La negociación política entre el Gobierno y la Generalitat se ha reiniciado en Cataluña pero tanto Pedro Sánchez como Pere Aragonès han quitado presión a esa esperada mesa de diálogo que tanta polémica ha generado. Sánchez ha llegado al Palau de la Generalitat dispuesto a bajar la tensión, a 'dormir el partido catalán' y a poner en marcha su 'agenda de reencuentro'. Pere Aragonès, por su parte, ha aceptado este escenario aunque ya ha advertido que exigirá "resultados, concreciones y avances".
En un primer cara a cara que ha durado cerca de dos horas - mucho más de lo previsto- los dos presidentes han constatado que sus posiciones sobre cuál debe ser la solución del conflicto político catalán están "radicalmente alejadas", prácticamente en las antípodas, pero ambos se han blindado al diálogo para encontrar una solución pactada.
De esta manera, la mesa de diálogo tendrá una segunda oportunidad (la primera fue en febrero de 2020) para encontrar una salida negociada, aunque de momento el horizonte sigue siendo incierto. Los dos presidentes quieren ganar tiempo. Que la negociación no tenga plazos da a Aragonès cierto margen para intentar demostrar a los que se oponen que la mesa, defendida por su partido, puede ser útil.
La cuestión es si la CUP y JxCat también están dispuestas a esperar. El compromiso de ERC con la formación de Puigdemont y la CUP era dar al diálogo una oportunidad acotada a tan solo dos años y si "no hay plazos" esto puede no cumplirse. Por lo tanto, si el president no obtiene resultados, sus socios de Govern ya han advertido que presionarán para que adopte la vía de la confrontación.
Por su parte, Pedro Sánchez, tampoco dispone de todo el tiempo del mundo. El diálogo sin plazos le da también un margen para que ERC le siga garantizando una cierta estabilidad en el Congreso a las puertas de la negociación de los presupuestos generales. El presidente sabe que PP y Vox no le darán tregua por lo que no puede permitirse poner en riesgo el apoyo de los republicanos.
Por si acaso, Sánchez y Aragonès han preferido no concretar el calendario. El dirigente catalán se ha limitado a explicar que la mesa mantendrá reuniones "periódicas y discretas", en ocasiones alejadas del foco mediático. Su objetivo es ir "construyendo confianzas" por las dos partes y, con "tiempo y perseverancia", acabar encontrando el camino. En ese camino, Aragonès no descarta que se sumen consellers de Junts, después de rechazar a los indultados del 'procés, Jordi Turull y Jordi Sànchez.
El problema es que, en estos momentos, ambas delegaciones parten de intereses radicalmente opuestos. El ejecutivo catalán sigue atrincherado en que la única vía es la "amnistía y la autodeterminación", mientras que para el Gobierno cualquier reclamación que quede fuera de la constitución es "innegociable". Lo dijo Sánchez el lunes en TVE y hoy lo ha vuelto a decir: "Cataluña no necesita una consulta sobre la independencia y, además, lo que es España deben decidirlo todos los españoles. Si vivimos juntos, decidimos juntos".
La propuesta de Sánchez es la "agenda del reencuentro" y no ha dudado en volvérsela a poner sobre la mesa a Aragonès. Se trata precisamente de la la misma agenda que en su día planteó a Quim Torra pero actualizada. El documento recoge 44 puntos basados en las reivindicaciones que Artur Mas, primero, y Carles Puigdemont, después, plantearon en su día a Mariano Rajoy. Todas menos el referéndum. "Es evidente que un referéndum y la amnistía es su propuesta, y para nosotros ni una cosa ni la otra son posibles", ha dejado claro Sánchez, mientras Aragonès ha avanzado que la Generalitat ya trabaja en los "detalles jurídicos" para plantear cómo sería la votación.
Pese a las discrepancias, ambos presidentes han celebrado el encuentro y se han agradecido mutuamente la predisposición. "Entramos en una nueva fase en el proceso de negociación entre Cataluña y el Estado español", ha proclamado Aragonès, mientras que Sánchez ha pedido dar importancia a las "imágenes" porque "no pasa cada día que un presidente español visite el Palau de la Generalitat".
De esta manera el Gobierno de Sánchez pretende desinflamar el problema catalán. Primero fueron los indultos y ahora con esta reunión de la mesa que trabajará sin prisa y con la confianza de alcanzar una solución pactada. De momento, en la primera reunión entre las dos delegaciones que se ha celebrado tras el encuentro entre presidentes, ya han saltado chispas.
Los dos consellers de ERC, Laura Vilagrà y Roger Torrent, han manifestado que en las reuniones se trate "únicamente" el conflicto político, mientras que los cuatro ministros -Félix Bolaños, Isabel Rodríguez, Miquel Iceta y Yolanda Díaz-, han defendido que el Gobierno no renunciarán a "incorporar" cuestiones como las infraestructuras o la sanidad. Para Sánchez, la pandemia ha cambiado las prioridades y considera que ahora hay que centrarse en la recuperación económica.
Asimismo, el socialista ha puesto en valor su presencia en Cataluña, tanto al inicio como al final de su comparecencia: "Mi presencia demuestra el profundo respeto y cariño que tiene la sociedad española a la catalana, son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan a pesar de las diferencias". Precisamente, para él, el clima político y social en la comunidad "es mejor hoy que hace un año", y se ha comprometido a que sea mejor "de aquí a un año que hoy".
Para ello, el Ejecutivo central ha manifestado que considera "del todo imprescindible" que las instituciones catalanas "lideren un diálogo honesto y sincero también entre catalanes".