El algoritmo, un proceso automatizado sin corazón

  • No saben improvisar, ni contextualizar, pero sus conclusiones manejan, muchas veces, nuestras vidas

  • Los expertos alertan de la necesidad de controlar su uso y funcionamiento ya que pueden llevarnos a cometer errores

  • Rodeado de algoritmos, el ser humano se reivindica como el garante último en la toma de decisiones

Son parte de nuestro día a día, los algoritmos rigen muchas de nuestras actividades y, también, condicionan nuestras vidas. Pero, pueden equivocarse y perjudicarnos.

Por eso, la Unión Europea ha comenzado a legislarlos y cada vez hay más voces alertando de la necesidad de que haya transparencia sobre su uso, funcionamiento y resultado. 

Porque no dejan de ser procesos automatizados que no tienen la capacidad de improvisar, contextualizar e imaginar. Cualidades que sí tiene el ser humano, que debe ser quien tome las últimas decisiones.