Hispalis, como se denominaba Sevilla en el siglo III, se vio afectada por el tsunami que tuvo lugar en aquella época y que destruyó Cádiz y Baelo Claudia, en la costa de Tarifa. No obstante, se desconocía el alcance que sufrió entonces la capital andaluza. Ahora, un equipo multidisciplinar e internacional ha hallado pruebas de que "un evento de oleaje extremo" también arrasó la ciudad. Su estudio se ha publicado en la revista 'Natural Science in Archaeology'.
La investigación la han llevado a cabo expertos de las universidades de Jaén, Granada, Sevilla, Huelva, Aix-Marsella (Francia) y Turingia (Alemania). La publicación en la revista muestra la firma de Mario Gutiérrez-Rodríguez, José N. Pérez-Asensio, Francisco José Martín Peinado, Enrique García Vargas, Miguel Ángel Tabales, Antonio Rodríguez Ramírez, Eduardo Mayoral Alfaro y Paul Goldberg.
Los investigadores se basaron en dos inscripciones romanas -fechadas en 245 y 253- que se hallaron en un yacimiento arqueológico excavado entre 2009 y 2014 en el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla, declarado Patrimonio de la Humanidad y el segundo monumento más visitado. En las escrituras se indicaba cómo el Emperador había eximido de impuestos a la Bética -una de las provincias romanas-.
El estudio señala que el enorme oleaje afectó gravemente a la costa de Cádiz, desde Tarifa hasta Gades, lo que llevó al abandono de varios asentamientos costeros. Pero Hispalis también sufrió este mismo tsunami. Gran parte de la ciudad quedó destruida. El maremoto -terremoto con epicentro en el fondo del mar- provocó un tsunami -oleaje provocado por el maremoto- que alcanzó Sevilla con olas de unos 6,70 metros de altura.
Otros reportes anteriores también apuntaban a que una tormeta ciclónica o tsunami destruyó gran parte de Sevilla que durante varios siglos quedó abandonada. Portugal, país vecino, también reportó un tsunami que mató a miles de personas en Lisboa en 1755. Colectivos como Greenpeace, en más de una ocasión, han advertido de que las probabilidades de un tsunami en los próximos 30 años en el mar Mediterráneo son muy altas -con consecuencias catastróficas-.
España espera una crecida en el nivel del mar de entre 10 y 68 centímetros para final de este mismo siglo, según Greenpeace. El Gobierno ha elaborado un documento oficial donde se identifican cuáles son las zonas más expuestas al impacto de un tsunami, siendo todas las costas del país, excepto Asturias y Cantabria, donde sería menor el impacto. Hasta 40 zonas costeras de 21 países cuentan con el reconocimiento de la Unesco de estar preparadas para sufrir una catástrofe parecida. El cambio climático nos pone en alerta.