Los monjes de la Edad Media dedicaban sus días a leer, escribir y rezar, disfrutaban de una buena alimentación y realizaban pocos esfuerzos físicos. Esto nos hace pensar que gozaban de una calidad de vida superior al resto de la población, en su mayoría analfabeta y sin acceso a un nivel de vida digno.
Ahora, gracias a un estudio realizado por la Universidad de Cambridge y publicado por la revista Science, podemos saber que una de las principales causas de mortalidad entre los monjes durante la Edad Media eran los parásitos que poblaban sus intestinos a pesar de tener una buena alimentación e higiene.
Las investigaciones empezaron cuando, en el año 2017, la Universidad de Cambridge descubrió los restos de docenas de frailes medievales que residieron en el convento de los Agustinos de Cambridge. Muchos esqueletos, que datan de 1290, aún lucían las desgastadas ropas con las que fueron enterrados así como los huevos de gusanos parásitos que podrían haber causado a los monjes problemas de salud e incluso la muerte.
Las primeras investigaciones apuntan a que estos parásitos podrían provenir de las prácticas de jardinería de los monjes de la época. En la Cambridge medieval, dentro de los muros del convento, los jardines estaban llenos de árboles y plantas que daban frutos que los monjes consumían.
Para determinar con exactitud si los restos habían sido afectados por parásitos como lombrices intestinales y tricocéfalos, el paleopatólogo Piers Mitchell y su equipo empezaron a analizar a fondo los esqueletos de los frailes.
Estos parásitos pueden causar daños graves en el tracto digestivo e incluso retrasar el crecimiento en casos extremos. Por ello se recolectaron sedimentos alrededor de las pelvis de 19 esqueletos que datan de los siglos XIII y XIV, y además se tomaron muestras del cráneo y los pies, partes del cuerpo que no deberían tener ningún tipo de resto.
También recolectaron muestras similares de 25 esqueletos pertenecientes a otras personas enterradas casi al mismo tiempo en una parroquia rural a un kilómetro de las ruinas del convento, donde fueron hallados los monjes.
Tras los análisis pertinentes, los resultados revelaron que casi el 60% de los frailes agustinos de Cambridge estaban plagados de gusanos intestinales. Estas cifras apuntan que tenían casi el doble de probabilidades de estar infectados por parásitos que sus vecinos, que no pertenecían a la congregación y llevaban un nivel de vida muy inferior.
Para Piers Mitchell, una de las causas podría ser precisamente la higiene de los frailes, que reciclaban sus propios excrementos y los utilizaban como abono para sus plantas en lugar de tirarlos.
Esto fomentaría la aparición de los gusanos redondos, que ponen sus huevos en las heces humanas, por lo que los huevos de los excrementos, podrían pasar fácilmente a los frutos y hortalizas y acabar de nuevo en el estómago de los frailes.
En cuanto a las consecuencias de estas plagas de gusanos intestinales, habrían habitado en el tracto digestivo, provocando fuertes dolores abdominales e intestinales.
A pesar de que no todos los parasitólogos están convencidos de que las estructuras que embolsan las pelvis de los frailes sean huevos de gusanos, lo cierto es que los esqueletos de este período muestran signos de haber sido afectados por una variedad de tenias, trematodos y protozoos que causan disentería, un trastorno inflamatorio que si no es tratado a tiempo, como ocurría en la época, puede incluso llevar a la muerte.