliniensis y Candida krusei (nomenclatura actualizada Pichia kudriavzevii) eran consideradas responsables de la mayoría de las infecciones fúngicas. Sin embargo, en la última década, se ha informado de que las levaduras emergentes y atípicas son una causa mayor de infecciones fúngicas en pacientes inmunocomprometidos y/u hospitalizados. Candida auris es uno de esos patógenos fúngicos emergentes, que está asociado con infecciones nosocomiales y que es considerado una grave amenaza para la salud mundial.
La levadura Candida auris fue aislada por primera vez en 2009, del conducto auditivo externo de una paciente de 70 años en un hospital japonés, y hasta ahora, su presencia ha sido descrita en decenas de países diferentes y en la mayoría de los continentes, excepto en la Antártida. En junio de 2016, el CDC estadounidense comunicó una alerta clínica extraordinaria, advirtiendo a las instituciones de salud de los EE. UU. sobre la aparición global de Candida auris, y de su capacidad para causar brotes graves en los centros de salud.
Solo una semana después de esta advertencia, las autoridades sanitarias inglesas anunciaron el aislamiento de este hongo patógeno en hospitales del Reino Unido y notificaron un brote no controlado de candidemia nosocomial en el Royal Brompton Hospital de Londres, que precedió a la notificación, realizada por España, del mayor brote europeo de Candida auris, ocurrido en Valencia, en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe. En los últimos años este patógeno ha pasado de ser un agente infeccioso esporádico a una causa emergente de brotes nosocomiales en todo el mundo.
Candida auris se transmite con frecuencia de persona a persona por contacto directo o indirecto, y parece estar bien adaptada para sobrevivir fuera del huésped humano y, por lo tanto, es aislada comúnmente de la piel humana o del entorno hospitalario. Además, tiene numerosas cualidades de virulencia y muestra patrones de resistencia a múltiples fármacos aplicados en la terapia antimicótica común, que es utilizada para otras infecciones invasivas por Candida. De hecho, en 2021, el número de casos de Candida auris que fueron resistentes a las equinocandinas, que son utilizadas para tratar infecciones por candidas, fue aproximadamente 3 veces mayor que en cada uno de los 2 años anteriores. También resulta alarmante que muchas cepas de Candida auris sean resistentes al fluconazol y a la anfotericina B, dos de las opciones de tratamiento antimicótico más importantes disponibles.
La incidencia de la candidemia está aumentando en todo el mundo y las candidas son ahora reconocidas como la cuarta causa más común de infecciones invasivas del torrente sanguíneo, particularmente en entornos de unidades de cuidados intensivos (UCI), en muchos hospitales de atención terciaria, donde ocurren al menos el 50 % de los episodios de candidemia.
En comparación con otros miembros del género Candida, Candida auris suele requerir un sistema inmunitario del huésped comprometido y, por lo tanto, diversas comorbilidades como son un estado inmunodeprimido, edad avanzada, cirugía reciente, diabetes, aplicación de dispositivos médicos permanentes o el uso de medicamentos de amplio espectro, ya sean antibióticos o antifúngicos, por nombrar algunos, son los principales impulsores de la infección. La infección del torrente sanguíneo es el tipo más común de infección causada por Candida auris, pero también han sido documentados otros tipos de infección, como urogenital, respiratoria y de heridas.
Los síntomas de la infección invasiva por Candida auris son clínicamente indistinguibles de los de otras infecciones invasivas. La mortalidad varía significativamente entre las regiones geográficas y las poblaciones de pacientes. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la mortalidad oscila entre el 30 % y el 60 %. La tasa global de mortalidad atribuible es difícil de discernir debido a las comorbilidades de los pacientes, pero varios estudios de casos en todo el mundo documentan que la coinfección de COVID-19 y Candida auris, en unidades de cuidados intensivos (UCI), produjo resultados devastadores, con tasas de mortalidad de hasta el 80 %.
El 25 de octubre de 2022, la OMS publicó por primera vez una lista de 19 patógenos fúngicos prioritarios. La atención estuvo centrada en los hongos que causan enfermedades invasivas y amenazan la salud pública. Cada patógeno se ha clasificado como de prioridad crítica, alta o media, utilizando un criterio que tiene en cuenta la incidencia, la mortalidad, la resistencia a los medicamentos y las opciones de tratamiento. Candida auris fue clasificado como un patógeno de prioridad crítica.
Por desgracia, se desconoce la carga exacta que provoca Candida auris. Es evidente que la situación actual es preocupante, y que es necesario redoblar los esfuerzos globales de prevención y control, así como los impulsos económicos que permitan financiar la búsqueda y desarrollo de nuevos antifúngicos eficaces contra las amenazas mortales que nos acechan.