Eran las 21:30 de la noche del pasado jueves 13 de enero. José, caporal de los Mossos, estaba patrullando por las calles de Barcelona cuando se le acercó un niño "con los ojos como platos y muy nervioso". Les alertaba de que su hermana pequeña estaba en casa con su madre y que se estaba ahogando.
"Mi hermana se está muriendo", estas son las palabras que más recuerda José de ese momento. La pequeña, de un año, se había tragado el tapón de una botella y se estaba ahogando.
Los agentes subieron al piso de la familia y se encontraron a la madre de la pequeña muy nerviosa, sin poder desobstruir las vías respiratorias de su hija. "En ese momento se te pasan muchas cosas por la cabeza", cuenta el caporal, pero la que más resuena es una: "Llegamos tarde".
"Por suerte, no fue así". José y su compañero consiguieron practicar la maniobra de Heimlich a la pequeña, que acabó expulsando el tapón. La niña recuperó el aliento y fue trasladada a un centro hospitalario por precaución.
Una actuación que apenas duró unos minutos pero que José tardará en olvidar. "Es una sensación indescriptible, hacía años que no me emocionaba tanto", cuenta este caporal de los Mossos a NIUS analizando, después de unos días, lo sucedido.
Una historia que acaba con una reflexión: "Cuando te pasa algo así, recuerdas por qué te hiciste policía", explica el agente, que también se pregunta qué hubiese podido pasar si la patrulla no se hubiese encontrado con aquel niño con ojos como platos pidiendo ayuda.