Morir sin morir del todo. Morir hoy en día, pero dejar abierta una puerta a una hipotética vuelta a la vida, si en el futuro la ciencia avanza lo suficiente como para que sea posible. A día de hoy no lo es. Pero de ilusión también se vive. Y con esa misma ilusión se muere, según parece. Porque no son una ni dos las personas que esperan, criogenizadas, a que el “milagro científico” se produzca. Se cuentan por centenares.
Hay unas 500 personas conservadas en tanques de nitrógeno líquido en todo el mundo, la gran mayoría en Estados Unidos, según explica la revista del MIT ‘Technology Review’. Entre ellas no está Walt Disney, aunque la leyenda urbana diga lo contrario. Murió de cáncer de pulmón, en 1966, y fue incinerado. Sus cenizas reposan en un cementerio de California. Tampoco está claro que Michael Jackson sea uno de ellos, a pesar de los intensos rumores que circularon tras su muerte.
Otras 4.000 personas están en listas de espera, para criogenizarse cuando fallezcan. Entre ellas, Kayne West o Paris Hilton, que lo han explicado abiertamente. Hilton ha invertido dinero, incluso, en Cryonics Institute, una empresa estadounidense dedicada a la criónica. “Es una aspiración desesperada que revela una ignorancia atroz de la biología”, advierte en ‘Technology Review’ Clive Coen, neurocientífico y profesor del King's College de Londres. ¿En qué consiste el proceso de criogenización y en qué punto están las investigaciones en este campo?
De momento, es un campo que se asienta más en la fe que en cualquier evidencia real, reconoce Aaron Drake, experto de 'Alcor Life Extension Foundation'. Y lo paradójico del asunto es que hablamos de fe en la ciencia. Explica Drake que los clientes que buscan servicios de criónica suelen ser "agnósticos o ateos", que “en vez de tener fe en un ser supremo, tienen fe en la ciencia, pero en ésa ciencia concretamente, en la que eventualmente logre resolver esto”.
El mítico presentador de la CNN Larry King, podría ser uno de ellos. En pleno programa en directo, poco antes de morir, King aseguró que quería ser congelado para que, en el futuro, la ciencia pudiera devolverle la vida. Y explicó que no creer en la vida después de la muerte era el principal motivo por el que quería ser inmortal. Murió de covid en enero de 2021.
Como King, son varios los famosos que han expresado públicamente su deseo de congelar su cadáver con la esperanza de “revivir” en el futuro. Y cada vez son más las empresas que ofrecen estos servicios, aunque de momento la idea siga siendo ciencia ficción. Entre ellas, la más veterana es la de Drake: Alcor Life Extension Foundation. Lleva desde 1976 congelando los cuerpos y los cerebros de sus miembros, con idea de devolverles la vida algún día.
Actualmente, Alcor cuenta con unos 1.500 miembros y casi 200 clientes congelados en sus cámaras criogénicas a temperaturas de -196 °C, entre ellos varios famosos, que han pagado decenas de miles de dólares por "una posible reactivación" y, en última instancia, "reintegración en la sociedad". También en EE.UU. se encuentra otra de las grandes del sector: Cryonics Institute.
Pero la reciente introducción de la empresa china Yinfeng es lo que marca una nueva era para la criónica. Con impresionantes recursos financieros, apoyo del gobierno y personal científico, es uno de los pocos laboratorios nuevos enfocados en expandir el atractivo de la criónica para el consumidor y en intentar darle credibilidad a la teoría de la reanimación humana. En 2015 crearon el Instituto de Investigación de Ciencias de la Vida de Shandong Yinfeng. En agosto de 2017, China anunciaba la primera criogenización de un cuerpo completo, el de una mujer que acababa de fallecer con 49 años.
La primera empresa creada en Europa es ‘Tomorrow Biostasis’, fundada en Berlín en 2019. Cuenta ya con 300 clientes que pagan una cuota mensual relativamente accesible (25 euros), con otros 200.000 euros a pagar en el momento de la muerte. Entrevistado por NIUS, su fundador, Emil Kendziorra, aseguraba hace poco que su objetivo no es "hacer dinero". En su página web, explican que se trata de “construir un mundo en el que las personas puedan elegir cuánto tiempo quieren vivir, independientemente de dónde estén, quiénes sean y sus recursos económicos”.
Pero ¿en qué consiste la criogenización o criónica? Hablamos de la preservación de los organismos de personas o animales a bajas temperaturas, con la esperanza de poder devolverles la vida en el futuro.
El proceso se inicia tras certificar la muerte legal de una persona. Un equipo comienza a enfriar el cadáver y realizar apoyo cardiopulmonar para mantener el flujo de sangre al cerebro y los órganos. Después, el cuerpo se traslada a una instalación de criónica, donde se bombea de forma intravenosa una solución para la conservación de los órganos, antes de sumergirlo en nitrógeno líquido a -196 grados centígrados. No hablamos de congelación, sino de vitrificación, porque se trata precisamente de evitar la formación de hielo, porque destruiría los órganos.
Lo que se hace es utilizar “temperaturas extremadamente bajas para detener todos los procesos biológicos del cuerpo”, según explican desde ‘Tomorrow Biostatics’. A partir de ahí, el resto es esperanza. En “que la futura tecnología médica pueda revivirlos y tratar la causa subyacente de su muerte”.
La rapidez es clave, lo más importante del proceso es que la respuesta sea rápida tras el fallecimiento. Todo debe hacerse en la primera hora tras la muerte de la persona, porque cuanto más larga sea la espera, mayor será el daño a las células del cuerpo.
Pero el proceso no sólo implica ‘congelar’, también ‘descongelar’ los tejidos congelados. Las empresas que se dedican a esto aseguran que ya se ha logrado criogenizar y descongelar partes del cuerpo, como embriones, esperma y piel. Y que se ha conseguido criopreservar un riñón de conejo que volvió a ser totalmente funcional tras ser descongelado. En 2016, investigadores estadounidenses consiguieron criopreservar y descongelar un cerebro de conejo, y en 2018 hicieron lo mismo con un cerebro de cerdo.
Pero los científicos advierten: preservar la estructura del cerebro no significa preservar sus funciones. Lo explica Dayong Gaom, criobiólogo y profesor de la Universidad de Washington. Clive Coen, por su parte, tilda de "falso" que esos estudios respalden los objetivos de la criónica, y sostiene que las estructuras cerebrales son demasiado complejas para ser preservadas y revividas adecuadamente.
Investigadores de la Universidad de Minnesota han demostrado, recientemente, que las técnicas de nanocalentamiento pueden funcionar para descongelar. Ya han conseguido hacerlo con éxito en órganos de ratas, preservando su estructura celular con el objetivo de restaurar las funciones de esos órganos. Ahora están experimentando con órganos de cerdo.
Yinfeng está haciendo algo parecido. Actualmente experimentan con métodos criogénicos para preservar órganos humanos individuales y extremidades amputadas, con el objetivo también de impulsar el programa de trasplantes de China.
Desde que se abrió este campo de investigación, a finales de los años 60, ha estado suscitando el rechazo rotundo de la comunidad científica, sobre todo desde la criobiología, la rama de la biología que estudia los efectos de las bajas temperaturas en los seres vivos.
En la década de los 80, la ‘Sociedad de Criobiología’ incluso prohibió a sus miembros involucrarse en la criónica. Pero en los últimos años, algo ha ido cambiando. Cada vez más magnates de la tecnología sueñan con su propia inmortalidad. Y nuevas empresas emergentes están saltando al campo de juego.
Ahora, la 'Sociedad de Criobiología' ha eliminado sus prohibiciones, y su propio presidente, el criobiólogo y biogerontólogo Greg Fahy está detrás de '21st Century Medicine', que desarrolla técnicas para conservar criogénicamente órganos y tejidos humanos.
Pero nada de lo avanzado hasta ahora permite que, a día de hoy, sea posible ‘revivir’ a una persona. Incluso si un día pudieras descongelar perfectamente un cuerpo humano congelado, explican desde el MIT, “todavía tendrías un cadáver tibio en tus manos”.