“Ante las evidencias que prueban la acción del SARS-CoV-2 sobre el endotelio vascular y los efectos inflamatorios y trombóticos del virus, es hora de plantearse seriamente la administración de AAS (ácido acetilsalicílico) en todos los pacientes diagnosticados de Covid Persistente (excepto en niños)”. Es lo que plantea José Luis Carrasco, médico internista y especialista en enfermedades cardiovasculares. Es uno de los facultativos que más tiempo lleva alertando de la posible relación entre el aumento de infartos e ictus y la covid.
Carrasco explica por qué lo propone. “Disponemos de estudios clínicos que prueban que el mecanismo por el cual el ácido acetilsalicílico reduce el riesgo cardiovascular se debe, no sólo a su acción antiplaquetaria, sino también a su efecto anti-inflamatorio y a su acción directa sobre el endotelio”. Lo que plantea, advierte a NIUS este médico malagueño, no es administrar aspirina “a tontas y a locas”. No a todo el mundo que haya pasado la covid, matiza, y nunca a niños.
Habla de estudiar su administración en dos casos concretos: personas diagnosticadas con covid persistente, o aquellas que hayan sufrido repetidas infecciones de covid y tengan factores de riesgo cardiovascular. Porque “con cada infección, aumenta el riesgo de desarrollar eventos trombóticos”.
Y habría que hacerlo siempre, recalca, “con un estudio de cada caso concreto, haciendo una analítica que incluya biomarcadores de coagulación”. Carrasco recomienda la aspirina como preventiva de eventos trombóticos, pero “siempre bajo control del médico de cabecera y si sus marcadores demuestran que hay carácter protrombótico en sus vasos sanguíneos”. ¿Hay consenso sobre esta recomendación? ¿Qué opinan los cardiólogos? ¿Y los médicos de atención primaria?
“Hablamos de prevenir”, explica Carrasco. “Estamos hablando de pacientes que tienen riesgo de desarrollar una patología cardiovascular pero que todavía no la han desarrollado”. ¿Quiénes? Personas con hipertensión, tabaquismo, obesidad, diabetes… y con varias reinfecciones a sus espaldas. “Personas que ya de por si tienen riesgo elevado de eventos trombóticos. Si añadimos la covid una y otra vez, ya es una bomba de relojería”, advierte.
Para tratar de desactivarla, Carrasco recomienda la administración de ácido acetilsalicílico. Y lo hace apoyándose en “los beneficios de la aspirina sobre la agregación plaquetaria, la inflamación y sus efectos antitrombóticos”, algo de lo que hay numerosa evidencia científica. “La aspirina va a evitar una excesiva formación de trombos, esto ya está demostrado hace muchísimos años”, asegura.
Y recuerda el riesgo que implica la formación de trombos. Si llegan a una arteria que es más estrecha y se atascan, pueden desencadenar una angina de pecho o un infarto si la arteria es coronaria. Si es cerebral, un ictus.
Carrasco recomienda también estudiar la aspirina para casos de covid persistente, con secuelas de la infección que hagan prever que la persona tiene más riesgo desarrollar algún evento trombótico. Por la gran afectación que tiene este virus a nivel vascular, como han demostrado ya varios estudios. “Este virus afecta al endotelio vascular, ya hay pruebas suficientes de ello, y tiene un carácter trombótico”.
Lo que plantea este médico se apunta también en esta revisión de estudios, publicada hace un mes, sobre la disfunción endotelial en la covid. “Se ha demostrado que varios fármacos candidatos que protegen el endotelio mejoran las manifestaciones clínicas de los pacientes con COVID-19”, leemos en el artículo. Y cuando hablan de agentes terapéuticos para mejorarla, incluyen el ácido acetilsalicílico. Lo vemos en este cuadro, que forma parte del estudio.
“Varias categorías de medicamentos protectores endoteliales son posibles para mejorar la disfunción endotelial en COVID-19”, plantean los investigadores, como “medicamentos para reducir los lípidos, medicamentos antihipertensivos, medicamentos antidiabéticos, agentes anti-VEGF, medicamentos anticoagulantes, antioxidantes, medicamentos antiinflamatorios y otros”.
La Sociedad Española de Cardiología, sin embargo, no lo recomienda. Francisco Marín Ortuño, coordinador del Grupo de Trabajo de Trombosis Cardiovascular de la SEC, explica por qué. “Porque en prevención primaria de otras patologías que no son covid persistente (diabéticos, fumadores, hipertensos…) se ha demostrado claramente, en grandes ensayos con miles de pacientes, que la reducción de complicaciones trombóticas es menor que las complicaciones hemorrágicas, fruto del tratamiento con aspirina”.
Es decir, el beneficio como preventiva de trombos no compensa el riesgo hemorrágico que implica la administración de la aspirina. “El riesgo de reducción de complicaciones trombóticas se balancea, incluso sale perdiendo, si aumenta la posibilidad de hemorragias”.
Marín Ortuño no la recomienda ni en los casos de covid persistente ni en los de reinfectados con factores de riesgo. Tampoco aconseja guiarse por biomarcadores para hacerlo. “Las últimas guías de prevención de infarto lo desaconsejan totalmente. Hacer una medicina dirigida, basada en biomarcadores de inflamación o de disfunción endotelial o de formación de trombos, está desaconsejado totalmente para dirigir el tratamiento”.
¿Por qué? “Porque no te dan más información”, asegura. No valen como referencia. Es mejor, explica el cardiólogo, “controlar los factores de riesgo en concreto: la hipertensión, el colesterol, la diabetes…” Pero no es partidario de administrar aspirina en estos casos.
Los médicos de familia, en cambio, sí la recomiendan. Desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), su portavoz, Lorenzo Armenteros, es partidario de administrar aspirina en casos de covid persistente. “Me parece bien. Más que por anticoagulante, por antiagregante”, dice. “Lo lo que hace el ácido acetilsalicílico es antiagregar, que no se formen coágulos”, y con ello, dice, se reduce el riesgo de trombosis.
Asegura que le parece “adecuada” la propuesta de Carrasco, y cree que “cada vez encontraremos más evidencia sobre esto, a medida que se hagan más estudios”. Armenteros explica que siguen viendo bastantes casos de covid persistente en las consultas de atención primaria, aunque menos graves que al inicio de la pandemia. “Con uno o dos síntomas sí que vemos mucha gente. Con cefalea, o cansancio, taquicardias… que se extienden más allá de los seis meses”.
Y confiesa que les preocupa el aumento de muertes por infartos o ictus. “No es normal que se haya incrementado el número de muertes en una población más joven y sin factores de riesgo. Este aumento de muertes súbitas es más que extraño, es un problema de salud pública que merecería la pena investigar”.
Armenteros cree que “se debería tomar alguna medida desde la administración sanitaria” y apunta, como ya hicieron en su día Carrasco y otros médicos y científicos, a la necesidad de hacer autopsias en ciertas muertes súbitas. “Debería ser la propia Sanidad la que investigara e hiciera la autopsia". Y se refiere a las muertes de este tipo que se están dando en "jóvenes sin factores de riesgo, cuyo único riesgo en común es que han tenido covid”, insiste el portavoz de la SEMG.