La paradoja del cáncer y los virus: algunos lo "estimulan" y la gripe entrena para combatirlo

  • Cada virus es distinto e interacciona de forma distinta con nuestro sistema inmune: sus efectos a largo plazo pueden ser muy distintos

  • Hay virus oncolíticos, que nos ayudan a luchar contra los tumores, y otros que pueden propiciar su desarrollo, los oncogénicos

  • Se investiga cómo utilizar los virus oncolíticos en inmunoterapia contra el cáncer: "cómo hacer que el sistema inmune no esté hipnotizado y se reactive para atacar a los tumores”

¿Cuántas veces ha ido al médico y ha recibido como diagnóstico: “Será un virus”? Así, sin más: un virus. ¿Pero qué virus? se habrá preguntado, o le habrá preguntado al médico. “No lo sé, puede ser cualquiera, es un cuadro viral”. Y ahí acaba la consulta.

“Decir un virus es no decir nada, metes en el mismo saco a todos”, advierte el virólogo Estanislao Nistal, que cree que “hay un problema de base muy grande” detrás de algo tan cotidiano. Porque no es lo mismo un virus que otro, y según cuál sea, sus efectos a largo plazo pueden ser muy distintos.  

“Cada virus es distinto, son todos súper distintos. Cada uno tiene la capacidad de entrar en tu cuerpo de una manera distinta y todos tienen herramientas específicas para manipular tu sistema inmune de una manera distinta", explica Nistal, profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo. "Cada virus tiene una estrategia distinta”.

Todos los virus interactúan con nuestro sistema inmune, pueden manipularlo, pero unos para bien y otros para mal. Simplificando mucho, podríamos decir que hay “virus buenos y virus malos”.

Y esto se ve claramente cuando hablamos de virus y cáncer. Hay virus que ayudan a luchar contra los tumores y otros que propician, de alguna forma, su desarrollo. Por eso, al hablar de virus, siempre es mejor ponerles apellido. En este caso, los primeros serían virus oncolíticos y los segundos, virus oncogénicos.

Virus oncolíticos: aliados contra el cáncer

Se trata de virus que infectan las células cancerosas, pero no las normales, y de hecho, se estudian como posible vía de tratamiento del cáncer. Esta es la definición clásica de estos virus, pero Nistal la amplía, va más allá. “Tradicionalmente, se entiende por virus oncolítico el que es capaz de destruir el cáncer directamente, al infectar un tumor y destruirlo”, explica. Pero están también “los que inducen la capacidad oncolótica”. Es decir, virus que no destruyen el tumor por sí mismos, pero estimulan una respuesta inmune que ayuda a destruirlos.

En ese caso, hablamos de virus que “pueden infectar unas pocas células tumorales, activar el sistema inmune y que él mismo acabe con el resto del tumor, o con la metástasis si la hubiera”, explica Nistal. “Son virus con capacidad de inducción de respuesta inmune oncolítica”. Y son estos los que se investigan para su uso futuro en inmunoterapia antitumoral.

Es decir, que el uso de virus contra el cáncer se puede hacer por dos vías:

  • con virus capaces de replicarse específicamente en las células tumorales y destruirlas
  • con virus que activan al sistema inmune innato para que actúe contra el tumor

Porque explica Nistal que, cuando un virus es capaz de infectar la célula tumoral, “además despierta una parte de la inmunidad que tenemos frente a proteínas propias de los tumores, las que consiguen silenciar a nuestro sistema inmune para que no los ataque”.

Los tumores que consiguen progresar y producir cáncer (que no son todos) tienen esa capacidad de silenciar o “hipnotizar al sistema inmune para que no les reconozca y no los ataque, y así poder seguir creciendo”. Si el virus consigue "despertar" al sistema inmune, este consigue reaccionar contra el tumor y detenerlo.

La inmunoterapia actual contra el cáncer investiga esta vía. “Se investiga cómo hacer que el sistema inmune no esté hipnotizado y se reactive para atacar a los tumores”, explica Nistal. Es decir, “utilizar virus oncolíticos para despertar esa inmunidad”. ¿En qué consiste?

Inducir la inmunidad o entrenarla

Hablamos de la “inducción de inmunidad por virus capaces de replicarse en tumores”. Un proceso complejo que Nistal explica de forma sencilla. Cuando un virus infecta una célula tumoral, hace que el cuerpo vea esa célula infectada y se active el sistema inmune, para que la ataque y la destruya. Pero no sólo eso. También se activa para generar memoria a largo plazo, es decir, para poder volver a reconocer a ese tumor.

Acaba de publicarse un estudio en la revista Nature que ha constatado, por ejemplo, los efectos del virus de la gripe como “entrenador” de la inmunidad innata para luchar contra el cáncer. Nistal da cuenta de ello en este artículo. Y lo que plantean los investigadores, advierte, va más allá todavía. "La inducción de inmunidad entrenada en macrófagos residentes en tejidos podría ser una posible estrategia antitumoral", leemos en el estudio. “Plantean que a un paciente le puedas hacer un tratamiento previo para estimular su inmunidad innata, y que ese entrenamiento previo pueda condicionar cómo tu organismo se comporta frente a ese tumor”.

Hacerlo no es fácil, pero puede que lo veamos en el futuro. Porque lo que sí está fuera de duda es que algunos de los virus con los que convivimos nos pueden ayudar a enfrentar mejor el cáncer. Se convierten en aliados de nuestro sistema inmune.

Otros no lo son tanto. De hecho, juegan el papel contrario: pueden favorecer el desarrollo de cáncer a largo plazo. Pero es que hablamos de “dos grupos de virus distintos”. Estos últimos se llaman “virus oncogénicos”.

Virus oncogénicos: “detonantes” del cáncer

Hablamos de virus que tienen la capacidad de transformar la célula que infectan en una célula tumoral. Nistal explica que hablamos de virus y tumores “muy específicos”. Y pone algunos ejemplos:

  • virus hepáticos: los de la hepatitis B y C pueden producir cáncer de hígado
  • virus de Epstein-Barr (VEB): asociado a algunos tipos de linfomas
  • virus HTLV-1: asociados a leucemias
  • virus del papiloma (HPV): no todos ellos pueden causar cáncer, sólo los que pertenecen a dos serotipos concretos

No hablamos de una relación causa-efecto. Hablamos de que, si tienes una infección con alguno de estos virus en concreto, aumentan las probabilidades de que, en el futuro, puedas desarrollar ciertos tipos de cáncer. “No siempre ocurre, pero puede ocurrir”, apunta Nistal.

Cada virus, una estrategia distinta

Asegura el virólogo que, de todos ellos, el mejor ejemplo de un “virus que estimula la producción de tumores” es el del papiloma, porque es el que más se ha estudiado. Para entender cómo lo hace, Nistal comienza explicando que "hay unas proteínas que controlan el ciclo de replicación de nuestras células, para que no crezcan indefinidamente, para que sepan que se tienen que detener”. Esas proteínas son una especie de “lugares de control, que detectan que el ciclo celular está yendo bien”.

Pues bien, el virus del papiloma modifica, o manipula, esas dos proteínas. “Hace que el ciclo celular se descontrole, y ahí es cuando tienes el problema”, es decir, cuando puedes acabar desarrollando un cáncer. Pero ya sabemos que “cada virus tiene una estrategia distinta”, tanto para convertirse en aliado contra el cáncer como para estimularlo. Esta es la de este virus, pero otros tienen otra.

Por ejemplo, los virus hepáticos lo hacen de otra forma, desencadenando un proceso biológico que puede ser peligroso. “Los virus de la hepatitis infectan directamente las células que hacen la función hepática. Pero cuando estas células se destruyen, otra célula es capaz de dividirse y ocupar el espacio de la célula muerta”. Eso ocurre porque el hígado tiene una capacidad de regeneración continua y casi infinita. Pero tiene sus riesgos.

Porque “cuanto más induces esa regeneración, más probabilidades tienes de que las células cometan errores y puedan dar lugar a un cáncer”, advierte Nistal. De ahí la estrategia que utilizan estos virus: obligar al hígado a regenerarse de forma continua.

Otro virus oncogénico que utiliza otra estrategia distinta es el de Epstein-Barr. La explica Nistal: “Puede infectar a las células B y hacer que algunas de esas células se empiecen a dividir indefinidamente y puedas acabar desarrollando un linfoma”.

El virólogo recuerda que, “cuando se descubrieron los virus, al principio se pensaba que la mayoría podían estar asociados a tumores”. Después se constató que no era así, que sólo algunos tienen esa capacidad. Y después se vio que otros que hacen lo contrario. Ahora, cada vez estamos más cerca de conseguir utilizar estos últimos en la inmunoterapia antitumoral, los tratamientos que utilizan el propio sistema inmune del paciente para combatir el cáncer.