Marina, la muralista catalana que inmortaliza la vitalidad de las abuelas: "Les da un sentido de libertad"
La artista ha dejado su huella artística por todo el mundo: "Quiero romper con los estereotipos que tenemos de la gente mayor"
Pintar murales de ancianos es una forma de terapia para Marina: "Es imaginarme que puedo llegar a esa edad con energía"
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Marina Capdevila es una muralista de Falset (Tarragona) que ha dejado su huella artística por paredes y muros de todo el mundo, donde sus obras a gran escala de personas mayores muestran la vitalidad de un colectivo vulnerable. "Hay gente que con 90 años tiene ganas de vivir y puede aportar muchas cosas".
Pintar a abuelas y hablar de sus problemas cotidianos desde "un punto irónico" y "con un humor ácido" se ha convertido en su propia terapia. "Tengo miedo a la soledad de la tercera edad. Es imaginarme que puedo llegar con energía y rodeada de amigos. Acabo un mural, me río y me lo creo", explica la artista en una entrevista a Informativos Telecinco.
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Murales de gran formato que llegan a ocupar fachadas de edificios: "Me gusta representar a mujeres empoderadas y alegres. Pueden salir fumando o riendo", destaca Marina sobre un estilo propio que surgió de la inspiración de sus abuelos. "Siempre me han hecho mucha gracia. Ya no están, pero eran cañeros, divertidos y juveniles. Con 90 años aún iban a bailar a hoteles de Salou (Tarragona)".
Sus obras de arte a menudo exploran temas de identidad, muerte y la experiencia humana, que invita a los espectadores a participar en una reflexión profunda sobre las complejidades de la existencia. Con su abuela como musa, desafía las convenciones de belleza, género y edad para deconstruir estereotipos negativos.
Los verdaderos protagonistas de sus obras
Así empezó a representarlos y con el tiempo convirtió su afición en una profesión que le ha abierto las puertas a pintar por todos los continentes: "Con mis murales quiero romper con los estereotipos que tenemos de la gente mayor. Este momento en el que pensamos que llegas con 70-80 años y ya no sirves para nada. El sistema que hay te aparta".
Por ello, Marina trata de romper con esta visión a través de su arte, que aprovecha para vincular la esencia del lugar a través de sus obras de abuelas felices. "La obra se queda de manera permanente. Me gusta que los vecinos y la gente puedan apropiarla y sentirla como suya. Desde colores de piel a la gente del barrio".
Es el caso del mural que realizó en un pueblo italiano, escondido en mitad de una montaña. "Cuando hago un mural pienso la idea, pero estoy tres días mirando qué me inspira en el mismo lugar. Cuando llegué a este pueblo de 400 habitantes, todas las calles estaban repletas de sillas de plástico".
Una escena peculiar, en el que cada tarde y noche las personas mayores aprovechaban para salir a la fresca con sus sillas. "Representé este acto que en Cataluña pasaba y ha ido desapareciendo. Todas las abuelas se sintieron muy conectadas porque era un retrato de ellas".
Cada día me iba a dormir llorando de la emoción
También en Curitiba, una ciudad brasileña con "mucha inmigración", por lo que no dudó en inmortalizarlo. "Había restaurantes chinos, italianos o cocina española. Lo que hice fue un mural donde salía una persona mayor con una mesa llena de todos los tipos de comida que se podrían encontrar en la ciudad, para mostrar la multiculturalidad".
Un arte en el que los abuelos también participan. Fue el caso del mural que realizó hace dos años en Girona, después de la pandemia. "Estuve pintando durante dos semanas y cada día salían los abuelos. Cantaban canciones, hacían el vermut y por la tarde volvían a salir".
La implicación de los residentes fue gradual. "El primer día casi que ni miraban la grúa y el último día había cachondeo cuando estaba arriba. El muralismo los revitalizó muchísimo. Cada día me iba a dormir llorando de la emoción".
Los propios protagonistas de los murales agradecen la labor de Marina. "Viendo murales de personas grandes fumando, bebiendo y divirtiéndose, les da un sentido de libertad. Me han llegado a decir que les vienen ganas de irse a tomar un gin tonic. Conectan mucho con la obra".
Inviabilidad de pintar en Barcelona
Una satisfacción a través de sus murales que no es viable en Barcelona, donde no puede pintarlos. "Cuesta mucho por su normativa. Puede que haya dos murales de grande formato en la ciudad. He intentado durante un año pintar un mural y no ha habido manera. Es como una ciudad muy gris".
Pese a ello, la artista sigue dejando su huella por todo el mundo. "Hay poca visibilidad en esta figura dentro del mundo del arte y de la sociedad. Me gusta trabajar sobre este tema porque hay mucho que hacer". De momento, Marina ya ha realizado murales en lugares como Florida, Nueva York, California, Brasil, México, Canadá, Bélgica, Suiza, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Austria, España, Portugal o Croacia.
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