Los casos que vamos conociendo, a medida que pasan los meses, son tremendos. El último, el de Nuria, que lleva enferma 730 días, desde que pasó la covid hace dos años. Como ella, Sanidad estima que hay más de un millón de personas en España, afectadas por la denominada “covid persistente”. ¿Qué se está haciendo con ellos? ¿Qué tratamientos están siguiendo?
A Nuria la tratan cuatro especialistas diferentes. Y es lo que está ocurriendo en casi todos los casos, a la hora de abordar esta enfermedad. Porque “todavía no tenemos ningún tratamiento específico para la covid persistente. Específico o bien para curarla o para hacerla compatible con la vida de las personas, para cronificarla”. Lo reconoce Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta y responsable de investigación de la SEMG, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
No hay tratamiento específico, ni en España ni fuera de España, a pesar de que la covid persistente ya está reconocida “oficialmente” como enfermedad por la OMS. El pasado diciembre, por fin, consensuó una definición clínica para esa amplia gama de síntomas que refieren los 100 millones de personas que se calcula que están afectadas en el mundo. “Es la condición que ocurre en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente tres meses después del inicio, con síntomas que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo”.
“Ya está claro que tiene una entidad propia. Muchos de los contagiados de la primera ola, que son quienes más la sufren, siguen presentando síntomas dos años después y no sabemos cuándo se resolverán. La covid persistente es una enfermedad, no podemos negar la evidencia”, afirma Rodríguez Ledo. Pero a partir de ahí, su tratamiento no está claro. De momento, se centra más en atacar los síntomas que en curarla o en prevenirla.
“Nos falta mucho conocimiento todavía, pero eso no quita para que se estén utilizando fármacos como uso compasivo, fuera de la ficha técnica, siempre evaluando su uso caso por caso, y sin que haya una recomendación legal establecida para un tratamiento”, explica la vicepresidenta de la SEMG. Es decir, que no hay un tratamiento general, sino que el abordaje cambia en cada caso, según los síntomas que refiera el paciente y el médico que lo trate.
“Es normal que pacientes que tienen una gran afectación prueben distintos tratamientos, avalados por la experiencia que hay y por la prudencia, y siempre de común consenso con el médico”. En estos casos, “normalmente son productos que ya están en ensayos clínicos y que se prueban mientras se va generando esa evidencia”. Porque los tiempos de la ciencia no son los de la práctica clínica, y las evidencias científicas tardan tiempo en generarse. Tiempo que, muchas veces, no tiene el paciente.
En mayo de 2021, la SEMG, junto a otras 50 sociedades y asociaciones de pacientes, elaboró una “Guía Clínica para la atención al paciente de covid persistente”, que está en proceso de actualización. Y es esa guía la que da las pautas a los médicos de atención primaria sobre cómo abordar esta enfermedad, la que sirve de base. Aunque Rodríguez Ledo reconoce que lo que se aplica es la guía más la experiencia de todos los profesionales, que son los que se enfrentan cada caso en concreto.
Explica que hay dos tratamientos de base:
Y entre ellos cita la “rehabilitación física y cognitiva, la terapia ocupacional, la psicológica, y medidas dirigidas a restaurar desequilibrios que se han causado por la afectación, como desequilibrios nutricionales, desequilibrios generales de vitaminas…”.
Sobre el tratamiento para reponer esos desequilibrios, subraya: “El nivel de evidencia no es el suficiente para aconsejarlos como tratamientos ni curativos ni cronificadores. Porque las evidencias las marcan los ensayos clínicos, y ya hay varios en marcha, por lo que se están generando". Por eso, cree que, de momento, "tenemos que ser cautos al recomendar tratamientos. Es necesario no crear expectativas a las que luego no se pueda responder, si no funcionan”.
Se refiere, con ello, a que “hay tratamientos, en la actualidad, que no forman parte de la práctica clínica habitual. Hay médicos que los están dando, pero falta evidencia que los respalde”. Uno de ellos es el que propone Albert Mir, médico de atención primaria en Lleida que está volcado en investigar la covid persistente y que ha elaborado, incluso, una guía al respecto, que comparte en su perfil de Twitter y que, asegura, está siendo utilizada por varios pacientes para el tratamiento de esta enfermedad.
La propuesta de Mir parte de “la clara similitud de los síntomas de la covid persistente con el déficit moderado-grave de vitamina B12”. Los síntomas de la covid persistente, dice, “son tan variables y cambian tanto según la persona, como lo es el déficit de B12”. Por eso, él propone un tratamiento centrado en atacar la causa, más que los síntomas. Es decir, en corregir el déficit de esta vitamina.
A partir de ahí, propone un tratamiento concreto centrado en esta vitamina, aunque no sólo. Su propuesta se asienta en que hay un déficit general de vitamina B12 en toda la población. Y que este virus se aprovecha de ello. ¿Cómo? Porque “puede persistir durante meses en el íleon de muchas personas (la parte intestinal donde se absorbe esta vitamina) y dejarlo alterado”. Algo que estaría ocurriendo, dice, “a pesar de tener una PCR en nasofaringe negativa". Explica que "hay estudios en los que se muestra persistencia viral en el intestino, sin necesidad de tener síntomas, o teniendo pocos, y con PCR negativa. Eso significa que el virus puede seguir afectándonos desde ahí”, advierte.
Y desde ahí, asegura, estaría generando ese amplio catálogo de desajustes y desequilibrios que hay detrás de la covid persistente. Para combatirlo, propone empezar tratando ese déficit de vitamina B12 y los factores asociados a él. ¿Cómo? “Con vitamina B12 sublingual y controlando cofactores, como el ácido fólico, la vitamina B6, el hierro, los aminoácidos, o el magnesio”.
Este es el pilar básico de su propuesta de tratamiento, sobre todo la administración de vitamina B12 y de ácido fólico. ¿Por qué? Porque “muchos virus, para replicar, utilizan B12, B6, ácido fólico, aminoácidos… Y hay que tratar estos déficits de forma agresiva, un suplemento vitamínico no sirve. Porque se suelen dar dosis terapéuticas, pero hacen falta dosis superiores a las que llevan los multivitamínicos habituales”.
Pero la administración que plantea, además, no sería la habitual. Hace mucho hincapié en que la vitamina B12 se administre de forma sublingual. “Es una forma que tenemos los médicos de dar medicación, no solo vitaminas. Hay unos capilares debajo de la lengua que hacen que la medicación vaya directamente a la sangre, sin pasar por el intestino y el hígado. En la forma oral, el proceso es más lento. En esta, en cambio, la medicación va directamente a la sangre. Y la forma sublingual, además, no tiene efectos adversos”.
El objetivo de todo esto, dice, es “tratar el déficit de B12 en sangre y en tejidos. Estamos tratando de hacer que llegue una gran cantidad de B12 a la sangre, para que llegue rápido a los tejidos y para que llegue más cantidad”. Porque ese déficit viene, entre otras cosas, de esa mala absorción por el intestino. “En la covid está dañada la mucosa intestinal, sabemos que la B12 no se absorbe bien ahí”.
El tratamiento que propone es largo y complejo, requiere de analíticas previas muy específicas y de un control médico exhaustivo, caso por caso. Porque advierte, además, que puede haber déficit de B12 aunque la analítica no lo muestre. “No tenemos marcadores fiables de los niveles de B12 en el organismo. No se correlacionan los niveles de B12 en sangre con los que hay en los tejidos”. Y ahí está la clave del asunto, en su opinión. “El problema es que se absorba bien o no, que la B12 llegue adonde tiene que llegar, a la mucosa intestinal”.
Rodríguez Ledo no apoya ni rechaza esta propuesta. “Es una vía interesante, pero requiere ensayos clínicos que lo demuestren”. Cree que es una hipótesis que ha de ser demostrada científicamente. “El nivel de evidencia para decir que esa es la causa de la covid persistente no se ha generado todavía. A lo mejor tiene razón, no digo que no, pero a día de hoy no podemos centrarlo todo en que esa sea la causa”.
Reconoce que “está claro que este virus se acantona en el intestino, es una de las partes donde permanece, pero de ahí a decir que haya un déficit de absorción de B12 motivado por eso, yo creo que no hay evidencia científica que lo respalde. Parece lógico y factible que pudiera ser así, pero que sea la única causa es ir muy lejos”, advierte.
Sobre el tratamiento que propone, cree que “como efectos secundarios tiene pocos, se puede hacer. Pero no está demostrado que tenga un efecto específico ni como tratamiento curativo ni como cronoficador”. Y pide cautela. “Hay que ser muy cauto para decir que algo puede curar, tenemos que tener la confirmación de que puede curar, mientras tanto son hipótesis y las hipótesis se confirman con ensayos clínicos”.
Mir reconoce que no ha realizado ningún ensayo clínico, aunque en su día lo intentó. “En su momento, lo moví con los servicios de digestivo de varios hospitales grandes de Barcelona y no conseguí ningún tipo de ayuda. Pero los que se encargaban de decir si la propuesta era viable o no eran farmacéuticas, y una farmacéutica nunca invertiría en esto”, se queja. ¿Por qué? “Porque es una vitamina muy barata, que no les da un beneficio. Y el 98% de los ensayos los hacen las farmacéuticas, contra esto no se puede luchar”.
En su documento habla, eso sí, de “decenas de casos de personas” que han seguido las recomendaciones que propone y “han notado una mejoría muy notable y progresiva, no vista con anteriores terapias y lo más importante, mejorando la clínica neurológica”. Porque la B12, explica, “es esencial para la formación y reparación de las neuronas. Entre las muchas funciones que tiene, esta es muy importante para la covid persistente cuando hay síntomas neurológicos. La B12 junto al ácido fólico, porque las dos son sinérgicas, trabajan juntas en reparación neuronal". Asegura Mir que algunas de esas personas “se están reincorporando a su vida habitual después de meses de tratamiento”.
“Los testimonios no son suficientes”, asegura la vicepresidenta de la SEMG. “Le animamos a hacer un ensayo clínico. Es una hipótesis y hay que confirmarla. Y eso se hace mediante ensayos clínicos”, insiste. Mir asegura que ya se están haciendo algunos ensayos con pacientes de covid y administración de B12, aunque son casos de covid aguda, no de covid persistente. Y cita algunos estudios realizados fuera de España en los que "se demuestra que se reduce la mortalidad”. Pero insiste: “los estudios bien hechos cuestan dinero. Y no se suele invertir si no hay beneficio detrás”.
Cree este médico, además, que hay “evidencia suficiente (sobre los beneficios de la B12) para que valga la pena promocionarlo desde el sector público. Porque es un tema se salud pública, que deberían investigar ellos, la sanidad pública, no un médico en concreto”, se queja. En su propuesta, de hecho, Mir va más allá. No sólo está dirigida a tratar la covid persistente, sino a evitarla, a prevenir que siga habiendo más. ¿Cómo? Administrando B12 de forma general a toda la población, aunque en dosis distintas.
“Más vale prevenir que curar. Lo recomiendo no solo a los covid persistentes, sino para todos. Con la situación actual pandémica, la covid persistente habría que prevenirla, más que para tratarla”. Añade además que, al darla, “estamos dando un potente antiviral natural, como se ha demostrado, por ejemplo, en un reciente estudio liderado por José Manuel Jiménez Guardeño, investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres".
Hablando de ensayos clínicos, Rodríguez Ledo subraya que “ya hay varios ensayos en curso que están probando tratamientos específicos” para la covid persistente. “Algunos ya están avanzados, y a lo largo de este año tendremos conocimientos nuevos”. Aunque, a la vez, advierte: “No todo en la medicina sabemos cómo curarlo y lo que tenemos que hacer es aliviarlo o mejorarlo. Para eso están los tratamientos sintomáticos”.
Y en relación con esto, recuerda: “Lo que se puede curar se cura, lo que no se puede curar se mejora, y cuando no se puede mejorar se atiende a la persona (con el control de los síntomas, que es importante porque te vas a encontrar mejor)”.
Pero la pregunta que se están haciendo los millones de personas afectadas por esta enfermedad es: ¿Veremos un tratamiento específico en 2022? “El año 2022 va a ser el año de generar conocimiento en covid persistente, de conectar el conocimiento y avanzar más rápido. Hasta hace poco dudábamos que una vacuna se pudiera desarrollar en tan poco tiempo, pero se ha conseguido. Pues ahora toca hacer lo mismo con la covid persistente. Es tiempo de centrarnos en esto. Necesitamos generar evidencia y necesitamos generarla pronto”, responde Rodríguez Ledo.
¿Tiene la misma urgencia que tuvo en su momento la vacuna? “Yo creo que sí. Porque ahora no estamos hablando de muertes, como pasaba con la vacuna, pero sí de calidad de vida. Y la calidad de vida es uno de los indicadores más importantes en nuestra sociedad occidental”, zanja la portavoz de la SEMG.