¿Puede el jet lag ser un factor de riesgo para tener cáncer? Es lo que trata de esclarecer en un centro científico de España. El ritmo circadiano de nuestro organismo es "el reloj biológico que nos permite adaptarnos a un ambiente que cambia periódicamente con la rotación diaria de la Tierra". Hace cinco años se descubrió un claro vínculo entre el citado reloj biológico, el sistema inmunitario y el cáncer. Lo determinó entonces María Casanova-Acebes, jefa del Grupo de Inmunidad del Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que ahora sigue investigando.
En los hallazgos de hace cinco años se vio que las células del sistema inmunitario regulan el ritmo circadiano en los tejidos -es decir, los cambios que se producen en los tejidos según sea de día o de noche- e influyen en la susceptibilidad al desarrollo del cáncer, apuntan los expertos en la web oficial. Para continuar con el estudio, Casanova-Acebes y su grupo, en colaboración con el Biobanco del CNIO, ha empezado a estudiar los efectos del desfase horario crónico en las células del sistema inmunitario en tripulantes aéreos, es decir, personal de cabina de pasaje que realiza trayectos de corto, medio y largo radio (transoceánicos), con anomalías conocidas como jet lag.
Gracias a la colaboración de la Asociación Española de Tripulantes de Cabina de Pasajeros (AETCP), durante los próximos cuatro años tomarán muestras de sangre de estos tripulantes, y analizarán cambios potencialmente relacionados con alteraciones en los ritmos circadianos. Esta semana se ha llevado a cabo una de las tomas de muestras periódicas en una unidad móvil cedida altruistamente por Quironsalud, situada a la entrada del CNIO.
“En la sangre podemos detectar unos marcadores en células inmunitarias, que nos pueden ayudar a hallar alteraciones en el ritmo circadiano que predispongan a desarrollar enfermedades inflamatorias, entre ellas, el cáncer”, ha explicado Casanova-Acebes, antes de añadir: “Queremos analizar estos marcadores en células del sistema inmunitario en sangre”. Los participantes donan sangre antes y después de un vuelo de largo radio, y de nuevo al cabo de seis meses. El estudio tendrá una duración de cuatro años.
Las muestras se preservan en el Biobanco del CNIO, una infraestructura esencial en la investigación biomédica. Como explica Eva Ortega-Paíno, directora del Biobanco del CNIO, “los biobancos recogen, almacenan y gestionan muestras biológicas -como tejidos sólidos (tumores) o líquidos (sangre), y sustancias como orina, heces y saliva)-, así como los datos clínicos asociados a estas muestras, con estándares de alta calidad; se utilizan para apoyar y dar servicio a la investigación”.
El objetivo principal del Biobanco del CNIO es facilitar a los investigadores el acceso a muestras humanas de calidad y a sus datos asociados para la investigación en cáncer y enfermedades relacionadas. En la actualidad, el Biobanco del CNIO alberga más de 8.500 muestras de linfomas, neoplasias ginecológicas y digestivas, carcinomas mamarios, casos no neoplásicos y cultivos primarios de piel. En conjunto, el Biobanco cuenta con más de 36.000 muestras de tejidos. Recientemente el Biobanco del CNIO ha puesto en marcha la primera colección de muestras de metástasis cerebrales, dentro de la Red Nacional de Metástasis Cerebral RENACER.