Mireia, Shelma y Nala han decidido romper el silencio. Tras dos años "sin respuestas administrativas" han tenido la valentía de denunciar públicamente que fueron agredidas sexualmente por un fotógrafo de Barcelona durante años. Ellas tenían entre 18 y 20 años. Él, con unos tantos años más, se aprovechó de su inocencia y las embaucó hasta tal punto que llegaron a hacer cosas "que en realidad no querían hacer".
Desde entonces, viven una pesadilla. Llevan dos años "sufriendo y llorando cada día". No hay mañana que no revivan lo que ese hombre les hizo pasar. Shelma fue la que, investigando, se dio cuenta de que había muchas otras víctimas. Fue entonces cuando decidieron unir fuerzas y denunciar lo ocurrido ante la Policía Nacional.
Justo en ese momento, el fotógrafo se marchó a Armenia y no ha vuelto a pisar España. Han pasado ya dos años y todavía no se ha hecho justicia. Él tiene una orden de búsqueda y captura en España y en otros países como Alemania, donde también ha dejado víctimas. "Hasta que no venga a España, no se puede hacer nada", dicen las chicas.
Mireia, Shelma y Nala cuentan a NIUS su testimonio.
Mireia tenía tan solo 20 años cuando ocurrió todo. Estaba empezando su carrera como actriz y quería hacerse un videobook. "Un día el hombre me escribió por Instagram y me dijo que me quería hacer fotografías. Resultaba que esta persona era fotógrafo y acepté encantada", explica la joven.
A priori asegura que todo parecía normal. Él la convenció para quedar diciéndole que tenía una belleza especial y le propuso quedar para tomar algo. "Estuvimos hablando de cómo haríamos las fotos y un día quedamos en un bar. Primero hicimos fotos exteriores, todo iba muy bien, era muy simpático, me hacía sentir muy cómoda e incluso me invitó. Entonces me dijo que tenía su estudio al lado, que era su casa, y que me invitaba a cenar y seguíamos haciendo fotos. Como me estaba diciendo que lo estaba haciendo muy bien me convenció y acabé cediendo para ir a su casa", se lamenta.
Sin saber cómo, Mireia acabó en casa del fotógrafo haciendo algo que no quería hacer. Su mente incluso ha borrado escenas de ese día. "No sé cómo salté de una cosa a otra. Acabé haciendo fotos y vídeos desnuda que yo no quería. Me agredió sexualmente y me violó. Luego vi cómo esas fotos las publicaba sin mi consentimiento. Ahora nos tiene bloqueadas y no podemos ver su cuenta pero sigue publicando nuestros desnudos en las redes sociales", explica.
En aquel momento no era consciente de lo que estaba sucediendo. Ella creía que "era por el bien de la sesión fotográfica". La joven asegura que la manipuló de tal forma que siguió quedando con él. "Siempre me decía lo bien que lo hacía, lo bonita que era y eso me hacía sentir bien, entonces yo continuaba. Es verdad que yo tenía una sensación de que no era muy normal pero como él me hacía sentir que era lo correcto continué y seguí adelante".
Los abusos continuaron durante tres años hasta que un día otra víctima la contactó preguntándole cómo había sido su experiencia con él. "Cuando se dio cuenta de cuál era mi relato me contó todos los otros casos que había encontrado. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que yo había sido otra víctima".
Mireia todavía no ha podido asimilar lo ocurrido. "Cada día me encuentro peor, me ha quitado muchas ganas de la vida. He perdido muchos trabajos por la ansiedad. Veo su cara en la de otras personas y yo ya no puedo más con esta tristeza, rabia, impotencia que tengo dentro de mi. No puedo más y a veces no tengo fuerzas para seguir y quiero acabar con mi vida", añade. Hace ya dos años que denunció junto a otras 8 víctimas y aunque "confió en la justicia", todavía no han podido cerrar la herida.
Tampoco la ha cerrado Shelma. Con ella el fotógrafo siguió el mismo modus operandi. Le escribió para hacerle fotos y decidieron quedar en Barcelona para hablar de cómo iban a ser las sesiones. "Todo iba bien hasta que él me dijo de ir a su estudio, que casualmente estaba al lado de donde me había dicho de quedar. Me insinuó en hacer desnudo artístico pero yo le dije que ese día las fotos iban a ser con ropa", explica la modelo.
La joven subió al apartamento del hombre y una vez allí asegura que él la empezó a coaccionar para que se quitara la ropa. "Me obligó a hacer ciertas fotografías que yo no quería, intentó tocarme en múltiples ocasiones. Yo intenté salir de allí pero me dijo que no iba a salir hasta que no terminase el carrete. Cerró con llave y estuve encerrada en la habitación una hora hasta que me dejó ir", recuerda.
Antes de irse, el fotógrafo le dijo que tenía que firmar un contrato donde ella daba el consentimiento para publicar esas fotografías en cualquier momento. "Me quedé paralizada y no supe cómo reaccionar. Me acuerdo que mientras me hacía las fotos yo le decía que no quería seguir y él me decía que ese miedo que tenía en mi cara era justo lo que quería plasmar. Lo único que podía hacer era hacerle caso para poder salir de ahí sana y salva porque no sabía qué era lo que me iba a pasar. Incluso no sabía si iba a poder salir de ahí", añade.
Finalmente pudo marcharse y llamó corriendo a un familiar. Se lo contó todo y le acompañó a la comisaría. "En ese momento no puse la denuncia porque no entendía lo que había sucedido, estaba muy nerviosa y bastante traumatizada. Fue al cabo de unos años que empecé a investigar y encontré múltiples víctimas en diversos países. Entonces unimos fuerzas e iniciamos el procedimiento judicial juntas", añade Shelma.
Shelma empezó a buscar por las redes sociales posibles víctimas y llegó a encontrar hasta una veintena de chicas que habían pasado por lo mismo. Nueve de ellas se animaron a denunciar en España y otra chica lo hizo en Alemania. La modelo se dio cuenta de lo monstruoso que había llegado a ser ese hombre con algunas.
"En mi caso, no llegó a ser una violación, fueron tocamientos, pero se que con otras chicas sí que llegó a mucho más. El tenía ese poder de normalizar lo que había hecho y que ellas se sintieran incluso culpables de ese hecho. A algunas de ellas también les daba alcohol", narra.
La mayoría de afectadas eran chicas muy jóvenes, incluso algunas menores de edad. "El siempre buscaba a modelos que parecían mucho más jóvenes de lo que ya éramos, incluso a alguna de nosotras intentó vestirnos más aniñadas. No quería que fuésemos pintadas, tampoco depiladas y en el caso de que lo hiciéramos nos hablaba bastante mal. Yo fui maquillada y me habló muy mal porque decía quería plasmar esa niña", asegura Shelma.
La joven tuvo que empezar a ir a terapia por el estrés postraumático que sufría. "Al mínimo ruido que yo escuchaba quedaba aterrorizada, también influyó en mi vida personal y sexual. Son muchos años con miedo. El hecho que no se haya solucionado hace que yo tengo flashbacks y hasta que no termine no se podrá sanar nunca", concluye.
Cuando el resto de víctimas contactaron con Nala ella todavía mantenía al fotógrafo en sus amistades de Facebook. "Me preguntaron por él y me acordé de todo lo que había pasado. Me ayudaron a asimilarlo todo porque al principio yo misma me autoconvencí de que no era tan grave", explica la joven.
La modelo tenía entonces 18 años y la contactó por Facebook utilizando el mismo argumento que con Mireia y Shelma. "Me dijo que era muy guapa y me preguntó si quería hacerme fotos. Me propuso quedar enseguida y yo acepté. Es una persona con mucha labia, con ese toque de hacerte sentir bien todo el rato, regalarte los oídos, todo para hacer ver que lo que él te está haciendo está bien y que ese es su trabajo de fotógrafo, cuando eso de fotógrafo no tiene nada", explica Nela.
Una tarde quedaron en pleno centro de Barcelona y el le sugirió pasear "por las callejuelas cuando se estaba haciendo oscuro". Al principio todo parecía normal, empezó a hacerle fotos y ella simplemente posaba. Al poco rato, la cosa se empezó a complicar.
"Se me acercó y empezó tocándome la cara, después ya fue completamente asqueroso, me bajó el escote, me metió los dedos en la boca y me tocó todas las partes del cuerpo mientras se tocaba el paquete. Me da bastante asco porque yo me veía en la situación de tener a un señor de la edad de mi abuelo manoseándome", lamenta la chica.
En aquel momento no supo cómo reaccionar. Era consciente de lo que estaba pasando pero no tuvo fuerzas para gritarle y marcharse. "Conseguí marcharme y él me volvió a escribir varias veces para volver a quedar. Decía que las fotos no habían quedado bien y que no las podía revelar. Yo me negué a quedar con él hasta que me dejó tranquila".
Nala decidió denunciar junto a las otras víctimas. Confía en la Justicia pero lamenta que el fotógrafo siga haciendo lo mismo en Armenia. "Sigue actuando igual con total impunidad. Creo en la Justicia, aunque va lenta, esperamos que en algún momento le detengan, se le tome declaración y podamos vernos las caras en un juzgado", concluye. Desgraciadamente, la joven asegura que no es el primer ni el último fotógrafo que se aprovecha de una modelo: "Se creen con el poder de hacer lo que quieran con tu cuerpo".