Los botellones salvajes proliferan en Barcelona en la era covid: "Es un fenómeno que ha venido para quedarse"
Los agentes denuncian que se ha "deslegitimado y desautorizado a la autoridad"
Los sociólogos defienden que se debe a un "discurso coercitivo" que se ha impregnado en la sociedad
Aseguran que hay una "cierta sensación de impunidad" al cometer hechos vandálicos y violentos
Los botellones salvajes han proliferado en Barcelona. La relajación de las restricciones sanitarias, el prolongado cierre del ocio nocturno y la "deslegitimación de la policía" ha generado, según los expertos, un cóctel molotov imparable que ha provocado una situación sin precedentes. Y es que algunos jóvenes -y no tan jóvenes- han pasado de solo consumir alcohol en las calles sin mascarilla ni distancia a protagonizar verdaderos actos de vandalismo con saqueos en comercios, agresiones a los agentes y numerosas peleas con arma blanca.
Solo durante el fin de semana de las Fiestas de la Mercè de Barcelona se detuvo a más de 60 personas y hubo cerca de un centenar de heridos. Decenas de comercios y restaurantes fueron saqueados y los daños en mobiliario urbano y vehículos particulares son prácticamente incalculables. Durante la noche del viernes y del sábado, las calles de Barcelona se llenaron de auténticos salvajes dispuestos a destrozarlo todo, con una cierta sensación de impunidad y sin los medios policiales suficientes para hacer frente a esa situación.
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Fenómeno multicausal
Lo que más preocupa es que no se trata de un caso aislado. Según Inma Viudes, portavoz del Sindicato SAP-FEPOL de los Mossos d'Esquadra, este es un fenómeno que ha llegado para quedarse. Viudes asegura que lo que pasa en Barcelona es un problema delincuencial sin precedentes, una situación absolutamente descontrolada que no solo viene provocada por el fenómeno botellón, sino por la pérdida de autoridad y apoyo político.
"Hace tiempo que tenemos este problema y es multicausal. Lo que tenemos claro es que ha habido una normalización de los altercados y de las agresiones a policías. Se ha ido deslegitimando a los agentes y desautorizándolos hasta llegar a la respuesta que vemos en las calles. Saben que no van a tener repercusiones jurídicas y que les va a salir gratis, por lo tanto, actúan con total impunidad", lamenta la agente.
Este es precisamente el mismo diagnóstico que comparte Eugenio Zambrano, portavoz del sindicato CSIF de la Guardia Urbana de Barcelona. Según Zambrano, hay tres factores importantes que explican por qué los botellones son tan salvajes en la capital catalana. El primero es por la "ausencia por parte del gobierno autonómico y local de condenar los hechos". El segundo, la pérdida de autoridad de los agentes en las calles, ya que asegura que "se ha incitado el odio a la policía y ahora vienen las consecuencias". El tercero, la falta de refuerzo humano y material en los dispositivos.
Ha habido una normalización de los altercados y de las agresiones a policías. Se ha ido deslegitimando a los agentes y desautorizándolos hasta llegar a la respuesta que vemos en las calles
El portavoz asegura que la condena y el apoyo institucional es muy importante para ellos y considera que hay una falta de "responsabilidad". "No es normal que el señor Albert Batlle diga que hay que normalizar los botellones y que los jóvenes lo hacen porque ha sido un año muy duro para ellos. Parece mentira que estos políticos no entiendan que asociado al botellón hay otra problemática, una asociada a la convivencia en el espacio público", lamenta Zambrano.
El agente de la Guardia Urbana explica que esta situación conlleva conflictos de convivencia, molestias de los vecinos y destrozos en el espacio público, que implica inevitablemente problemas de inseguridad. "Tenemos peleas multitudinarias, navajazos, heridos graves, agresiones sexuales, violaciones, robos con violencia, con intimidación, hurtos. En fin, una serie de infracciones penales que se cometen entorno a lo que son los micro o macrobotellones", añade.
Zambrano denuncia que se está priorizando los criterios políticos a los profesionales y esto está llevando a generar inevitablemente dispositivos que no son eficaces. "Ahora están imperando los criterios políticos y estos criterios son no hacer nada. No dar órdenes de intervenir ni llevar una política reactiva de seguridad. Hace falta contundencia proporcional. Se nos tiene que dejar intervenir, detener, emplear la fuerza a aquellos que agreden a la policía, que agreden a los ciudadanos, que saquean los comercios y que están destrozando la vida de la ciudad y de los ciudadanos", señala el agente.
Qué falla en los dispositivos policiales
En la mayoría de fines de semana, los dispositivos policiales están pensados para velar por la seguridad de las personas sin acceder dentro de la masa ni causar daños mayores. Tanto Zambrano como Viudes coinciden en que es complicado dimensionar un dispositivo que pueda prever estos casos de salvajismo, sin embargo, aseguran que no es solo una cuestión policial.
"No se trata solo de blindar la ciudad. Esta es una cuestión que no se soluciona solo con presión policial sino con una acción contundente de todos aquellos que tienen responsabilidad de gobierno para condenar la violencia y para ejercer acciones para evitar este tipo de impunidad a la hora de ejercer acciones violentas. Aquí los mandos operativos deberían explicar cuál ha sido el dispositivo, las características y a qué obedecen las decisiones que se toman", añade Inma Viudes.
Además, lamentan que cualquier actuación policial donde ha habido altercados, cargas, han sido fiscalizadas por parte de algunos grupos políticos. "Eso acaba ejerciendo también de alguna manera presión sobre aquellos que tienen personalidad de gobierno y puede ser que también se traduzca a la hora de diseñar ciertos operativos", añade la portavoz del sindicato SAP-FEPOL de los Mossos d'Esquadra.
Perfil de los agresores: multifactorial y oportunista
El perfil de los que protagonizan estos actos vandálicos durante los botellones es, según Inma Viudes, multifactorial y oportunista. "Igual que lo vimos en los altercados cuando entro en prisión Pablo Hasel, tenemos desde ultras de un bando o de otro, menores tutelados o no tutelados, personas que simplemente pasaban por ahí y se apuntan a la fiesta. No hay un perfil concreto, en cualquier caso, sí que son personas que tienen un perfil muy violento", explica la agente.
La policía ha detectado que durante los botellones violentos hay personas que se organizan para apuntarse a cualquier tipo de evento donde puedan hacer daño y saquear, y luego personas que se encuentran en la situación y circunstancialmente, "por la sensación de impunidad y de la normalización de la violencia", tienen ganas de fiesta y para ellos la fiesta es eso.
En este sentido, la socióloga de la Universitat de Barcelona, Lídia Puigvert, destaca que cada vez más existe un "discurso coercitivo" que crea una especie de presión hacia los jóvenes. "Se genera un ambiente determinado que promueve este tipo de situaciones en los botellones. Se crean algunas conversaciones donde parece que quien se atreve a enfrentarse a determinadas situaciones es más divertido y enrollado. Hacen que lo violento parezca más atractivo y esto fomenta la violencia", asegura Puigvert.
Si no controlamos ni cuestionamos ese discurso coercitivo seguirá ocurriendo porque los que generan esos entornos violentos se sienten impunes
La socióloga lamenta que este discurso ha impregnado tanto las redes sociales como los medios de comunicación. "Si no controlamos ni cuestionamos ese discurso coercitivo seguirá ocurriendo porque los que generan esos entornos violentos se sienten impunes. Si quienes los miramos hablamos de ellos como si fueran héroes que se atreven a enfrentarse y que no tienen miedo a las autoridades, ellos sienten que han ganado y no facilita que luego no se quiera volver a hacer. Hay que conseguir que defiendan su edad y su juventud, pero rechazando la violencia en los entornos en los que estemos, sea un botellón, sea una discoteca o sea cualquier sitio", defiende Puigvert.
Lídia Puigvert asegura que en los macrobotellones hay muchos jóvenes que rechazan esas actitudes violentas y que no les gusta hacer eso. "Pero existe esa presión de si no lo haces no eres divertido y eso provoca que muchos acaben en esas situaciones. Ese discurso coercitivo te va diciendo cómo debes actuar. Hay que dar visibilidad a los jóvenes que rechaza esos entornos para que puedan actuar en consecuencia y quitar protagonismo en los medios a los que solo transgreden", añade.
Cómo frenarlo
Tanto Lídia Puigvert, como Eugenio Zambrano e Inma Viudes coinciden en que la clave para frenar estas situaciones es crear una política apropiada de prevención. "Que los jóvenes tengan espacios es necesario. Esos espacios deben ser plurales y lo que hay que hacer es cuestionarse esos discursos en los que los chavales se ven inmersos. Hay que generar más libertad y menos discurso coercitivo. Si les damos libertad a los chicos, sin que tengan esa presión de actuar de una forma determinada y enfrentarse a según quien", detalla Lidia Puigvert.
Además, los cuerpos policiales piden más apoyo por parte de la administración para frenarlo policialmente. "Necesitamos que nos faciliten refuerzos humanos y materiales necesarios para hacer frente a esto. Es una falacia política lo que han venido diciendo desde la Generalitat o el ayuntamiento de que no podemos hacer nada. Esto que ha ocurrido en Barcelona nos lo podríamos haber ahorrado. Los ciudadanos se podrían haber ahorrado todo este gasto público, este espectáculo", reclama el portavoz del sindicato de la Guardia Urbana.
En este sentido, defienden también que la apertura de un ocio nocturno regulado puede ser una vía para frenar de alguna manera esos botellones violentos. "El ocio nocturno ha hecho un esfuerzo muy grande para crear protocolos para que no haya violencia dentro de los espacios. También se han preocupado de fomentar los espacios seguros. En un botellón o lo generan las personas que están allí o no hay posibilidades de que sean espacios seguros. La impunidad está ahí. En esos espacios de ocio nocturno regulado se sienten más seguros, no solo porque pueden consumir y tienen la música porque eso también lo tienen fuera", concluye Lídia Puigvert.