Los pajareros de La Rambla de Barcelona se resisten al desahucio: "Nos quitan nuestra forma de vivir"
El Gobierno de Ada Colau les ha ordenado que entreguen las llaves de sus 11 paradas tras supuestamente caducar las concesiones
"Trabajamos en domingo, festivo, lloviendo, con viento... pero es nuestra forma de vivir y queremos seguir aquí", reivindican
Dejaron de vender aves en 2013 y ahora se ven obligados a dejar una Rambla en la que llevan desde 1855
A La Rambla de Barcelona se la llegó a conocer como 'la rambla de los pájaros'. Precisamente, lo que hoy son souvenirs, antes eran canarios, periquitos, palomas y demás tipos de aves, incluso gallinas. Y lo fueron durante un siglo y medio, desde que los primeros vendedores se establecieran en 1855 y se vieran obligados a adaptar su modelo de negocio por una normativa que desterró la venta de animales en 2013.
Cerca de una década después, los antiguos pajareros deben entregar las llaves de sus 11 paradas al Ayuntamiento por el fin de la concesión municipal. La misma que caducó el año pasado según fuentes consistoriales, algo en lo que discrepan los vendedores. El gobierno de Ada Colau presiona y les ha enviado una carta para que abandonen el espacio la última semana de febrero, en el marco de la remodelación del emblemático paseo.
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Maite se ve amenazada por el fantasma del paro a sus 58 años. Lleva en su puesto 33, desde que empezara a vender en 1989. "Da vértigo, es obvio... nos quitan nuestra forma de vivir. Trabajamos domingos, festivos, llueva o haga viento, pero no deja de ser nuestra forma de vivir", lamenta, rodeada de imanes con forma de sevillana y cuencos de cerámica con mosaicos que recuperan el legado de Antoni Gaudí.
Joan vende artículos de recuerdo y de artesanía un par de paradas más abajo, a unos 50 metros. Es la pareja de Maite y cuestiona las formas del Ayuntamiento al sostener que las diferentes modificaciones deben haber ampliado la vigencia de las concesiones. "Dijimos que queríamos negociar para no irnos de aquí, cambiar la normativa, reducir el espacio que ocupamos si hace falta, pero se cierran en el no", manifiesta.
A pesar de haberse dedicado a ello durante varias generaciones, los vendedores entendieron la necesidad de dejar de ofrecer animales e invirtieron un mínimo de 40.000 euros en cada puesto para adaptarlo. Esta vez, sin embargo, se niegan a encajar este nuevo golpe: "Dicen que nuestra actividad es incompatible con la nueva Rambla, pero nosotros queremos quedarnos aquí para seguir trabajando y disfrutándola".
La versión del Ayuntamiento
Las concesiones de estas 11 paradas datan de 1971 y tienen una vigencia de 50 años, según la versión del consistorio, por lo que caducaron en 2021.
La aprobación del Pla Especial d'Ordenació de la Rambla en 2016 indica que los únicos quioscos que puede haber son las de flores, los de prensa, el de venta de entradas del Museo de Cera y los de la ONCE. "El documento no contemplaba los de los antiguos pajareros y, por tanto, debían de desaparecer", detallan fuentes municipales. Las aprobaciones del anteproyecto y el proyecto ejecutivo han seguido el camino abierto por el plan de 2016.
Con su desaparición, los viandantes podrán "ganar espacios"; además, su presencia contradice varias normativas municipales: la de mercados, la de usos del distrito de Ciutat Vella y el de establecimientos comerciales, "y también supone infracciones diversas", agregan desde el consistorio. Las mismas fuentes aseguran haber intentado alcanzar "una salida negociada" que no ha sido posible porque "han rechazado todas las propuestas y las suyas no son admisibles".
En este sentido, el Ayuntamiento asegura no poder darles una parada en alguno de los mercados de la ciudad.
Los argumentos de los antiguos pajareros
Javier Cuenca, portavoz de Antics Ocellaires de la Rambla, insiste en que las concesiones otorgadas en los 70 tenían una duración de 99 años, hasta que en 2004 pasó a ser de 50. "Lo que hacen es aplicar esta norma de forma retroactiva, pero no pueden hacerlo", lamenta Javier, cuya generación es la tercera de una familia de pajareros.
Asimismo, las diferentes modificaciones de los puestos comportan una renovación de cinco décadas, aseguran. En 1998, dejaron de ser de vidrio para evitar roturas por las celebraciones de la afición del FC Barcelona de Johan Cruyff, mientras que en 2009 empezaron los cambios de licencia para dejar de vender animales y empezar a ofrecer souvenirs o helados.
"Mi licencia es de entonces e indica que se renueva por 50 años, pero el Ayuntamiento no nos enseña ningún documento conforme ellos tengan razón", sostiene Cuenca. Su familia es propietaria de cinco de los 11 puestos y ha interpuesto un recurso contencioso contra la resolución que declara agotadas las concesiones; también ha pedido una mediación judicial, rechazada por el consistorio al expirar el plazo.
Además, niega que el equipo municipal negociara: "Nos citaron individualmente para que dijéramos qué queríamos siempre y cuando eso supusiera salir de la Rambla, pero luego nunca nos dijeron nada hasta que llegó la carta". "Vendrán a desahuciarnos y me quejaré mucho, pero nos echarán y luego el juez nos dará la razón", agrega.
¿Patrimonio de la Unesco?
Mientras tanto, las antiguas pajarerías de La Rambla aspiran a ser Patrimonio de la Unesco. Cuenca ha impulsado una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para protegerlas, en la que proponen al Parlament declarar el mercado de los pájaros de esta vía Patrimonio Cultural Inmaterial de Cataluña, en otro intento de Xavi, Maite y Joan por quedarse.